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Hilda Yaneth Sotelo
rola grupera al tanto de la transmisión de la final del fútbol,
pego un gran salto al escuchar la victoria de mis tíos
españoles, esa madre patria que ya no lo es, eso no fue un
sueño porque un brillo inusual de optimismo rodea la huella
de mi dedo índice, la misma que plasmo en este momento en
otros planos. El plano de colorida lluvia de palabras
formadas entre los dedos de Lucy que sigue pausada en
nuestros besos.
Mujeres cósmicas
Creo que empiezo a entender. Sally es de mente analítica y
secuencial, su letra es legible y clara. Oh, qué lata. . . suena
afuera, el timbre insistente. Cuánta mujer extraviada, ¿Qué
desean? Penetran a mis oídos que se niegan a escucharlas,
son necias, sucias. Últimamente la corrupción y la envidia
rondan, regreso a la guarida, estas mujeres han enmudecido
al verme, tal vez Lucy las espantó a pesar de estar oculta. A
ver si dejan eso del ochenta para referirse a policías
lesbianas, con eso de que hay tanta muerta violentada en la
ciudad, un hombre policía no puede esculcar a las mujeres,
vaya improvisados. Por si las dudas tendré esta piedra en la
mano, esta piedra en forma de corazón que Salvador trajo
de la Kawi.
Recuerdo que cuando Salvador puso la piedra en mis
manos, algo vibraba, era la llamada de Sally, urgía verme
exactamente a la misma hora que el fantasma. Escogí seguir
en el sillón café a la espera del verano, dormida. No sé lee y
escribir a lo humano, aburren.
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