Panorama de la Religión en la Escuela

innovación metodológica; incluso las positivas referencias
sobre su estado emocional y las relaciones
con sus compañeros de claustro y equipos directivos;
pues bien, sumando todos los indicadores
obtenemos un óptimo perfil global del profesorado
de Religión. De esta conclusión, que contrasta con
la escasa consideración social y eclesial que perciben
hacia su trabajo, se derivan oportunidades de
mejora para neutralizar esta brecha de reconocimiento,
entre otras cuestiones pendientes.
Ambas conclusiones globales se fundamentan en
los datos parciales de cada colectivo que se han presentado
en cada informe y ahora en la síntesis conclusiva
que proponemos. Pero ambas conclusiones
no están lejos de las que presentamos globalmente
en el informe de 2010, que ahora se reafirman con
datos actualizados consolidando los retos de futuro
que ojalá nos impliquen a todos. Decimos a todos y
todas porque creemos que la enseñanza de la religión
no es un problema de unos pocos, ni siquiera
de sus protagonistas, en una cuestión educativa y,
por tanto, afecta a la educación del siglo XXI. En ese
futuro, la enseñanza de la religión, bien entendida,
es un bien común, como la educación que, según la
UNESCO, es una bien público y común.
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