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Módulo 2 Dolor Ostearticular 2024

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Introducción y objetivos<br />

Los estimados conservadores calculan que hasta 240 millones de personas en el<br />

mundo sufren de osteoartritis (OA), también conocida como artrosis u osteoartrosis.<br />

En promedio, las personas comienzan a experimentar los síntomas a la edad de 55<br />

años y viven más de 25 años con esta sintomatología. La OA reduce la movilidad,<br />

calidad de vida y la productividad con incremento en la morbilidad, uso de los<br />

servicios de salud y gasto social. En conjunto, la OA representa una carga individual<br />

y social muy grande y significativa. Más aún, debido a la expansión del<br />

envejecimiento de la población junto con mayor tiempo invertido en sedentarismo<br />

y la disminución de la actividad física, todos ellos contribuyentes importantes en la<br />

pandemia de la obesidad, se espera un incremento alarmante de la prevalencia de<br />

las enfermedades músculo esqueléticas para la década del 2040.<br />

Junto a la OA existen otras condiciones de afección articular (artritis) que son menos<br />

frecuentes como la artritis reumatoide, la condromalacia rotuliana o la artritis<br />

gotosa y que, a fin de cuentas, hay poca diferencia en el régimen terapéutico a<br />

utilizar.<br />

A pesar que la OA puede afectar las grandes, medianas y pequeñas articulaciones<br />

en términos de una afección inflamatoria y dolorosa, la rodilla es la más<br />

comúnmente afectada pudiendo aparecer en uno de cada ocho hombres y mujeres<br />

mayores de 60 años y es una de las primeras causas de discapacidad y limitación<br />

funcional en el anciano con graves repercusiones en la inversión sanitaria<br />

principalmente por la cirugía del reemplazo articular en los pacientes con<br />

enfermedad avanzada.<br />

Su prevalencia en Latinoamérica va del 2,3% al 20,4%, posiblemente por la marcada<br />

heterogeneidad geográfica, poblacional, étnica y cultural de los países donde se<br />

desarrolló el estudio.<br />

2.1. Nociones de la biología articular<br />

Las articulaciones son estructuras anatómicas que permiten la unión entre dos<br />

huesos. En la tabla 2.1 se especifican los distintos tipos de articulaciones con sus<br />

ejemplos respectivos.<br />

Tabla 2.1. Clasificación de las articulaciones


La biología articular descrita a continuación está dirigida a las sinoviales ya que ellas<br />

son las más importantes en la biomecánica corporal y las más frecuentemente<br />

afectadas por procesos degenerativos o inflamatorios; dentro de ellas, la<br />

descripción se enfocará en la articulación de la rodilla por lo comentado<br />

anteriormente.<br />

Las articulaciones sinoviales o diartrosis tienen movimiento libre, poseen una<br />

cápsula articular y membrana sinovial con líquido sinovial en su interior, lo cual les<br />

concede una mayor movilidad. Básicamente una articulación sinovial típica consta<br />

de (Figura 2.1):<br />

a. Cápsula articular de naturaleza fibrosa que envuelve a la articulación y<br />

delimita la cavidad articular.<br />

b. Membrana sinovial o sinovia que recubre internamente a la cápsula articular.<br />

La membrana sinovial es muy vascularizada para que ocurra el correcto intercambio<br />

de gases y solutos y también para la producción de líquido sinovial.<br />

Figura 2.1. Diversas estructuras de una articulación sinovial (rodilla)<br />

c. Líquido sinovial (LS) es un fluido viscoso transparente que constituye un<br />

ultrafiltrado del plasma; contiene diversos componentes que le confieren<br />

propiedades lubricantes, metabólicas y regulatorias, que disminuyen la fricción y<br />

desgaste del cartílago articular, siendo característico de las articulaciones<br />

sinoviales; también son fuente de nutrición de los condrocitos. El volumen y<br />

composición del líquido sinovial están determinados por la membrana sinovial y su<br />

vasculatura. En una rodilla normal está presente en cantidades pequeñas de 2,5 a 5<br />

mL. Este es eliminado por los vasos linfáticos con la ayuda del movimiento articular.<br />

El LS es un indicador de función articular. En articulaciones inflamadas se puede<br />

encontrar fibrinógeno, inmunoglobulinas (IgM), productos del complemento<br />

y proteinasas.<br />

d. Cartílagos articulares que recubren los extremos de los huesos para permitir<br />

una mayor movilidad, mejor contacto entre ellos y menor roce. El cartílago está<br />

constituido por un único tipo de células: los condrocitos; no tiene vasos


sanguíneos, ni terminaciones nerviosas ni linfáticas y su nutrición depende del<br />

líquido sinovial. Por estas razones es que una vez lesionado, no es capaz de<br />

repararse por sí mismo. La presión interarticular en reposo es de 0 a -5mmHg por lo<br />

que una presión alta interrumpe el flujo sanguíneo sinovial.<br />

e. Menisco, se trata de una almohadilla cuneiforme de tejido cartilaginoso,<br />

formadas por colágeno en un 60-70% y varios tipos de células relacionadas a su<br />

función amortiguadora, deslizante y regeneradora.<br />

Finalmente, la articulación puede estar reforzada interna y/o externamente por una<br />

serie de ligamentos articulares que no son más que bandas fuertes de tejido fibroso<br />

que conectan hueso con hueso (como es el caso de los ligamentos cruzados de la<br />

rodilla) o un cartílago con hueso.<br />

Hoy día existe una concepción más funcional del denominado binomio osteomuscular<br />

y los tendones, estructuras que concentran la fuerza de una masa de<br />

músculos en un solo punto en un hueso o la distribuyen en varios huesos. En la unión<br />

miotendinosa las fibras musculares se unen al tendón por fibras de colágeno. En la<br />

unión ósea las fibras de colágeno se unen a las fibras cartilaginosas para osificarse y<br />

unirse al hueso. El músculo es un estresor de vital importancia para la salud ósea<br />

y de allí la importancia de la actividad física en todas aquellas situaciones donde<br />

se requiere de la rehabilitación (como el caso de fractura o enfermedad articular)<br />

o para asegurar una mayor integridad ósea como en el retardo en la progresión<br />

de la osteoporosis. Todavía se discute si la OA es causa o consecuencia de la<br />

debilidad muscular.<br />

2.2. Fisiopatología de la osteoartritis articular<br />

En la mayoría de los pacientes, la OA se desarrolla después de un largo tiempo de<br />

exposición a los efectos nocivos de los factores de riesgo y ello está reflejado por<br />

una íntima correlación entre la mayor edad y la prevalencia de OA. Mientras que los<br />

cambios relacionados con el envejecimiento ocurren en los tejidos articulares en la<br />

mayoría de la población, más notablemente en el cartílago articular, las<br />

manifestaciones sintomáticas o los cambios radiográficos de la OA no se evidencian<br />

en todos los sujetos a pesar de su avanzada edad. Este patrón de envejecimiento<br />

articular y OA sugiere que la edad no necesariamente causa OA, sino que los<br />

cambios relacionados al envejecimiento proveen las bases sobre las cuales puede<br />

iniciarse la OA.<br />

Los sujetos con factores de riesgo específicos para OA están sometidos a una tasa<br />

acelerada de modificaciones que son similares a las asociadas con la edad. Esta<br />

noción es consistente con el concepto general que el envejecimiento es la<br />

consecuencia de un desequilibrio entre los estresores que causan daño y los<br />

mecanismos de reparación o que protegen contra dicho daño. El proceso de<br />

envejecimiento es sistémico y afecta a todos los tejidos y órganos por igual. Sin<br />

embargo, determinados cambios a nivel celular o epigenético en tales tejidos u<br />

órganos pueden exceder la amplitud del envejecimiento normal y “disparar” o


desencadenar el desarrollo de enfermedades relacionadas a la edad en un órgano<br />

en particular.<br />

Sin lugar a dudas, la fisiopatología de la OA es uno de los temas que ha generado un<br />

alto número de investigaciones experimentales y clínicas en los últimos años, debido<br />

a que la comprensión final de los fenómenos involucrados permitiría generar<br />

estrategias de prevención para el desarrollo de la OA o, al menos, retardar o evitar<br />

la progresión de la misma.<br />

Como se mencionó, tradicionalmente se consideraba a la OA de rodilla como una<br />

condición netamente mecánica, dándosele importancia capital a las sobrecargas<br />

articulares asociadas a alteraciones de eje (rodillas varas o genus varus,<br />

principalmente), a las lesiones traumáticas y a las inestabilidades<br />

multiligamentarias. En la actualidad y gracias a la evidencia derivada de numerosos<br />

estudios de investigación se reconoce a la OA como una enfermedad multifactorial<br />

donde diversas noxas son capaces de generar y perpetuar el daño sobre el<br />

cartílago articular, con la posterior o simultánea respuesta de la membrana<br />

sinovial y del hueso subcondral (Figura 2.2). De esta forma, cuando se compromete<br />

la matriz extracelular condral (MEC) se genera una disminución en la capacidad de<br />

retención de agua perdiendo el tejido resistencia, resiliencia y elasticidad frente a<br />

la compresión aumentando el daño del tejido circundante.<br />

Figura 2.2. Cambios histopatológicos en el cartílago articular en la OA<br />

y referencia al cartílago articular normal.<br />

Debido a la baja tasa de recambio celular y a la pobre capacidad de reparación del<br />

cartílago, éste no logra compensar el daño sufrido, generándose finalmente el<br />

proceso de la OA.<br />

Independientemente de cuál sea la causa original del daño, los fibroblastos de la<br />

membrana sinovial responden secretando diversas citocinas y factores inflamatorios<br />

(interleucina-1 e interleucina-8 (IL-1, IL-8), factor alfa de necrosis tumoral (TNF-α),<br />

metaloproteinasas [MMP], entre otras) los cuales desencadenan un proceso


inflamatorio de bajo grado con degradación de los componentes de la MEC<br />

incluyendo colágeno y proteoglucanos por la inducción de varias MMP a través de<br />

macrófagos activados de la sinovial, fibroblastos de la sinovial o de los mismos<br />

condrocitos. Estas citocinas facilitan directamente la persistencia de la inflamación<br />

articular y la destrucción del cartílago articular en la OA. Particular mención<br />

merece la IL-1 porque participa en el catabolismo del condrocito, además, estimula<br />

la síntesis y activación de las MMP, que condicionan la degradación de la matriz<br />

extracelular del cartílago articular y la muerte de los condrocitos. Las<br />

prostaglandinas, específicamente la prostaglandina E-2 (PGE 2) media los efectos<br />

proinflamatorios. El óxido nítrico, el gas protector del endotelio vascular, activa las<br />

MMP, aumenta la producción de radicales libres e induce la apoptosis del condrocito<br />

por la alteración de la homeostasia iónica.<br />

Estos factores inflamatorios se mantienen presentes en la articulación,<br />

independiente del tratamiento corrector de la causa originaria del daño condral<br />

(por ejemplo, estabilizaciones ligamentarias, reducción de fracturas, corrección de<br />

ejes, etc.) pudiendo mantener la progresión del daño articular (Figura 2.3).<br />

La respuesta insuficiente del hueso subcondral reemplaza el cartílago hialino por<br />

fibrocartílago constituido principalmente por colágeno tipo I, lo que le confiere una<br />

inferior calidad y capacidad mecánica a la vez que se produce un proceso de<br />

hipertrofia del hueso subcondral, caracterizado por angiogénesis con penetración<br />

de los neovasos en la capa profunda del cartílago articular y apoptosis condral<br />

seguido por la mineralización de la MEC, lo que se aprecia clínicamente con la<br />

formación de osteofitos, geodas y disminución del espacio articular (Figura 2.4).


Figura 2.4. Inflamación, angiogénesis y hueso subcondral<br />

La angiogénesis (formación de nuevos vasos sanguíneos) juega un papel<br />

fundamental en la inflamación tisular y el daño del cartílago que acompaña a la OA<br />

y parece ser un mecanismo crítico en la persistencia de la enfermedad y del<br />

remodelado del hueso subcondral. La angiogénesis facilita la invasión de células<br />

inflamatorias y aumenta la densidad local de los receptores de dolor. En<br />

consecuencia, la inhibición de la angiogénesis representa una ruta promisoria en el<br />

control de la inflamación y del dolor en la OA. El condroitín sulfato es un fármaco<br />

que ha demostrado propiedades antiangiogénicas al controlar el balance entre<br />

factores pro y antiangiogénicos.<br />

Abreviaturas. HIFα: Factor inductor de hipoxia; IL-: Interleucinas; PGE2:<br />

Prostaglandina E2; MMP: Metaloproteinasas de la matriz; ROS: Especies de oxígeno<br />

reactivo; VEGF: Factor de crecimiento del endotelio vascular; TSP: Trombospondina:<br />

NF-κB: Factor nuclear kapa beta (NFκB).<br />

Fenotipos de la OA. Por muchos años, las características particulares de los<br />

pacientes no fueron tomados en cuenta para el manejo de la OA; además había<br />

pocas opciones posibles en el arsenal terapéutico y una evidencia limitada que el<br />

tratamiento pudiera modificar el curso de la enfermedad en diferentes tipos de<br />

pacientes. No fue sino hasta hace pocos años que el desarrollo de varios recursos<br />

potencialmente terapéuticos farmacológicos y no farmacológicos con distintos<br />

mecanismos de acción impulsó a la necesidad de definir grupos homogéneos de<br />

pacientes para adecuar individualmente el tratamiento de acuerdo a los subtipos<br />

específicos de OA. Por otro lado, las investigaciones en la patogénesis también<br />

revelaron que cada uno de los factores comunes de riesgo en la OA puede tomar<br />

distintas rutas de mecanismo de acción y, por tanto, los mediadores que favorecen


el desarrollo de la OA en los adultos mayores puede ser diferente de aquellos que<br />

promueven la OA luego de una lesión articular en un joven o en una persona obesa.<br />

De estas argumentaciones y con la experiencia ganada en la investigación del cáncer<br />

surge la inquietud de investigar los posibles fenotipos en la OA, los cuales pueden<br />

entenderse como diversos subtipos de OA que comparten elementos<br />

patobiológicos distintos y mecanismos de dolor con sus consecuencias<br />

estructurales y funcionales. Como las intervenciones terapéuticas usualmente<br />

están dirigidas a uno o a pocos de los mecanismos de la enfermedad, no pueden ser<br />

igualmente efectivas para todos los fenotipos. En consecuencia, cualquier<br />

capacidad de modificar la enfermedad de una intervención en un grupo de<br />

pacientes puede ser diluida por la carencia de eficacia en otros grupos. Por otro<br />

lado, las medidas representativas de desenlaces de eficacia pueden ser diferentes<br />

entre los fenotipos de la OA.<br />

En consecuencia, identificar los fenotipos de pacientes permitirá la detección precoz<br />

de la enfermedad en sus etapas iniciales así como distinguir a los sujetos con<br />

elevado riesgo de progresión, lo cual a su vez puede ser utilizado para elaborar guías<br />

de orientación clínica y permitir el diseño de intervenciones terapéuticas más<br />

efectivas y específicas.<br />

Los pacientes pueden clasificar para uno o más fenotipos a un mismo tiempo y esto<br />

pudiera ayudar a predecir o estimar el futuro estructural y/o curso clínico de la<br />

enfermedad (por ejemplo, el pronóstico) y definir los objetivos terapéuticos<br />

potencialmente efectivos en pacientes con alto riesgo de progresión de la<br />

enfermedad. De allí que hoy día el estudio de la OA no está centrado en un elemento<br />

articular exclusivamente sino que se analiza el daño de uno en función de su impacto<br />

o repercusión sobre los demás elementos, lo que además repercute en la estrategia<br />

terapéutica ya que habrá fármacos o intervenciones que sean más efectivos en unos<br />

que en otros pacientes, lo cual hace más complejo y desafiante el manejo de estos<br />

pacientes.<br />

Este concepto de la heterogeneidad de la OA y sus fenotipos está ganando una<br />

rápida aceptación con un crecimiento progresivo en cuanto a grupos de<br />

investigación, iniciativas y estudios clínicos y hasta el momento se acepta que<br />

existen cuatro endotipos etiquetados como inflamatorios, afectación hueso<br />

subcondral, metabólico y relacionados a la senescencia.<br />

Artritis y artrosis<br />

La artritis y la artrosis suelen confundirse porque tienen una cosa en común: afectan<br />

a las articulaciones y producen dolor. Las enfermedades emblemáticas son la artritis<br />

reumatoide en el caso de la artritis y la osteoartritis en el caso de la artrosis. En la<br />

tabla 2.2. se resumen las distinciones entre artritis y artrosis.


Tabla 2.2. Diferencias principales entre artritis y artrosis<br />

2.3. Los actores en la enfermedad articular<br />

El advenimiento de nuevas técnicas de imagenología con estudios ofreciendo mayor<br />

cantidad de detalles, particularmente la resonancia nuclear (RM), ha permitido el<br />

reconocimiento de la OA como una enfermedad que afecta a toda la articulación,<br />

incluso se ha podido comprobar la estructura anormal del hueso en la banda<br />

subcondral con quistes y lesiones de la médula ósea (Figura 2.5). Estos avances en<br />

la imagenología ósea han permitido documentar la aparición temprana, la<br />

progresión de la enfermedad y distinguir algunos de los fenotipos comentados<br />

anteriormente.<br />

Figura 2.5. OA de rodilla con diferentes técnicas imagenológicas.


Estudios imagenológicos en una pacientes de 57 años con OA con dolor e<br />

inflamación de rodilla.A) Estudio de radiografía convencional mostrando una severa<br />

pérdida del espacio interarticular (flecha); B) Tomografía computada (TC) de la<br />

misma rodilla mostrando el acercamiento de los huesos, osteofitos y esclerosis<br />

subcondral (Flecha); C) TC tridimensional que muestra en mayor detalle los<br />

osteofitos como prolongaciones de la tibia y el fémur (flechas); D) RM que muestra<br />

lesiones hipodensas de médula ósea y fémur y tibia (flechas).<br />

Brevemente se revisará la participación de todos estos actores en el desarrollo y<br />

progresión de la OA.<br />

a. Cartílago articular. El atributo patológico característico de la OA es la<br />

pérdida del cartílago articular que típicamente se reconoce en la radiografía<br />

simple como una reducción en el espacio articular. La pérdida del cartílago y la<br />

perturbación de la mecánica articular están vinculados con los intentos de<br />

reparación con la<br />

ocurrencia de neoformación de hueso y el desarrollo de esclerosis subcondral y<br />

osteofitos (Figura 2.6).<br />

Figura 2.6. El cartílago articular como campo de batalla en la OA.<br />

b. Meniscos y ligamentos. Los cambios patológicos en el menisco en la OA<br />

tienen similitud con los ocurridos con el envejecimiento en el cartílago<br />

articular, incluyendo disrupción de la matriz, fragmentación fibrilar, acúmulos<br />

celulares, calcificación y muerte celular. Existe una correlación significativa<br />

entre los cambios morfológicos producidos por la OA tanto en el cartílago como<br />

en el menisco de las mismas articulaciones. También en el menisco se ha


observado un incremento en la penetración vascular acompañada de una mayor<br />

densidad de terminaciones nerviosas, lo cual puede estar relacionado a la<br />

capacidad del menisco de ser fuente de dolor en la OA de rodilla.<br />

En relación a los ligamentos, la evidencia disponible indica que ocurren cambios<br />

sustanciales estructurales en los ligamentos en las rodillas con OA que no están<br />

relacionados a traumatismo, sino presumiblemente por mediadores como<br />

citoquinas o MMP que afectan estas estructuras y la MEC. Así por ejemplo, la<br />

rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) de la rodilla es más común en los<br />

pacientes con OA sintomática de rodilla que en aquellos sin síntomas. También<br />

se ha informado que menos de la mitad de sujetos con rotura del LCA acusan<br />

antecedentes de injuria en rodilla, lo que hace suponer que el daño o deficiencia<br />

del LCA es un aspecto aún poco conocido.<br />

c. Hueso. Las propiedades estructurales y funcionales del hueso periarticular<br />

representan la adaptación dinámica a los factores biomecánicos. Los cambios<br />

en el volumen del hueso subcondral y la densidad que caracteriza el proceso<br />

osteoartrítico reflejan el antecedente de agresión de los factores de riesgo,<br />

particularmente a la carga ejercida sobre la misma (Figura 2.7).<br />

Figura 2.7. Progresión del daño articular en la OA.<br />

Estos efectos de la carga pueden producir cambios en el grosor (altura) y<br />

densidad del hueso subcondral. El remodelado óseo en la OA puede ser iniciado<br />

en los sitios donde ocurre algún daño a consecuencia de la carga repetitiva<br />

excesiva.<br />

d. Membrana sinovial. Bajo condiciones fisiológicas normales la membrana<br />

sinovial consiste de una delgada capa de células con características de<br />

macrófagos u fibroblastos. Estas células y el estroma vascularizado de tejido


conectivo subyacente forman una estructura compleja que es una fuente<br />

importante de los componentes del líquido sinovial (LS) que son imprescindibles<br />

para el normal funcionamiento del aparato articular. Los cambios histológicos<br />

observados en la membrana sinovial en la OA generalmente incluye rasgos<br />

indicativos de una sinovitis inflamatoria con un rango de anormalidades<br />

específicas, tales como hiperplasia de la cara interna de la membrana,<br />

infiltración de macrófagos y linfocitos, neoangiogénesis y fibrosis (Figura 2.8). El<br />

patrón de la reacción sinovial varía con la duración de la enfermedad, los<br />

factores de riesgo presentes y los cambios metabólicos y estructurales<br />

asociados que ocurren en las demás estructuras de la articulación.<br />

Los productos de la degradación del cartílago liberados en el líquido sinovial son fagocitados por<br />

las células sinoviales, amplificando así la inflamación sinovial. A su vez las células sinoviales<br />

activadas producen mediadores catabólico y proinflamatorios (interleucina-1 [IL-1],<br />

interleucina-6 [IL-6] y el factor alfa de necrosis tumoral [TNFα] entre muchas otros) que<br />

conducen a la producción excesiva de enzimas proteolíticas que debilitan aún más el cartílago,<br />

creando así un círculo vicioso. Adicionalmente, la respuesta inflamatoria es magnificada por<br />

células sinoviales T, células B y macrófagos. A su vez, la sinovial inflamada contribuye a la<br />

formación de osteofitos.<br />

Figura 2.8. La tormenta articular en la OA.<br />

La mayoría de las investigaciones han concluido que la presencia de sinovitis en la<br />

OA está asociada con manifestaciones dolorosas más intensas y persistentes junto<br />

con la disfunción articular. Además, la sinovitis representa un factor de predicción<br />

de una mayor velocidad de progresión en el daño articular (particularmente, la<br />

pérdida del cartílago) en ciertas poblaciones de pacientes.<br />

En resumen, la OA implica una afectación de todos los elementos que conforman<br />

la articulación en momentos diferentes y en un mayor o menor grado de agresión<br />

dependiendo de los factores de riesgo, los mecanismos involucrados,<br />

particularmente los mediadores moleculares, entre otros, las citocinas<br />

proinflamatorias, interleucinas, factor alfa de necrosis tumoral, etc., que con el<br />

transcurso del tiempo llevará a la destrucción del cartílago y a la deformidad de la<br />

articulación con pérdida de su alineación (Figura 2.9).


Representación esquemática del proceso articular en la OA de rodilla, resumiendo la actuación e<br />

interacción de los distintos actores. El balance exacto del compromiso tisular y sus interacciones es<br />

dependiente tanto de la articulación como el subtipo (fenotipo) de la OA. La pérdida del cartílago<br />

articular tipifica a la OA pero el balance exacto del compromiso tisular y la interacción depende del<br />

sitio de la articulación, estadio y subtipo de la enfermedad.<br />

Figura 2.9. Actores y modificadores en la escena de la OA de rodilla.<br />

2.4. Inflamación y daño del cartílago en la enfermedad osteoarticular<br />

Aunque la destrucción y la pérdida del cartílago articular son un componente central<br />

de la OA, todos los tejidos articulares se ven afectados de alguna manera, lo que<br />

indica que es una enfermedad de la articulación como un órgano en conjunto. Los<br />

factores mecánicos desempeñan ciertamente un papel clave en su desarrollo y<br />

progresión y hay cierto debate en el campo en cuanto al efecto en que la OA es<br />

mediada por la mecánica anormal de las articulaciones. A medida que avanza, la OA<br />

afecta a toda la articulación lo que resulta en deterioro de todos los componentes.<br />

Sin embargo, la OA no progresa a una tasa similar en todos los individuos y no<br />

todos los que tienen una enfermedad temprana padecerán una OA más grave. La<br />

predicción de los pacientes que avanzarán a las etapas finales de la enfermedad<br />

sigue siendo un reto, razón por la cual la investigación se ha esforzado en definir los<br />

distintos fenotipos de la afección.<br />

De las alteraciones en la alineación de los miembros inferiores, el geno varo es la<br />

que con más frecuencia condiciona al paciente a desarrollar una artrosis o, en el<br />

peor de los casos, la agrava. Durante la marcha, la carga del apoyo es hacia el<br />

compartimiento interno; hay que recordar que en el plano frontal un eje de cinco


grados se considera aceptable. El eje de carga mecánica normal debe pasar por el<br />

centro de la articulación; trazando una línea debe atravesar desde la cabeza del<br />

fémur hasta la parte media, de la articulación del tobillo; cuando el eje mecánico<br />

pasa por el compartimiento medial, se dice que es geno varo (Figura 2.10). El geno<br />

valgo es mucho mejor tolerado, ya que el compartimiento externo de la rodilla está<br />

menos sobrecargado, y en los geno valgos mayores de diez grados pueden<br />

evolucionar a la artrosis. El eje mecánico pasa por el compartimiento lateral o<br />

externo, sobrecargando más la articulación y aumentando la incidencia de la<br />

deformidad angular.<br />

En resumen, si la rodilla cae por fuera del eje, hablamos de geno varo, mientras si<br />

la rodilla está por dentro del eje se forma el geno valgo; vale recordarlo que el<br />

varo se puede asociar a la analogía de dos paréntesis ( ) y el valgo como paréntesis<br />

opuestos ) ( (Figura 2.10). Ambas traen como consecuencia una sobrecarga de las<br />

estructuras del compartimiento interno (en el varo) y del compartimiento externo<br />

(en el valgo) de la articulación de la rodilla. En el geno valgo avanzado las rodillas se<br />

aproximan por su cara interna mientras que los tobillos se separan, en el varo ocurre<br />

lo opuesto.<br />

Figura 2.10. Alteraciones en la alineación de los miembros inferiores.<br />

El dolor en la OA. Durante muchos años el dolor de la OA ha sido descuidado con<br />

numerosas falsas creencias en mecanismos y tratamientos, muchos de ellos<br />

empíricos. Actualmente, se asocia con importantes necesidades no cubiertas:<br />

cuestionarios específicos de evaluación del dolor de OA, analgésicos efectivos y<br />

seguros (especialmente para los pacientes ancianos) y en el caso de las terapias de


eemplazo articular, la prevención del dolor postoperatorio. Quizás el dolor sea la<br />

imagen que mejor refleja el proceso de la OA, por ser de intensidad variable, aunque<br />

a veces muy severo con un amplio rango de variaciones, crónico, restringe la<br />

movilidad e influye negativamente en la calidad de vida.<br />

El dolor es el síntoma principal de la OA, y abarca tanto mecanismos centrales<br />

como periféricos y está etiquetado como una señal de alarma en correlación con<br />

la severidad de la degradación articular y provienen de la estimulación de<br />

nociceptores periféricos y las señales transmitidas por varios neurotransmisores<br />

(glutamato, aspartato, sustancia P, etc) que viajan hasta el cerebro por vía del<br />

fascículo espinotalámico lateral de la médula espinal, la cual alcanzan a través de<br />

tres tipos de fibras, provenientes de territorios distintos (Figura 2.11).<br />

Figura 2.11. Generación del dolor articular y vía de transmisión central.<br />

Al parecer existe una interacción entre inflamación y dolor, donde el proceso<br />

inflamatorio incrementa la sensibilidad al dolor, lo que a su vez favorece la respuesta<br />

inflamatoria. Los marcadores de inflamación (citocinas, interleucinas, quimiocinas,<br />

leucotrienos, prostaglandinas, MMP, etc.) inician una cascada de eventos que<br />

conducen a la sensibilización periférica.<br />

El dolor de la OA puede presentar distintas características clínicas: dolor constante<br />

e intermitente con o sin componente neuropático, con o sin sensibilización central<br />

y su percepción está influenciado por múltiples factores ambientales (por ejemplo<br />

condiciones climáticas), psicológicos, constitucionales y hasta culturales.<br />

La valoración global de la OA puede realizarse por los cuestionarios WOMAC o<br />

Lequesne, los cuales incluyen gradación de la intensidad de dolor, y al mismo tiempo<br />

de la rigidez articular y numerosos puntos relacionados con la función. Es<br />

importante considerar que la intensidad del dolor por OA no siempre se<br />

correlaciona con la degradación articular, aunque hay que interpretarlo como un<br />

signo de alarma.


Valoración de la intensidad del dolor en la OA. Usualmente se categoriza mediante<br />

una escala analógica visual y numérica como se describió en el módulo 1.<br />

El cuestionario del dolor de McGill (MPQ) ha sido validado para pacientes con dolor<br />

por OA de rodilla y cadera para estudios más extensos.<br />

Una iniciativa reciente de la OARSI (Osteoarthritis Research Society International) y<br />

de la OMERACT (Outcome Measures in Rheumatology) ha investigado muchas<br />

dimensiones del dolor por OA a través del cuestionario de la ICOAP (<strong>Dolor</strong> de<br />

Artrosis intermitente y constante), el cual define dos condiciones diferentes en la<br />

OA: intermitente y constante, siendo el dolor intenso e intermitente el que más<br />

impacto tiene en la calidad de vida. Estos cuestionarios son específicos para el dolor<br />

por OA.<br />

El análisis cualitativo del dolor por OA se puede realizar mediante la Escala<br />

Inventario de Síntomas de Artrosis (OASIS por OsteoArthritis Symptom Inventory<br />

Scale). OASIS se dedica a caracterizar la calidad del dolor de la OA y podría<br />

eventualmente ser útil en la definición de los diferentes fenotipos del dolor por OA<br />

por estar basado en siete dimensiones de la emergencia del dolor: descripción<br />

sensorial, síntomas relacionados a la OA, perfil de variabilidad del dolor, factores<br />

desencadenantes del dolor, actividad física y dolor, ánimo e imagen y los síntomas<br />

físicos generales.<br />

Algunos autores han examinado el componente neuropático en el dolor de OA<br />

usando el painDETECT y la escala LANNS, y han confirmado que el dolor de OA<br />

debería ser considerado como un dolor mixto, que necesita de una valoración clínica<br />

más precisa para que pueda orientar mejor a aproximaciones terapéuticas<br />

específicas.<br />

La escala WOMAC (The Western Ontario and McMaster Universities Osteoarthritis<br />

Index), recoge tres aspectos fundamentales entre los que se encuentran el dolor con<br />

cinco ítems, rigidez dos ítems y función física 17 ítems. Esta escala es una de las más<br />

usadas a nivel internacional, se ha traducido a todos los idiomas, ha sido validada<br />

en diferentes países y se fundamenta en lo referido por los pacientes que sufren de<br />

esta enfermedad, en ella el médico no realiza comprobación alguna si lo que refiere<br />

el enfermo es real o no. No precisa con exactitud el grado de fuerza muscular ni de<br />

movimiento articular, lo que representa un aspecto muy importante al valorar la<br />

necesidad de cirugía, muy en especial la realizada por la vía artroscópica.<br />

El cuestionario de salud SF (Short Form) recopila 36 aspectos donde cada uno<br />

presenta de dos a seis ítems, todos referidos por el enfermo a los que se le asigna<br />

una puntuación que es valorada en el transcurso de la evolución del enfermo.<br />

Presenta las mismas desventajas de la escala de WOMAC descritas con anterioridad,<br />

además de ser extremadamente larga para llenar por parte del enfermo.<br />

La escala KOOS (Knee injury and Osteoarthritis Outcome Score) es otra de los<br />

cuestionarios utilizados, cuenta con varios aspectos como: síntomas con cinco<br />

ítems; entumecimiento, dos ítems; dolor, nueve ítems; actividades diarias, 17 ítems;<br />

actividades deportivas y recreacionales, cinco ítems y calidad de vida, cuatro ítems.<br />

Es una gradación también basada en aspectos subjetivos que plasman los enfermos,


su uso es más amplio tanto para pacientes con artrosis y traumatismos de la rodilla<br />

entre los que se incluyen reparación de ligamentos cruzados y lesiones de meniscos.<br />

Recursos terapéuticos en la OA. Actualmente no existe cura para esta afección y el<br />

tratamiento está prácticamente confinado al alivio de los síntomas y todavía no existe<br />

una droga aprobada que modifique el curso de la enfermedad. Ciertamente, ha<br />

ocurrido un gran avance en la investigación de nuevas drogas dirigidas a blancos<br />

específicos como es el caso de los inhibidores de la inflamación sinovial, agentes que<br />

actúan sobre la vascularidad del hueso o bloqueadores de la actividad osteoclástica, etc.,<br />

con resultados poco exitosos.<br />

En consecuencia, el tratamiento del dolor representa gran parte del manejo de la<br />

OA. La escalera analgésica de la OMS no es aplicable en estos casos. El manejo del<br />

dolor en la OA siempre debe combinar el abordaje farmacológico y no farmacológico<br />

como se resume a continuación.<br />

Estrategias farmacológicas. Muchas de ellas se consideran eficaces y el tema de<br />

seguridad es un asunto de preocupación en algunos de estos fármacos,<br />

especialmente en tratamiento prolongado y en sujetos frágiles o con varias<br />

patologías. En líneas generales y brevemente:<br />

• Paracetamol (acetaminofén). Recomendado de forma común para el dolor en OA,<br />

pero su efecto analgésico es débil y su perfil de seguridad está siendo<br />

reconsiderado, especialmente en pacientes ancianos.<br />

• Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) son más efectivos pero no seguros para<br />

su uso a largo plazo; algunos AINEs tienen una formulación para tratamiento<br />

tópico.<br />

• Coxibes: En la actualidad formado por dos productos (etoricoxib y celecoxib) con<br />

excelentes propiedades antiinflamatorias y perfil de seguridad gastrointestinal,<br />

aunque de cierto riesgo para pacientes con problemas cardiovasculares.<br />

• SADOAs (Drogas de acción lenta en OA por Slow acting drugs for osteoarthritis).<br />

Este grupo lo integran ciertos fármacos caracterizados por un inicio lento de acción<br />

con una eficacia global en aliviar la sintomatología pero con una excelente<br />

tolerabilidad. Incluyen fundamentalmente condroitín sulfato (CS), glucosamina, la<br />

combinación de ambos, diacerina y los insaponificables de palta y soja. Al parecer<br />

los pacientes que más se benefician son los portadores de OA primaria en grado 2<br />

de Kellgren/Lawrence. Sin embargo, poco se conoce sobre la eficacia relativa de<br />

CS, glucosamina o su combinación en los diferentes grupos de edad o en los<br />

diferentes estadios de la OA. En un reciente estudio de dos años de duración y<br />

comparativo con celecoxib, el efecto del CS se tradujo en cambios<br />

estadísticamente significativos en la reducción de la pérdida del cartílago en<br />

comparación con celecoxib con eficacia similar en disminuir los síntomas en<br />

pacientes con OA de rodilla.<br />

• Combinaciones. Quizás es la estrategia más comúnmente utilizada en el<br />

tratamiento del dolor en la OA y generalmente se utiliza un antiinflamatorio (AINE<br />

o coxibe) junto a un SADOA con la posibilidad de utilizar paracetamol de acuerdo


a la intensidad del dolor o por demanda. En casos severos se maneja el dolor con<br />

opioides leves e infiltración con corticoesteroides.<br />

• Opioides débiles como la codeína o el tramadol son fármacos de elección para el<br />

dolor más intenso, mientras que los opioides fuertes no demuestran mayor<br />

eficacia y tienen problemas de tolerabilidad, especialmente en los ancianos.<br />

• Infiltraciones locales (esteroides y Ácido Hialurónico) son efectivas en el control<br />

del dolor agudo e intenso, especialmente en el proveniente de la OA de rodilla.<br />

Abordaje no farmacológico. Representan el más seguro, económico y<br />

probablemente el más efectivo de los tratamientos del dolor en la OA. Estos incluyen<br />

numerosas estrategias con validez heterogénea y entre los más efectivos se cuentan:<br />

• Aplicación tópica de calor +/- ungüentos de AINE.<br />

• El ejercicio, especialmente el fortalecimiento acuático (aquaterapia) y flexibilidad<br />

han demostrado importantes efectos analgésicos al igual como mejoras en la<br />

funcionalidad.<br />

• La pérdida de peso en obesos o con sobrepeso es efectiva en el dolor de rodilla.<br />

• El Tai-Chi, la acupuntura y la aplicación de radiofrecuencia ayudan en el alivio del<br />

dolor.<br />

Finalmente, la cirugía de reemplazo (artroplastia) es una opción en la OA dolorosa y<br />

severa que se acompaña con pérdida importante de la función. De hecho, a pesar de<br />

ser muy efectiva en la OA de cadera, muchos estudios han demostrado que entre el<br />

20 y el 25 % de los pacientes con dolor de rodilla secundario a OA persiste el dolor<br />

tras la cirugía.<br />

2.5. Factores de riesgo e historia natural de la enfermedad<br />

Desde mucho tiempo atrás ha llamado la atención la gran variabilidad en la<br />

presentación clínica y pronóstico a largo plazo de esta afección y todavía, hoy día, la<br />

heterogeneidad de la OA se mantiene como un reto en la práctica clínica y en la<br />

investigación. El amplio rango de factores de riesgo y condicionantes que están<br />

asociados a la afección y resumidos en la figura 2.12 indican que puede haber<br />

numerosas rutas subyacentes o desconocidas que conducen a desenlaces similares


Figura 2.12. Representación esquemática de los principales factores de riesgo de OA.<br />

en la destrucción de la articulación, de allí la importancia de la investigación en<br />

cuanto a los fenotipos para distinguir los diferentes subtipos de la afección e indicar<br />

el tratamiento individualizado correspondiente.<br />

A pesar de la naturaleza multifactorial de la OA, los cambios patológicos observados<br />

en las articulaciones con OA tienen rasgos comunes que afectan a toda la estructura<br />

de la articulación resultando en dolor, deformidad y pérdida de la función (Figura<br />

2.13).<br />

Figura 2.13. <strong>Dolor</strong> como expresión final del proceso artrítico


En resumen, dentro de las categorías de los factores de riesgo los relacionados a<br />

la mecánica articular merecen una mayor atención ya que la mayoría de ellos de<br />

alguna manera combinada resultan en áreas focales de daño articular que tienden<br />

a localizarse en zonas “sobrecargadas” e indican que el proceso patológico es<br />

fundamentalmente mecánico, por ej., la presencia de varo de rodilla más la<br />

obesidad predicen progresión de la enfermedad.<br />

La figura 2.14 resume el complejo escenario de la OA y la estrecha relación entre<br />

factores de riesgo, clínica y las señales moleculares, especialmente estas últimas que<br />

han cobrado una gran relevancia en la investigación, diagnóstico precoz y tipificación<br />

del fenotipo.<br />

Figura 2.14. Representación esquemática de los principales factores de riesgo de OA.<br />

La evolución de la OA es lenta, usualmente toma muchos años. Una vez<br />

establecida, la condición puede permanecer clínica y radiológicamente<br />

relativamente estable por varios años. Algunos estudios han sugerido que ciertos<br />

factores de riesgo selectivamente influyen la progresión (obesidad, mala alineación,<br />

diátesis poliarticular, lesión articular, depósito de cristales y actividad física de alto<br />

impacto) y que entre el 50% de los pacientes con OA radiográfica con frecuentes<br />

síntomas articulares, la resonancia magnética distingue que aquellos con síntomas<br />

articulares muestran lesiones edematosas en médula ósea, lesiones de meniscos,<br />

derrame e hipertrofia sinovial en comparación con los que no se quejan de<br />

síntomas.<br />

Visto que los hábitos poco saludables ganan terreno en el comportamiento de la<br />

humanidad es conveniente mencionar que el sedentarismo, aparte de ser un factor<br />

contribuyente a la obesidad y enfermedades cardiometabólicas, es una actitud que se<br />

acompaña de pérdida en el tono muscular y de adopción de posturas incorrectas. Otro


aspecto a resaltar es la dieta hipercalórica por ser responsables de la obesidad que<br />

afecta los procesos metabólicos y sobrecarga las articulaciones, especialmente cadera y<br />

rodilla.<br />

En cuanto a los nutrientes se ha señalado a la hipovitaminosis C y D como<br />

potenciales factores de riesgo para la OA, mientras que otros grupos de alimentos<br />

como la leche y sus derivados, carnes y aves de corral confieren cierto papel<br />

protector.<br />

Por lo expresado, sería lógico pensar que los principios ideales de una guía<br />

terapéutica podrían encontrarse en maneras de reducir la predisposición a la<br />

enfermedad, normalizar la biomecánica articular e interferir las vías bioquímicas<br />

que median el daño tisular.


2.6. Mensajes clave<br />

• Las articulaciones sinoviales o diartrosis tienen movimiento libre, poseen<br />

una cápsula articular y membrana sinovial con líquido sinovial en su interior, lo cual<br />

les concede una mayor movilidad.<br />

• La articulación puede estar reforzada interna y/o externamente por una serie<br />

de ligamentos articulares que no son más que bandas fuertes de tejido fibroso que<br />

conectan hueso con hueso (como es el caso de los ligamentos cruzados de la rodilla)<br />

o un cartílago con hueso.<br />

• La OA se desarrolla después de un largo tiempo de exposición a los efectos<br />

nocivos de los factores de riesgo y ello está reflejado por una íntima correlación<br />

entre la mayor edad y la prevalencia de OA.<br />

• Se reconoce a la OA como una enfermedad multifactorial donde diversas<br />

noxas son capaces de generar y perpetuar el daño sobre el cartílago articular, con la<br />

posterior o simultánea respuesta de la membrana sinovial y del hueso subcondral.<br />

• Los fenotipos en la OA se pueden entenderse como diversos subtipos de OA<br />

que comparten elementos patobiológicos distintos y mecanismos de dolor con sus<br />

consecuencias estructurales y funcionales.<br />

• Identificar los fenotipos de pacientes permitirá la detección precoz de la<br />

enfermedad en sus etapas iniciales así como distinguir a los sujetos con elevado<br />

riesgo de progresión, lo cual a su vez puede ser utilizado para elaborar guías de<br />

orientación clínica y permitir el diseño de intervenciones terapéuticas más efectivas<br />

y específicas.<br />

• El daño o deficiencia del ligamento cruzado anterior (LCA) es un aspecto aún<br />

poco conocido en la OA.<br />

• Los cambios histológicos observados en la membrana sinovial en la OA<br />

generalmente incluyen rasgos indicativos de una sinovitis inflamatoria con un rango<br />

de anormalidades específicas, tales como hiperplasia de la cara interna de la<br />

membrana, infiltración de macrófagos y linfocitos, neoangiogénesis y fibrosis.<br />

• A medida que avanza, la OA afecta a toda la articulación lo que resulta en<br />

deterioro de todos los componentes. Sin embargo, la OA no progresa a una tasa<br />

similar en todos los individuos y no todos los que tienen una enfermedad temprana<br />

padecerán una OA más grave.<br />

• El dolor es el síntoma principal de la OA, y abarca tanto mecanismos<br />

centrales como periféricos y está etiquetado como una señal de alarma en<br />

correlación con la severidad de la degradación articular.<br />

• Actualmente no existe cura para la OA y el tratamiento está prácticamente<br />

confinado al alivio de los síntomas y todavía no existe una droga aprobada que<br />

modifique el curso de la enfermedad y el tratamiento del dolor representa gran<br />

parte del manejo de la OA.


• La OA no progresa a una velocidad similar en todos los sujetos y no todos los<br />

que tienen una enfermedad temprana padecerán una OA más grave.<br />

• La pérdida de la alineación articular de la rodilla es una consecuencia del<br />

proceso de OA, pero al mismo tiempo un factor contribuyente importante en su<br />

progresión.<br />

• Esta pérdida en la alineación articular trae como consecuencia una<br />

sobrecarga de las estructuras del compartimiento interno (en el varo) y del<br />

compartimiento externo (en el valgo) de la rodilla. En el geno valgo avanzado las<br />

rodillas se aproximan por su cara interna mientras que los tobillos se separan, en el<br />

varo ocurre lo opuesto.<br />

• La evolución de la OA es lenta, usualmente toma muchos años. Una vez<br />

establecida, la condición puede permanecer clínica y radiológicamente<br />

relativamente estable por varios años.

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