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Plagas
Aurora Rapún Mombiela
Llevan ya días exigiéndome que estudie el tema de las obras en el edificio. Como presidenta de nuestra
pequeña comunidad, debería haberlo hecho ya, pero siempre lo dejo para después. Francamente, me da
pereza y también un poco de miedo.
Están tan obsesionadas, que al final me he visto en la obligación de investigar el asunto en profundidad
a fin de ofrecerles esperanza. He correteado de aquí para allá, indagando en el ascensor, en los garajes,
escuchando lo que tienen que decir unos y otros. Hasta he
hecho el esfuerzo de pasarme por la reunión del administrador
con el equipo técnico… Y creo que el esfuerzo ha valido la pena
porque hoy, al fin, han podido dormir tranquilas. Se han relajado
al asegurarles que la empresa que se ha elegido esta vez para la
reforma es de total confianza. El contratista se ha fugado con el
dinero de la obra y ha dejado a toda la plantilla en la calle, así que
no hay de qué preocuparse. Nuestro hogar está a salvo. La perpetuación
de la especie está asegurada.
Más relatos de Aurora en: https://lahistoriaestaentumente.wordpress.com
Tatuaje
Ginés J. Vera
¿Sabes?, llevamos miles de años poblando este mundo. Mucho antes de que aparecieseis vosotros.
Nuestra existencia es discreta. A menudo, no reparáis en nuestra presencia. Aunque, curiosamente, millones
de personas nos temen allí donde se nos asocia con la muerte. Para nosotros, en cambio, todos
sois iguales; solo apreciamos ciertos matices. Por eso te elegí a ti. Ambas queríamos ser madres. Lo supe
nada más entrar. ¿Te sentías a salvo en la oscuridad, sumergida en el sueño? Llegué porque la noche era
calurosa y habías dejado la ventana abierta. Me acerqué despacio, es más, aún me tomé unos segundos
para rozar tu piel desnuda. Luego, lo de siempre. No es nada personal, ya te lo dije.
Puedes llamarlo instinto o necesidad. Para cuando quisieras darte cuenta, yo ya estaría
lejos. Tan silenciosa como de costumbre. Lástima que antes de marcharme cometiese
un pequeño error. Mi susurro junto a tu oído debió despertarte. Ya no importa.
Sé que la noche se transformó en luz. Con el fogonazo, traté de escapar hacia
el hueco de la ventana… pero no lo conseguí. No te guardo rencor, es ley natural. En
tu mano quedó una diminuta flor de sangre y mi vida.
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Revista digital de Valencia Escribe
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