El Asegurador 15 Nov 23

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Ciudad de México / Noviembre 15, 2023.
EDITORIAL
#Editorial
OTIS Y EL PLAN DE ATENCIÓN A CATÁSTROFES
La devastación sin precedentes que sufrieron Acapulco y municipios cercanos a ese puerto a causa del
huracán OTIS resulta nuevamente en un llamado a la prevención, a que las personas incorporen a su vida
el hábito de adquirir seguros que hagan posible reparar el daño o parte de él, al presentarse un acontecimiento
adverso de tal magnitud, y a tener muy en claro que este tipo de eventos catastróficos serán cada vez
más frecuentes como consecuencia del cambio climático.
A más de dos semanas de que
OTIS dañara en sólo unas horas
la mayoría de la infraestructura hotelera
y habitacional de Acapulco,
tanto el monto de los daños totales,
como los asegurados, aún son inciertos,
y lo seguirán siendo durante
muchos meses más, hasta que,
en el caso de los daños asegurados,
los ajustadores concluyan su
labor de peritaje.
La industria del seguro tiene
elaborado, desde hace más de
una década, el Plan de Atención a
Catástrofes, por medio del cual el
sector, a través de sus ajustadores,
peritos y personal administrativo,
pone en marcha un operativo
encaminado a orientar y apoyar a
todos los asegurados que sufrieron
daños materiales y humanos ante
un siniestro ocasionado por la naturaleza.
Sin embargo, OTIS reflejó, a diferencia
de otros fenómenos naturales
que también han ocasionado
daños de consideración, un comportamiento
que tomó por sorpresa
a la sociedad, a las autoridades
de gobierno, y puso en evidencia
oportunidades de mejora para el
sector seguros, que lo conducirán
a considerar una revisión encaminada
a mejorar el llamado Plan de
Atención a Catástrofes.
Cabría apuntar que un sector
como el de los seguros, cuya materia
prima es el riesgo y su análisis,
no puede ni debe permitirse figurar
como una industria improvisada o
poco organizada ante un evento de
la naturaleza del huracán registrado
en octubre.
Cada evento catastrófico de gran
exposición mediática es prácticamente
una oportunidad para que
la industria aseguradora muestre
de una manera contundente su capacidad
de atención y respaldo en
este tipo de acontecimientos, para
cumplir y a la vez ganar terreno en
materia de credibilidad y valoración
ante la sociedad y las empresas
usuarias de sus servicios.
Las circunstancias que revistieron
al huracán OTIS anularon la celeridad
del Plan de Atención a Catástrofes
por el hilo más delgado: la
falta de energía eléctrica, de agua,
de comida y la difícil accesibilidad a
la zona, lo que ocasionó que prácticamente
cualquier herramienta digital
quedara inutilizada.
El hecho es, en tales circunstancias,
que, por donde se le mire, es
posible concluir que un sector que
se especializa en riesgos tropiece,
desoyendo motivos por los que el
Plan no tuvo una dinámica acorde
con la emergencia. Es evidente
que la falta de recursos básicos
como los que se padecieron llama
a considerar alternativas para atender
con efectividad a la población
asegurada y no cabe aducir su ausencia
a un argumento como “nos
tomó por sorpresa”.
La experiencia vivida en campo
por parte de los ajustadores, peritos
y personal administrativo de la
industria aseguradora, podría ser
un punto de partida para analizar la
efectividad del plan y llevarlo nuevamente
al detalle para estar en
posición de actuar adecuadamente
ante diferentes escenarios para los
que fue diseñado.
El objetivo de exponer en este
espacio las deficiencias evidenciadas
en los primeros días de ocurrida
la tragedia pretende estimular la
reflexión acerca de las repercusiones
que, en un momento dado, el
seguro puede llegar a tener al mandar
un mensaje de ausencia en momentos
clave.
Es posible afirmar que el sector
seguros terminará indemnizando
todo daño referido en cada contrato,
aunque habría que esperar
a conocer su tiempo de respuesta
una vez regularizados los factores
que ralentizaron su actuación, o si,
a pesar de eso y de la tecnología
disponible, se cae a tiempos de
respuesta de la época en la que la
atención se basaba en el uso de lápiz,
libreta y cámara fotográfica de
rollo.
Este tipo de experiencias, en el
que las cosas no salen de acuerdo
con el Plan, son grandes oportunidades
para someter a un meticuloso
FODA (fortalezas, oportunidades,
debilidades y amenazas) el
actuar y el Plan de Atención a Catástrofes.
El seguro merece brillar con luz
propia. Así fue considerado el destino
de esta industria por la Asociación
Mexicana de Instituciones de
Seguros (AMIS) en la presidencia
anterior. Confiemos en que ese
“brilló con luz propia” se mantenga
en el foco y no quede sólo en una
frase.
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