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Otra oportunidad
Lucrecia Hoyos
Capítulo 8
EL COJUSIN
Descargaron los muebles en un almacén exterior situado detrás de la casa y se fueron a
Valencia a devolver la camioneta. Ya pensaría qué hacer con ellos. Eran nuevos, quizá podría
venderlos en alguna plataforma de Internet.
Estuvieron un tiempo arreglando desperfectos. Juan trajo del pueblo a dos albañiles que
restauraron y pintaron la fachada. Con el permiso de Amalia, construyeron una pequeña cocina
exterior y un aseo con ducha, adosado a ella. Querían cocinar allí paellas, carnes y pescados a la
brasa y todo lo que se les ocurriera. Se estaban preparando para recibir a esos compañeros que
no sabían cómo ni dónde encontrar, pero Bárbara estaba segura de que aparecerían.
Durante el tiempo de las obras todo fue bien. Él estaba bastante animado y trabajaba mucho.
Comían en el bar. Bárbara fue explicándole los fundamentos de la vida en un cohousing.
Juan lo llamaba cojusin. A pesar de las clases de inglés que había recibido en la cárcel,
siempre andaba sumido, por aquellos tiempos, en unas voces internas que solo le hablaban en
castellano y no consiguió aprender casi nada y menos «la endiablada pronunciación de los hijos
de la Gran Bretaña», dijo.
—En valenciano es cohabitatge, ¿te gusta más así? —le preguntó Bárbara con una sonrisa
comprensiva.
—Sí, más fácil —contestó Juan.
Bárbara había asistido a las reuniones de Colla cohabitatge durante un año. Se necesitaba
un periodo de preparación para formar parte de un grupo como ese. Había que aprender a convivir
y desaprender todos los vicios individualistas y competitivos que la sociedad nos inocula. Intentó
trasladar el modelo a la Masía de la Torre, pero encontró muchos inconvenientes y las tensiones
se fueron interponiendo entre ellos.
Desde que terminaron las obras de restauración, Juan se perdía. Volvió a las cervezas, se
quedaba dormido en cualquier parte, no tenía reloj y el móvil descansaba siempre en su habitación,
nadie lo llamaba y él tampoco llamaba a nadie.
Un día, Bárbara, cansada de esperarlo en la gran cocina, salió a buscarlo. Lo encontró plácidamente
roncando bajo una higuera.
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Revista digital de Valencia Escribe
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