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El Viaje de alma

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<strong>El</strong> viaje <strong>de</strong><br />

Alma<br />

Judith Carrillo<br />

ilustrado por:<br />

Manuela Romero


Hay quien vive sin corazón, hay quien lo tiene sin usar y<br />

¡hasta quien no lo quiere escuchar! Que se te rompa es el<br />

precio que pagas por atreverte a vivir.<br />

¿Qué tipo <strong>de</strong> corazón tienes tú?


Y<br />

esa niña llegó; Alma, la llamaban. Digo que<br />

la llamaban porque podía haber tenido cualquier<br />

otro nombre, por ejemplo, el tuyo. Vivía<br />

en un sitio cualquiera que se podía llamar<br />

como tu ciudad. Eso sí, eso sí os lo puedo <strong>de</strong>cir, era un<br />

sitio muy bonito situado entre montañas y ríos.<br />

Era una niña, en apariencia, normal, así, como tú.<br />

Asistía a un colegio normal, con familia y amigos<br />

normales. Pero había un rasgo que la distinguía <strong>de</strong> los<br />

<strong>de</strong>más niños (y seguro que tú también tienes algún<br />

rasgo único). ¿Sabes cuál es el tuyo? Bueno, volviendo<br />

al tema, ese rasgo tan característico <strong>de</strong> ella era que se<br />

preguntaba y cuestionaba absolutamente todo.<br />

No estaba conforme con lo que le enseñaban en la<br />

escuela, en casa o con lo que escuchaba en la televisión.<br />

Siempre que veía a las personas <strong>de</strong> su alre<strong>de</strong>dor<br />

se preguntaba si alguna se sentía como ella, si<br />

alguien tenía también dudas, porque a simple vista<br />

parecían estar conformes y satisfechas. ¿No tienen<br />

sueños? ¿No tienen <strong>de</strong>seos? Todas estas eran preguntas<br />

que se hacía día tras día. Cuando preguntaba a los<br />

adultos que la ro<strong>de</strong>aban, ninguna <strong>de</strong> las respuestas<br />

que le daban la convencían.


Pero Alma no se rendía con facilidad, sería una<br />

pena escon<strong>de</strong>r lo que nos hace únicos simplemente por<br />

no querer ser diferentes a los <strong>de</strong>más, ¿no te parece?<br />

Lo que sentía era tan fuerte que no lo podía apagar.<br />

¡Alguien tenía que romper el mol<strong>de</strong>! ¿Por qué no ella?<br />

¿Por qué no tú?<br />

Des<strong>de</strong> muy pequeña ya mostraba interés por todo lo<br />

que la ro<strong>de</strong>aba: el mundo, las personas que lo habitaban,<br />

dón<strong>de</strong> vivían, el idioma que hablaban y un montón<br />

<strong>de</strong> cosas más. ¿Dón<strong>de</strong> podía encontrar respuestas a<br />

todas esas preguntas? Pues en los libros. Así que siempre<br />

le pedía a su papá que la llevara junto a ellos, ya<br />

que al leerlos se inspiraba y aprendía mucho. Su imaginación<br />

iba más allá, se veía a sí misma perdiéndose<br />

por calles cuyos nombres no podía ni pronunciar, en<br />

tierras muy lejanas, probando diferentes tipos <strong>de</strong> comida<br />

que nunca pensó que existirían y, siempre siempre,<br />

ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> muchos amigos; <strong>de</strong>seaba vivir aventuras<br />

como la <strong>de</strong> los personajes <strong>de</strong> los libros.<br />

Podía estar horas viendo fotos <strong>de</strong> otros lugares y<br />

ubicándolos en los mapas: ¡eso sí que le gustaba, los<br />

mapas! Esa era la forma que tenía Alma <strong>de</strong> llenar esa<br />

inquietud que sentía.


Esto <strong>de</strong> los libros no estuvo mal durante un tiempo,<br />

pero luego, lejos <strong>de</strong> obtener los resultados que esperaba,<br />

se sentía peor y su inquietud comenzaba a convertirse<br />

en vacío.<br />

Una vez, su papá, que cada día la veía más triste,<br />

se acercó a ella y le preguntó:<br />

–¿Qué te pasa, Alma?<br />

–Quiero una vida como la <strong>de</strong> quienes habitan los<br />

libros, yo también quiero tener aventuras –dijo<br />

Alma, cabizbaja–. La vida no pue<strong>de</strong> ser solo esto –se<br />

quejó mientras señalaba con el <strong>de</strong>do hacia la ventana–.<br />

Aún no sé qué hay <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> esas montañas.<br />

–Tienes más cosas para entretenerte –le respondió<br />

él, seguro <strong>de</strong> sus palabras.<br />

–Yo quiero estar llena <strong>de</strong> historias, no <strong>de</strong> cosas, papá.<br />

–Pues si no te gusta el mundo en el que estás, cámbialo<br />

para no estar triste por ese vacío tan gran<strong>de</strong>.<br />

Siéntete feliz por todo con lo que lo pue<strong>de</strong>s llenar. Sé<br />

agra<strong>de</strong>cida por tener ese <strong>de</strong>seo. Eso es <strong>de</strong> valientes; los<br />

cobar<strong>de</strong>s tendrán que vivir sus sueños a través <strong>de</strong> ti.


Alma se sentía <strong>de</strong>cidida, iba a cambiar su mundo.<br />

No le importaba tener que <strong>de</strong>jar atrás a su familia, a<br />

su hogar y a todo lo que ya conocía. ¿Qué podía per<strong>de</strong>r?<br />

¿Hubieras hecho tú lo mismo <strong>de</strong>jando todo atrás<br />

para cumplir tus <strong>de</strong>seos? ¿Eres así <strong>de</strong> valiente? Esto<br />

funciona como un GPS, hasta que no te mueves, no<br />

sabes si vas en la dirección correcta.<br />

No te creas que a ella no la invadía, <strong>de</strong> vez en<br />

cuando, la incertidumbre. No sabía ni cómo ni hacia<br />

dón<strong>de</strong> iba. <strong>El</strong>la sabía que sus sueños se escondían <strong>de</strong>trás<br />

<strong>de</strong>l miedo. Antes <strong>de</strong> partir, pensó qué podía hacer<br />

para no per<strong>de</strong>rse. ¿Utilizaría un mapa? “¡Claro!” llegó<br />

a la conclusión <strong>de</strong> que el mejor mapa <strong>de</strong>l mundo era<br />

el <strong>de</strong> su propia vida.<br />

Alma tomó su mochila, solo con lo que pensaba que<br />

era necesario, y fue en busca <strong>de</strong> su papá.<br />

–Porque, cuando regreses, ya no serás la misma.<br />

Regresa solo cuando llenes ese vacío con un corazón.<br />

“Cuando regreses ya no serás la misma, cuando<br />

regreses ya no serás la misma”. Alma lo repetía<br />

en su cabeza una y otra vez, pero no lo entendía:<br />

“¿Qué querría <strong>de</strong>cir con eso?”.<br />

–¡Me voy! –dijo muy segura.<br />

Su papá ya lo sabía. Sabía que ella, tar<strong>de</strong> o temprano,<br />

se iría.<br />

–Muy bien, Alma –dijo su papá, sereno–, pero aquí<br />

ya nos tenemos que <strong>de</strong>spedir.<br />

–¿Por qué, papá?


Y así, sin más, con su mochila y el mapa <strong>de</strong> su vida<br />

lo <strong>de</strong>jó todo atrás.<br />

Durante muchos años caminó dando la vuelta al<br />

mundo; por fin pudo conocer aquellos lugares que<br />

había en sus libros. Y creedme, era incluso mejor <strong>de</strong> lo<br />

que había leído. También tuvo tiempo para conocerse<br />

a sí misma. Se atrevió a hacer cosas que nunca pensó<br />

que fuera capaz <strong>de</strong> hacer. Cuanto más aprendía, el<br />

hueco <strong>de</strong> su corazón se hacía más pequeño.<br />

Se subió a trenes tan altos que atravesaban montañas.<br />

Cruzó <strong>de</strong>siertos. Comió frutas <strong>de</strong> colores muy<br />

llamativas. Se bañó en cenotes. Cruzó islas a nado.<br />

Aprendió otros idiomas. Trepó árboles en frondosas<br />

selvas. Corrió kilómetros por muchas ciuda<strong>de</strong>s. Durmió<br />

en hamacas bajo las estrellas, y, lo más importante,<br />

siempre tuvo amigos con quien construir su<br />

historia.<br />

Era curioso ver como con esas personas, muchas<br />

con distintas nacionalida<strong>de</strong>s, religiones, color <strong>de</strong> piel o<br />

idioma, sentía más familiaridad que con gente que era<br />

<strong>de</strong> su misma ciudad, y eso era algo extraño; ella ya<br />

era semilla <strong>de</strong> cualquier tierra lista para crecer. Inexplicablemente,<br />

cuanto más aprendía, el vacío <strong>de</strong> su<br />

corazón se hacía más pequeño.


Un día, estando en la selva, meciéndose en su hamaca<br />

a los pies <strong>de</strong>l Caribe, se levantó y dijo:<br />

–Ya es hora <strong>de</strong> regresar, ya tengo un corazón y quiero<br />

compartir con todo el mundo lo que llevo <strong>de</strong>ntro.<br />

Muy convencida <strong>de</strong> sí misma, Alma agarró su mochila<br />

una vez más, como había hecho cientos <strong>de</strong> veces,<br />

pero esta vez rumbo a casa.<br />

No recordaba que el camino a casa fuera tan largo,<br />

pero como estaba tan ansiosa, metida en sus pensamientos<br />

y en todo lo que iba a contar, no le importó.<br />

Estaba tan cerca <strong>de</strong> llegar que, a lo lejos, podía distinguir<br />

las montañas que veía cuando era pequeña <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

su ventana. Sonrió al pensar en la cantidad <strong>de</strong> veces<br />

que se había preguntado qué había <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> ellas<br />

cuando ahora, precisamente, estaba regresando a casa<br />

sabiéndolo al <strong>de</strong>talle.<br />

Como <strong>de</strong> costumbre, iba con tanta prisa que no se<br />

percató <strong>de</strong> una pequeña piedra que había en el camino.<br />

¡Adivinad qué pasó! Se tropezó con tan mala suerte<br />

que su corazón, <strong>de</strong>l que estaba tan orgullosa, se le cayó<br />

y se le rompió en mil <strong>de</strong> pedazos. ¿Podéis imaginar<br />

cómo se sintió? ¡Tantos años <strong>de</strong> búsqueda <strong>de</strong> un corazón<br />

para nada! Enseguida se sentó en el suelo, intentando<br />

armarlo, pero no sabía cómo. Comenzó a llorar<br />

como nunca, con una tristeza tan <strong>de</strong>smedida que comenzó<br />

a quedarse paralizada.


De esta manera se volvió ajena a todo lo que pasaba<br />

a su alre<strong>de</strong>dor; al día, a la noche, a las estaciones,<br />

a la gente que paseaba cerca. Ya sabemos lo que<br />

es propio <strong>de</strong> la tristeza, la inconsciencia <strong>de</strong>l paso <strong>de</strong>l<br />

tiempo. Así, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ella se hizo el silencio.<br />

Un hombre que pasaba a su lado la vio llorar y le<br />

preguntó:<br />

La piedra hizo que se te cayera el corazón, ahí tienes<br />

razón. Pero todas las <strong>de</strong>spedidas, las veces que perdiste,<br />

las personas que se fueron antes <strong>de</strong> ti, los perdones<br />

que nunca diste ni aceptaste. Todas esas cosas<br />

hicieron que se rompiera, era cuestión <strong>de</strong> tiempo.<br />

–Niña, ¿qué te pasa? <strong>El</strong>la, secándose los ojos, lo<br />

miró y se percató <strong>de</strong> que era su papá.<br />

–¿Papá? Soy yo, Alma. ¿No me reconoces?<br />

–¿Alma? ¿Eres tú? –respondió él, transmitiendo<br />

extrañeza.<br />

–Sí, papá, soy yo. <strong>El</strong>la no entendía por qué no la<br />

había reconocido.<br />

–¿Qué haces aquí? ¿Qué ha pasado?<br />

–Por fin pu<strong>de</strong> construir un corazón, el cual se me<br />

rompió por el camino. Ahora no sé cómo arreglarlo.<br />

¡Por culpa <strong>de</strong> esa piedra!, ¡todo por su culpa! ¡Si esa<br />

piedra no hubiera estado ahí…!<br />

–No se trata solo <strong>de</strong> tener un corazón, Alma, también<br />

es saber cuidarlo y protegerlo. Quedarte así,<br />

sin hacer nada, solo posterga tu propio crecimiento.


Como no quisiste escuchar lo que la vida te tenía<br />

que <strong>de</strong>cir, ella <strong>de</strong>cidió que pararas; que te sentaras<br />

para hablarte.<br />

A la vez que lo escuchaba, los recuerdos volvían<br />

a ella.<br />

–Papá, esto duele –le dijo.<br />

–Alma, tranquila, estás <strong>de</strong>spertando. Escuchar duele,<br />

pero ignorar duele más.<br />

–¡Qué ironía!, he dado la vuelta al mundo y es aquí<br />

don<strong>de</strong> me pierdo.<br />

–A ver, saca lo que llevas en la mochila.<br />

Confusa, ella le contestó:<br />

–No llevo nada, papá.<br />

–Sí que lo llevas, pero creo que nunca te diste<br />

cuenta <strong>de</strong> que lo cargabas.<br />

No muy confiada, cogió su mochila y la abrió. Muchas<br />

veces pensamos que lo que cargamos es malo,<br />

y sí, lo pue<strong>de</strong> ser si no transformamos esta carga<br />

en herramientas. Era algo que Alma aún no había<br />

aprendido. Recuerda, nunca una herida <strong>de</strong>be ser en<br />

vano.<br />

–Alma, si aceptas las heridas como fracasos y no<br />

como aprendizajes, este dolor será <strong>de</strong>sperdiciado y<br />

todo tu esfuerzo habrá sido para nada. No te puedo<br />

prometer que el dolor nunca regrese, pero sí que<br />

apren<strong>de</strong>rás a saber qué hacer con él.<br />

–¡Oh! –Exclamó ella con ternura–. Mira, Papá–<br />

en ese momento, <strong>de</strong> forma mágica, cada una <strong>de</strong> las<br />

personas que conoció en su viaje apareció <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong> ella. En su mente recordaba la primera vez que<br />

le dijeron hija, hermana o amiga. Recordó los besos,<br />

los abrazos, los “te quiero”, incluso las veces que la<br />

cuidaban cuando enfermaba. ¿Para qué están los<br />

amigos si no? Cada persona, con cada recuerdo, le<br />

iba entregando un trocito <strong>de</strong> su corazón hasta montarlos<br />

todos en uno completo. Alma estaba feliz <strong>de</strong><br />

verlos todos juntos. No se lo podía creer, la tristeza<br />

se había ido.<br />

–¡¿Cómo os he podido olvidar?! ¿Pero dón<strong>de</strong> estuvisteis<br />

cuando me caí? –Respondió, aún llorosa.<br />

–Siempre estuvimos aquí, pero estabas tan triste<br />

mirando fuera que se te olvidó mirar <strong>de</strong>ntro. Es ahí<br />

don<strong>de</strong> vivimos. Cuando te pase y no sepas qué hacer<br />

o adón<strong>de</strong> ir, <strong>de</strong>bes regresar a ti, por eso es importante<br />

que sanes y hagas <strong>de</strong> ti un lugar al que siempre<br />

quieras volver.<br />

–Pero mi corazón se rompió y tiene heridas.<br />

–<strong>El</strong> reto es que que<strong>de</strong>n las heridas, pero no el dolor.


Ya había entendido todo, en ese momento cada uno<br />

<strong>de</strong> sus amigos empezó a <strong>de</strong>saparecer <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sus<br />

ojos, no sin antes <strong>de</strong>cirles cuánto los quería y los<br />

extrañaba. No era lo que <strong>de</strong>seaba ahora, pero tenía<br />

que continuar sola. Aprendió que cada vez que sintiera<br />

miedo, la visitara la tristeza o se le rompiera su<br />

corazón, lo único que tenía que hacer era mirar hacia<br />

<strong>de</strong>ntro y regresar a ella.<br />

Al ponerse <strong>de</strong> pie, comenzó a sentir que su cuerpo<br />

había cambiado: la ropa le quedaba pequeña, tenía<br />

el pelo largo, era más alta y sus manos eran mucho<br />

más gran<strong>de</strong>s. Ya no parecía una niña. ¿Ahora era<br />

mayor?, ¿había crecido? No entendía lo que estaba<br />

pasando. ¿Es por eso que mi papá no me había reconocido?<br />

A su mente volvió esa frase que le dijo y que<br />

se repitió así misma tantas veces:<br />

–Cuando regreses, ya no serás la misma.<br />

–Papá, ahora entiendo, ya no soy la misma. Todo<br />

cobra sentido. Está claro. Los viajes, las heridas y las<br />

<strong>de</strong>spedidas me cambiaron y me hicieron crecer.


Todos los trozos quedaron armados, excepto uno.<br />

Tenía uno escondido en la mano, ese es al que no<br />

quería <strong>de</strong>jar ir, ¡pero ella ya había crecido! Así que<br />

respiró profundamente y, con una sonrisa <strong>de</strong> ternura,<br />

cerró sus ojos, se estiró hasta ponerse <strong>de</strong> puntillas,<br />

levantó su brazo y liberó su mano, momento<br />

en el que el trozo se fue bailando hasta el cielo, allí<br />

don<strong>de</strong> viven aquellos que se fueron antes que ella.<br />

¿Nunca se han aferrado tanto a algo que les termina<br />

haciendo daño? Soltar también es amar. Tenía<br />

que <strong>de</strong>jarlos ir para que ese hueco pudiera ser ocupado<br />

por más personas. Hay trozos <strong>de</strong> nosotros que<br />

es mejor <strong>de</strong>jar ir.<br />

Las nubes se <strong>de</strong>spejaron. “¿En qué momento el<br />

cielo se puso tan bonito y el sol tan brillante?”, se<br />

preguntó Alma. Aún dolida, pero valiente, tenía que<br />

continuar. Ahora, cuando pasaba al lado <strong>de</strong> la gente,<br />

podía enten<strong>de</strong>r lo que llevaban en su corazón.<br />

No es que no tuvieran sueños o <strong>de</strong>seos como ella<br />

pensaba antes <strong>de</strong> empezar su viaje, lo que tenían<br />

era miedo. Muchos tenían su corazón roto, otros,<br />

vacíos, otros, a medias. <strong>El</strong>la, en ese momento y para<br />

el resto <strong>de</strong> su vida, tenía el don <strong>de</strong> reconocer heridas<br />

como la suya.


En su camino, entre toda la multitud <strong>de</strong> quienes la<br />

ro<strong>de</strong>aban, encontró un perrito cuyo corazón también<br />

parecía estar herido. Entonces, sin <strong>de</strong>moras, se acercó<br />

y le preguntó:<br />

–¿Qué te pasa? ¿Quién eres?<br />

–Soy Mambo. Me han abandonado y tengo mucho<br />

miedo. Él, muy asustado, le respondió.<br />

–¡Ah! No te preocupes. Yo sé cómo curar heridas –le<br />

dijo con mucha seguridad–. He estado mucho tiempo<br />

fuera y ahora voy a casa. ¿Quieres venir conmigo?<br />

Mambo movió la cola y dijo, muy feliz, que sí.


Así, la historia no llega a su fin, pero sí este capítulo.<br />

Mambo, Alma y sus corazones tenían un largo camino<br />

por <strong>de</strong>lante para sanarse, pero a ella no le importaba;<br />

como había sido consolada, ella lo consolaría también.<br />

Aquí os <strong>de</strong>jo un corazón roto para que escribáis qué<br />

cosas hacen que esté unido (para que luego podáis utilizarlas<br />

cada vez que se os rompa).


©Judith Carrillo Mitjana (<strong>de</strong> la obra)<br />

©Apuleyo Ediciones (<strong>de</strong> esta edición)<br />

Primera edición en Apuleyo Ediciones: septiembre 2023<br />

Diseño <strong>de</strong> cubierta: Sofía Corzo González<br />

Corrección: Aitor Andreu Guerrero<br />

Maquetación: Francisco José Cor<strong>de</strong>ro Mora<br />

Ilustraciones: Diana Valdayo García<br />

Coordinación editorial: Isidoro Cidre González<br />

info@apuleyoediciones.com<br />

www.apuleyoediciones.com<br />

ISBN: 978-84-19938-46-6<br />

Depósito legal: H 290-2023<br />

No está permitida la reproducción total o parcial <strong>de</strong> este libro, ni<br />

su tratamiento informático, ni la transmisión <strong>de</strong> ninguna forma o<br />

por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia,<br />

por registro u otros métodos, sin permiso previo y por escrito <strong>de</strong><br />

los titulares <strong>de</strong>l copyright.<br />

Hecho e impreso en España.


¿Te has preguntado alguna vez qué<br />

mantiene tu corazón unido y cómo<br />

unirlo si se te rompe? ¿Serías tan<br />

valiente <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar todo atrás para<br />

averiguarlo? ¿Empren<strong>de</strong>rías este viaje<br />

hacia <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ti? Acompaña a Alma,<br />

a Mambo y a ti mismo en esta<br />

aventura para <strong>de</strong>scubrirlo.

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