19.01.2024 Views

Las olimpiadas de Grecia

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

LAS OLIMPIADAS DE GRECIA<br />

ESCRITO POR<br />

JORDI ORTIZ<br />

ILUSTRADO POR<br />

MIGUEL ÁNGEL SAURA


LAS OLIMPIADAS DE GRECIA<br />

ESCRITO POR<br />

JORDI ORTIZ<br />

ILUSTRADO POR<br />

MIGUEL ÁNGEL SAURA


¡Hola!<br />

Me encanta leer<br />

y apren<strong>de</strong>r cosas nuevas.<br />

Y ahora puedo visitar<br />

todas las CIVILIZACIONES<br />

a lo largo <strong>de</strong> la historia.<br />

CRISTINA<br />

¡Eh! ¿Qué tal? No tengo<br />

la inteligencia <strong>de</strong> Cristina ni<br />

la fuerza <strong>de</strong> Celoni, pero me<br />

encanta la AVENTURA.<br />

¿A alguien se le ocurre<br />

algo más emocionante<br />

que viajar en el tiempo?<br />

VÍCTOR<br />

•6•


<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong><br />

LA PANDILLA SE PRESENTA<br />

¡Hola! Yo me encargo<br />

<strong>de</strong> que mi prima Cristina<br />

y mis amigos Víctor e Ibis<br />

no se metan en ningún lío.<br />

Pero que que<strong>de</strong> claro<br />

que la MÁQUINA DEL<br />

TIEMPO no me hace<br />

ni pizca <strong>de</strong> gracia.<br />

¡Ji, ji!<br />

Cali y yo somos<br />

muuuy viejas.<br />

¡Ella tiene sesenta y cinco<br />

millones <strong>de</strong> años y yo nací<br />

en Egipto hace unos CUATRO<br />

MIL QUINIENTOS años!<br />

CELONI<br />

CALI<br />

IBIS<br />

•7•


Hum. No cabe duda <strong>de</strong> que soy<br />

el SABIO más importante <strong>de</strong>l<br />

mundo. ¡Yo he hecho que los<br />

viajes en el tiempo sean posibles!<br />

Pero no preví que Maléfico<br />

Durador intentaría hacer fracasar<br />

mis planes. Temo que los<br />

Exploradores puedan estar en peligro.<br />

PROFESOR<br />

ZAPATÓSTENES


<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong><br />

… Y NOSOTROS TAMBIÉN<br />

¿Qué se han creído Zapatóstenes<br />

y su pandilla <strong>de</strong> mocosos?<br />

¡Nadie podrá vencer a Maléfico<br />

Durador, el científico más gran<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong> toda la HISTORIA! ¡Ja, ja!<br />

¡Que tiemblen!<br />

Puedo transformarme en<br />

quien yo quiera y nunca me<br />

<strong>de</strong>scubrirán. Si tuviera alma, me<br />

darían lástima. ¡Ja, je, ji, jo, ju!<br />

MALÉFICO<br />

DURADOR<br />

•9•


LAS<br />

OLIMPIADAS<br />

DE<br />

GRECIA


EN LIMUSINA HACIA GRECIA<br />

Celoni bostezaba mientras esperaba para entrar al instituto<br />

<strong>de</strong> Cadaqués. Víctor miró alre<strong>de</strong>dor para asegurarse <strong>de</strong> que<br />

nadie podía oírlos y le susurró:<br />

¿Aún no te has recuperado<br />

<strong>de</strong> la aventura con<br />

los VIKINGOS?<br />

Aún no.<br />

Hoy he soñado que llevaba<br />

el drakar, REMANDO sin ayuda,<br />

<strong>de</strong> Groenlandia a Islandia.


<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong><br />

—Y, cuando llegaba, me daba cuenta <strong>de</strong> que me había olvidado el<br />

BOCADILLO <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sayuno y tenía que volver a buscarlo —continuó<br />

Celoni.<br />

—¡Pues vaya! Qué sueños más cansados tienes —bromeó Víctor.<br />

Celoni volvió a bostezar.<br />

—¡Eh! —los avisó Cristina, que llegaba corriendo, abriéndose paso<br />

entre la multitud <strong>de</strong> estudiantes.<br />

—¿Qué pasa? —preguntó su primo.<br />

—¡Los CARAMELOS!<br />

—¿Los caramelos? ¿Qué…?<br />

Cristina no tuvo tiempo <strong>de</strong> dar más explicaciones. De repente, un<br />

CLAXON sonó con insistencia. Enseguida, todos los jóvenes estudiantes<br />

corrieron a ver qué pasaba. Cristina retuvo a los dos chicos<br />

y los apresuró:<br />

—¡Los caramelos! Es Archi, ha venido a buscarnos.<br />

—¡Guay! —exclamó Víctor.<br />

—Acabamos <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> un LÍO y me huele que nos espera otro —<br />

protestó Celoni, que se metió la mano en el bolsillo, sacó un puñado<br />

<strong>de</strong> los caramelos <strong>de</strong> regaliz que les había preparado Gertrud y se<br />

los metió en la boca.<br />

•13•


—No seas bruto —lo reprendió Víctor—. Con uno basta.<br />

—Mmm. Ñam, ñam. Gertrud me dará más.<br />

Una LIMUSINA larguísima <strong>de</strong> color rosa bloqueaba la calle <strong>de</strong>l instituto.<br />

¡¡¡Moooooc!!! ¡Moc! ¡Moooc!<br />

El panel <strong>de</strong> cristal <strong>de</strong>l techo <strong>de</strong>l vehículo se abrió e Ibis, <strong>de</strong> pie encima<br />

<strong>de</strong>l asiento trasero, asomó la cabeza. Acto seguido, TREPÓ<br />

hasta el techo y se sentó con las piernas colgando hacia <strong>de</strong>ntro.<br />

Cali intentaba mantenerse <strong>de</strong> pie junto a su amiga, pero se resbalaba<br />

continuamente.<br />

Archi, con gorra <strong>de</strong> chófer y su CHALECO <strong>de</strong> siempre, <strong>de</strong> rayas<br />

negras y rojas, abrió la puerta <strong>de</strong>l conductor y salió. Buscaba a los<br />

chicos con la mirada. Ibis agitaba los brazos para hacerse ver y el<br />

ornitosaurio, que aún no se había curado <strong>de</strong>l resfriado que había<br />

pillado mientras se zambullía en las aguas heladas <strong>de</strong>l Atlántico<br />

Norte, soltó un estornudo y un pedo a la vez.


<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong><br />

Ibis hizo bocina con las manos y gritó:<br />

—¡Cristina! ¡Víctor! ¡Celoni! ¡Estamos aquí!<br />

Cali intentó REPETIRLO con poco éxito:<br />

—¡CRISTINA! ¡¡¡ACHÍS!!! ¡VÍCTOR! ¡¡¡PRRRT!!! ¡CELONI!<br />

Cristina contestó, mientras arrastraba a sus compañeros hacia<br />

la limusina:<br />

—¡Ya vamos!<br />

Víctor, viendo que docenas <strong>de</strong> compañeros MIRONES les cerraban<br />

el paso, se lamentó:<br />

—No podremos pasar.<br />

—¿Tú crees? —dijo Celoni—. ¿Qué te apuestas?<br />

Celoni abrió paso en un santiamén. Parecía un jugador <strong>de</strong> RUGBY<br />

atravesando la <strong>de</strong>fensa rival. Víctor lo seguía con toda la tranquilidad<br />

<strong>de</strong>l mundo.<br />

Archi se tocó la visera <strong>de</strong> la gorra para saludar y abrió la puerta<br />

<strong>de</strong>l medio <strong>de</strong> la limusina.<br />

—Señorita Cristina, a<strong>de</strong>lante, si es tan amable.<br />

—Gracias, Archi.<br />

•15•


El mayordomo <strong>de</strong>l profesor Zapatóstenes, mientras mantenía la<br />

puerta abierta, dijo:<br />

—Me alegra reencontrarme con uste<strong>de</strong>s, señorita y señoritos. ¿Se<br />

han comido los caramelos?<br />

—¡Por supuesto! Están buenísimos, Archi —contestó Celoni—. Yo<br />

me sentaré a tu lado. Si no voy <strong>de</strong>lante, me MAREO.<br />

A Víctor le pareció genial que Ibis se hubiera sentado en el techo<br />

<strong>de</strong> la limusina, así que se subió por la parte posterior y fue a reunirse<br />

con la pequeña, que lo esperaba palmeando y riendo. El chico<br />

se sentó junto a la niña y dijo:<br />

—Archi, cuando quieras, ya po<strong>de</strong>mos irnos.<br />

—Si no le importa, señorito Víctor, estaría mucho más tranquilo si<br />

usted y la señorita Ibis hicieran el trayecto sentados en el interior<br />

<strong>de</strong>l vehículo, como los <strong>de</strong>más, y no sobre el techo.<br />

Un poco <strong>de</strong>cepcionados, Víctor e Ibis se sentaron junto a Cristina.<br />

Cali cayó <strong>de</strong> cabeza <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l vehículo. Entonces, el mayordomo<br />

cerró la puerta y, tras meter dos <strong>de</strong>dos en un BOLSILLITO <strong>de</strong> la<br />

parte <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l chaleco, sacó unos polvos <strong>de</strong> color ver<strong>de</strong> que<br />

arrojó al aire y que se dispersaron lentamente, como una niebla.<br />

•16•


<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong><br />

Los chicos y chicas que ro<strong>de</strong>aban la limusina quedaron inmóviles,<br />

como si se hubieran congelado <strong>de</strong> repente. La NIEBLA ver<strong>de</strong> se esparcía<br />

lentamente y afectaba por igual a todos a los que ro<strong>de</strong>aba.<br />

Víctor exclamó:<br />

—¡Qué pasada!<br />

Cristina, igual <strong>de</strong> sorprendida, pero mucho más reflexiva, dijo:<br />

—Supongo que nosotros estamos protegidos gracias a los caramelos<br />

<strong>de</strong> regaliz. Pero, cuando se pasen los efectos <strong>de</strong> esos polvos,<br />

tendremos que dar muchas explicaciones. A<strong>de</strong>más, cualquiera que<br />

se tropiece con estas estatuas humanas se alarmará.<br />

—No se preocupe, señorita Cristina —la tranquilizó Archi—. Los<br />

polvos TIEMPARADOS se exten<strong>de</strong>rán hasta abarcar todo el pueblo.<br />

Cadaqués quedará aislado <strong>de</strong>l mundo en pocos minutos. Cuando<br />

uste<strong>de</strong>s vuelvan, llevarán una ración <strong>de</strong> polvos <strong>de</strong>stiemparadores<br />

para hacer que todo sea normal otra vez. Oh, disculpen. Sería conveniente<br />

que nadie recordara este pequeño inci<strong>de</strong>nte. Permítanme<br />

que utilice los polvos <strong>de</strong>l OLVIDO.<br />

El mayordomo sacó un pellizco <strong>de</strong> polvos <strong>de</strong> color naranja <strong>de</strong>l otro<br />

bolsillito, el izquierdo, y los sopló para esparcirlos por encima <strong>de</strong>l<br />

grupo <strong>de</strong> adolescentes que, un momento antes, no paraban <strong>de</strong> alborotar.<br />

Se recolocó la gorra y subió a la limusina.<br />

—El profesor Zapatóstenes les espera —dijo, y, a continuación,<br />

arrancó.<br />

—Archi —preguntó Víctor—, ¿te han sobrado polvos <strong>de</strong> esos?<br />

•17•


—Si lo que insinúa el señorito es que <strong>de</strong>searía utilizar los polvos<br />

tiemparados y los polvos <strong>de</strong>l olvido para fines PARTICULARES,<br />

lamento informarle <strong>de</strong> que el profesor Zapatóstenes no contempla<br />

tal posibilidad.<br />

—Vaya. Qué lástima.<br />

—Archi, ¿podrías tocar el claxon? —preguntó Ibis.<br />

—Naturalmente.<br />

¡Moooc! ¡Moooc!<br />

—Archi…<br />

—Diga, señorita Cristina.<br />

—¿El profesor lo tiene todo listo?<br />

—Sí, ya ha realizado todos los cálculos para la próxima MISIÓN.<br />

Tengo el placer <strong>de</strong> comunicarles que hoy mismo se marcharán a<br />

<strong>Grecia</strong>, a los Juegos Olímpicos <strong>de</strong>l año 556 a. C.<br />

¡Viaja al pasado!<br />

El Reloj <strong>de</strong>l Tiempo te transporta<br />

hasta las Bibliocronohistorias.<br />

1896.<br />

Exploradores, ¿sabéis en qué año<br />

se celebraron los primeros<br />

Juegos Olímpicos mo<strong>de</strong>rnos?<br />

Pierre <strong>de</strong> Coubertin,<br />

fundador <strong>de</strong>l Comité<br />

Olímpico Internacional,<br />

compartirá con vosotros<br />

su sueño en la pág. 160.


LA CORONA DEL HÉROE<br />

<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong><br />

•19•


•21•<br />

<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong>


¡Viaja al pasado!<br />

El Reloj <strong>de</strong>l Tiempo te transporta<br />

hasta las Bibliocronohistorias.<br />

Zeus.<br />

Exploradores, ¿sabéis cuál era el<br />

dios que, según los antiguos griegos,<br />

mandaba sobre todos los <strong>de</strong>más?<br />

La escritora Agatha<br />

Christie os hablará<br />

<strong>de</strong> la mitología griega<br />

en la pág. 163.<br />

•22•


•23•<br />

<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong>


•24•


•25•<br />

<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong>


•26•


<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong>


•28•


UN SABIO DIBUJANDO<br />

EN EL SUELO<br />

<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong><br />

Por muy precisas que fueran las coor<strong>de</strong>nadas que se introducían<br />

en la Máquina <strong>de</strong>l Tiempo, no había forma <strong>de</strong> saber por<br />

anticipado en qué lugar exacto se situaría la salida <strong>de</strong>l Túnel <strong>de</strong>l<br />

Tiempo. Solía estar en algún lugar ESCONDIDO. A veces, <strong>de</strong>masiado.<br />

Cuando salieron <strong>de</strong>l Túnel <strong>de</strong>l Tiempo, Celoni refunfuñó:<br />

—Esta cueva es muy estrecha. Casi no puedo moverme.<br />

—No es una cueva —explicó su prima—. Es una GRIETA en la roca.<br />

Si miras hacia arriba, pue<strong>de</strong>s ver el cielo. No te preocupes, enseguida<br />

estaremos fuera.<br />

—Espero que tengas razón. Mientras tanto, Ibis, ¿podrías quitarme<br />

a Cali <strong>de</strong> encima <strong>de</strong> la cabeza? ¡Maldito bicho!<br />

—¡Ji, ji! Cali, no seas mala.<br />

Una vez en el exterior, se volvieron para ver <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> habían salido.<br />

—Qué montaña más RIDÍCULA —se mofó Víctor.<br />

—No es ninguna montaña —aclaró Cristina—. Lo llaman monte<br />

Cronos. Solo es una pequeña colina sobre Olimpia.<br />

—Y tan pequeña —remachó Celoni—. Por eso no cabe ni una cueva<br />

<strong>de</strong>cente.<br />

•29•


—¡Mirad! —gritó Ibis, que echó a correr—. Allí está el camino. ¡Vamos,<br />

Cali!<br />

Aún no habían caminado cincuenta metros bor<strong>de</strong>ando la colina<br />

cuando se quedaron BOQUIABIERTOS por lo que vieron.<br />

—Así que esto es Olimpia —dijo Víctor, maravillado. Y se dirigió a<br />

Cristina para preguntar—: Por casualidad, no sabrás qué son todos<br />

esos edificios e instalaciones.<br />

—Claro que lo sé. Me he preocupado <strong>de</strong> investigarlo en el HIPER-<br />

MEGASUPERBIBLIOMUSEO mientras vosotros no parabais <strong>de</strong><br />

probaros sandalias.<br />

—Quien se probaba una sandalia tras otra era Celoni. Yo enseguida<br />

he encontrado unas que me iban bien.<br />

—¿Qué queréis que os diga? —se <strong>de</strong>fendió Celoni—. Todas me apretaban<br />

los pies. ¡Lo que me ha costado convencer a Gertrud para<br />

que me consiguiera unas <strong>de</strong> mi talla! ¡Se cree que calzo un pie <strong>de</strong>


<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong><br />

pulga! Y Víctor, riéndose todo el rato, no ayudaba mucho. Por cierto,<br />

he traído una bolsa <strong>de</strong> nueces. ¿Queréis?<br />

—Pero si todavía no hemos digerido las legumbres hablalenguas —<br />

protestó Cristina—. No sé cómo pue<strong>de</strong>s tener tanta hambre. ¡Ja, ja!<br />

—Yo me espero hasta que lleguemos al ESTADIO —dijo Víctor—.<br />

Allí, sentado cómodamente mirando los juegos, quizás sí que me<br />

apetezca picar un poco. ¿Cuántos espectadores caben, Cristina?<br />

—Unos cuarenta mil.<br />

—¡Hala! ¡Qué pasada! Habrá gente <strong>de</strong> toda <strong>Grecia</strong>.<br />

—Sí. De hecho, solo habrá HOMBRES —confirmó Cristina con poco<br />

entusiasmo.<br />

—¿Hombres? —se extrañó Celoni—. ¿Y las mujeres?


—No se nos permite entrar en el estadio.<br />

—Quieres <strong>de</strong>cir que no pue<strong>de</strong>n competir —trató <strong>de</strong> precisar el chico.<br />

—No. Quiero <strong>de</strong>cir que no po<strong>de</strong>mos entrar en el estadio. Lo tenemos<br />

PROHIBIDO. Si no se nos ocurre una buena i<strong>de</strong>a, Ibis y yo<br />

tendremos que quedarnos fuera.<br />

Celoni se <strong>de</strong>tuvo en seco y apretó con fuerza dos nueces que llevaba<br />

en una mano. <strong>Las</strong> cáscaras y las semillas cayeron al suelo<br />

<strong>de</strong>smenuzadas.<br />

—Un momento, prima. Eso ya lo sabías ANTES <strong>de</strong> meternos en la<br />

Máquina <strong>de</strong>l Tiempo…<br />

El profesor y yo no os<br />

habíamos dicho nada para<br />

que no os preocupaseis.<br />

•32•


<strong>Las</strong> <strong>olimpiadas</strong> <strong>de</strong> <strong>Grecia</strong><br />

Celoni puso los ojos en blanco y se golpeó en la frente con la palma<br />

<strong>de</strong> la mano que no tenía restos <strong>de</strong> nueces trituradas. Víctor trató<br />

<strong>de</strong> tranquilizarlo:<br />

—Venga, Celoni. Solo es un pequeño CONTRATIEMPO. Hay otros<br />

muchos lugares don<strong>de</strong> las <strong>de</strong>jarán entrar. ¿Verdad, Cristina?<br />

—Pues no estoy segura —confesó la chica.<br />

Reanudaron el camino <strong>de</strong> bajada hacia Olimpia. Celoni no paraba<br />

<strong>de</strong> murmurar que aquella misión iba a ser un DESASTRE. Ibis y Cali<br />

volvieron corriendo. Mientras Cali picoteaba las migajas <strong>de</strong> nueces<br />

que se le caían a Celoni, Ibis explicó:<br />

—Hemos llegado hasta el final <strong>de</strong>l camino. Hay una puerta para<br />

entrar en la ciudad vigilada por dos guardias. Llega mucha gente<br />

por una carretera ancha que pasa por encima <strong>de</strong> un río. Los guardias<br />

<strong>de</strong>jan entrar a los hombres, pero no a las mujeres. Qué raro,<br />

¿verdad?<br />

—¡Brrr! —gruñó Celoni.<br />

—Ah —continuó la pequeña—, y hay un chico muy MISTERIOSO<br />

cerca <strong>de</strong> la entrada.<br />

—¿Misterioso? —preguntó Víctor.<br />

—Sí. Está sentado y dibuja en el suelo con un palo. ¡Venid! ¡Ya veréis!<br />

•33•

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!