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Hilda Yaneth Sotelo
libertad del vivir, del amor hemos vuelto a tocar nuestras
palabras. Conversamos al unísono, las voces chocaban. La
repetición volvía.
El llanto emanó donde los árboles, los cubrían. El cabello
largo oscuro, sacudía el polvo sin tocarlo, caminaron
lentamente hacia mis sueños, los grillos las guiaban,
protegían el poder de la comunicación sublime. Los dedos
corrieron presurosos a concederles uno a uno sus deseos. Un
grillo tomó la iniciativa, aquí está, avisa que las lunas muy
pronto danzarán de alegría al ser.
Les escribo, les imprimo. Descubrieron que el sufrimiento
estuvo, se ha marchado de la tierra. Las leo sin remedio
mientras siento las letras en cada palmo de mi cuerpo,
duermo, sueño, me transformo.
Las mujeres se comunicaron en el centro de la Kawí. La
maestra cósmica paciente llegó. Ellas se elevaban,
observaban su comportamiento desde los árboles, el viento
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Mujeres cósmicas
movía las hojas que caían sobre sus asombros al saberse
creadoras, eternas. Luna trajo la memoria del parto, el dolor
transfiguró la mueca. Diamante llevaba de la mano la brutal
golpiza marcando sus mejillas, los párpados abiertos a
presión. La desilusión se postró. Marisol, trajo la jovialidad.
Fátima el ensueño. Ileana las premoniciones, la certeza, los
escalofríos, trajo a la bisabuela Rarámuri. Ariana los bellos
gatos negros, el deseo de muerte en la alegría. Mariana la
paz, la discreción. Sally, ardía en el deseo, la pasión. Arline
las confesiones. Eloísa y Rita traen estatuas testigos de los
hechos. Diana envió la distancia amarga. Laura el
conocimiento certero, la miel, la fiesta, las cartas. Ramona
realiza los milagros, trajo todos los santos. Mesifag los
modelos nuevos en las miradas de leonas, listas a abordar la
pantera. Un ritual previo anunció la llegada de Ileana. Ileana
la sensorial.
- Cuando llegues me llamas. Ileana.
Le dije a la mujer con quien conversaría por la tarde. La
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