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Hilda Yaneth Sotelo
Vi que las religiosas, las guardias y los de anaranjado se
habían marchado dejando una macana, una Atalaya y una
huella inconfundible de sus realidades paralelas, la otra
realidad que la mismísima Sally se negaría a ver y que yo
anoto en su lugar.
6 EN VARIAS LUNAS
ESTRELLADAS
Ileana me recomendó especialmente para la iniciación,
tendría que estar en la Sierra de Chihuahua a oscuras, sola
completamente sola. La frase, la sugerencia suena temerosa,
terror al imaginación de estar ahí, en lo alto en la rokó, la
noche, esa noche en Rarámuri.
La anciana de largos y huesudos dedos, la sabia medieval me
llevó al principio. Viendo el tiempo escurrirse en el horror,
arrodillada en el corazón de la kawí, elevé las palmas, rogaba
por mis ancestros todos, suplicaba perdón mientras la
pantera gemía enfadada de mi arrepentimiento, a su vez el
futuro, traía el consuelo. Los cuentos del diablo de mirada
roja habían invadido la realidad pacífica del ambiente. El
cuerpo trémulo corrió al bálsamo que huía, la bisabuela la
había enviado. La pantera llegaba antes. Fue de noche, muy
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