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Hilda Yaneth Sotelo
de noche. Mi agitado corazón rogaba la presencia de antaño.
Años futuros soñaría a Kali, al sentir la densidad de cuerpo,
los nombres y formas desaparecer en mí. La tierra, el mar y
el cielo desnudarían su imponente presencia, iría más allá del
maya, y los cuatro colores primarios acompañarían las
historias difuminadas en la oscuridad de la montaña y
escritorio. Las cincuenta cabezas ya estarían arrancadas de
cada letra del abecedario, ritualizarían las nuevas formas y la
muerte del miedo.
La tierna mano de mi bisabuela consoló mi hombro que la
esperaba, palmeó mi valentía, distrajo a la pantera de blancos
dientes; me abrazó esperando por décadas, hasta ahí llegué a
encontrarme con ella. La bisabuela no solo está en mis ojos,
es mi rostro seguro, pleno de pertenecer a esa mágica kawí.
Las sensaciones, las premoniciones arribaron a la par de la
pantera.
El sonido de las hojas arrastradas por el viento taladraba mis
sentidos. Con la piel tuve la capacidad de contar el número
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Mujeres cósmicas
de árboles que me rodeaban, avisaban de las mujeres aquí
presentes en el pasado, el futuro. Caminé asustada,
movediza. Los temblores dejaron de ser, estaban en la tierra.
Las mujeres llegaron al momento suspendido, quise abrir los
ojos de los sueños pero las voces eran muchas, pesaban,
honraban el ruido. El índice les advertía tomar turnos, las
mujeres cesaron guiando sus quejidos hacia la palma de las
manos, llevaban la pócima. La pantera me seguía, Kali
custodiaba. Las palabras sin coordinación emanaban desde
los sentidos haciendo suya la otra realidad, la cedida por los
dioses. Los sonidos llegaron a los más sensibles, oídos que
enlazarían la mente del corazón para emerger en los
reencuentros sin hablarse. Meny, escuchó pero burló, la
misantropía lo atrapa. Las mujeres, las mismas, llevábamos
largos sacos, suéter tejido de colores raros, las miradas listas
a trasladarse trece años al futuro. Lo logramos, acordamos
enlazar la vida en tiempos, hablábamos decididamente de no
dejarnos, de no soltar los lazos. Lo prometimos. En la
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