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Leonora se lava las manos
–¡Leonora!¡A lavarse las manos!
–¡Sí mami, pérame!– Ante el grito de mi mamá, dejé la pala en la tierra y me recosté
sobre el pasto húmedo. Abrí las manos, estiré las piernas y moví los dedos de mis
pies. Miré hacia arriba y vi los rayos de sol colarse entre las hojas del árbol de
aguacate. Había llovido el día anterior así que la tierra estaba mojada y olía a pasto.
Sentí la tierra con mis pies descalzos y unas lombrices salieron del lodo para jugar
con la planta de mis pies. Las cosquillas hicieron que me soltara a reír.
–¡Lombricitas, ya saben que soy bien cosquilluda! ¡Ay, cómo me caen bien! Me
gusta mucho estar aquí en el jardín con ustedes. Cuando mi mamá me dijo hace
dos meses que tendríamos que estar encerradas en casa por el coronavirus pensé
que me sentiría sola, que extrañaría a mis amigas y no tendría con quien jugar.
¡Pero no ha sido así! En este pedazo de tierra he encontrado muchos
acompañantes. Como tú, querido árbol, que me das refugio todos los días en tu
sombra. Y ustedes pajaritos, que en las mañanas le cantan a mi corazón. ¡Y qué
decir de ti, Polo, Polito, el mejor guardián que este jardín podría pedir! Tu calma y tu
cariño nos hacen olvidar el coronavirus. Ven para acá, Polo, te hago cosquillas en tu
pancita como te gusta.– Polo movió su colita gris y se acostó en el pasto boca
arriba.
–Con ustedes siempre me siento acompañada. En estos días de juego me han
enseñado que nunca estoy realmente sola. Me gustaría que mi papá viniera a jugar
con nosotras más seguido, que se despegara de la computadora y se diera cuenta
de que aquí hay muchos mundos esperándolo. Yo creo que le encantaría. ¿Sería
bonito escuchar su risa, verdad lombricitas? Algún día volverá a jugar, ya verán... No
quiero dejarlos, amigos, pero tengo que ir a lavarme las manos para comer. Vamos
elefantito Tito, tú te vienes conmigo a comer que te hace falta engordar. –Apachurré
a Tito contra mi pecho y entré a la casa. Cuando abrí la puerta me llegó el olor
delicioso de la sopa de zanahoria de mi mamá.
–Huele, Tito, ¡Mamá Luna preparó la sopa que nos gusta! Estos días ha hecho
sopas bien ricas, dice que es importante que comamos bien para estar fuertes y
luchar contra el virus. También dice que hay que lavarnos las manos mientras
cantamos una canción, para darle tiempo al jabón de matar al virus. Así que siéntate
aquí Tito, quédate quieto junto a la vela mientras me lavo las manos. ¿Qué canción
cantamos hoy? ¿La de la llorona que le gusta mi agüelita? Sí verdad, cantaremos
esa para recordarla que la extraño mucho.
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Mientras Leonora abría la llave y tomaba el jabón, se miró al espejo. Notó cuánto
había crecido su pelo, miró sus pestañas largas y ojos oscuros, iguales a los de la
abuela. Cerró los ojos y recordó el jabón cenizo que ella les preparaba. La imaginó
en hermoso huipil de flores, cazando ranas, patos y recolectando sal de tequesquite
o tequíxquitl, como la llamaba ella, de los pozos a la orilla del lago en tiempos de
secas.
–Agüelita, si me estás escuchando, ahí a lo lejos en tu silla mecedora, te mando
esta canción para que no te sientas solita. Hermoso huipil llevabas llorona cuando al
pasar yo te vi, hermoso huipil llevabas llorona cuando al pasar yo te vi…
Sintió el jabón entre sus dedos y notó que la sensación era diferente al de la abuela.
Quizás se parecía más al que preparaba su mamá. Tantas veces la había visto en el
fogón preparando el sebo con los tejidos de vaca que rescataba del rastro donde
antes trabajaba su papá; el sebo también lo empleaba para fabricar las velas que
alumbraban su casa durante los apagones provocados por las ráfagas de viento.
–Hmm.. Ya sé por qué este jabón se siente distinto, es el que recomienda mi
maestra, el jabón an ti bac te rial, según ella el mejor.
De pronto, como traída por el recuerdo del viento, una voz llegó a sus oídos.
Hola Leonora. Déjame presentarnos, aunque ya nos conocemos. Has conocido a mi
familia desde que eres una bebé. Somos una colonia de staphylococus epidermis,
una de las tantas colonias de bacterias que vivimos en tu piel. Siempre lo hemos
hecho. La comenzamos a colonizar desde que naciste y nos hemos expandido por
ella poco a poco. No lo ha hecho solo mi familia, hay varias de nosotras que vivimos
sobre ti, incluso dentro, en tu pancita. Dicen por ahí que cada persona o animal
tiene una microbiota de bacterias única y que se podría reconocer a alguien a partir
de ella, algo así como una huella digital de microorganismos muy diversos. Es como
si nosotras te definieramos a ti, sin que nos puedas ver. Curioso, ¿no?
Nosotras no podemos verte entera, ¿sabes? Toda mi vida he conocido solamente
este pequeño espacio que existe entre el pulgar e índice de tu mano derecha.
Nuestros vecinos, los ácaros de folículo, son un poco envidiosos, se comen las
células de tu piel y nos dejan sin comida. Nosotras comemos el sebo que producen
tus células capilares, muy parecido a la de las vacas, con el que hacía jabones tu
mamá. Las otras vecinas, las actinobacterias, son un poco pretenciosas pero hacen
bien su trabajo. Ellas descomponen los carbohidratos, ¡son las responsables del mal
olor de tu sudor! Hay veces que tenemos visitantes un poco peligrosas pero si
estamos fuertes y en equilibrio, es decir si no somos demasiadas o muy poquitas,
logramos protegerte bien para evitar infecciones.
2
–¡Caray! ¡Qué increíble lo que estoy escuchando! Bacterias, si es cierto que mi
cuerpo es su hogar, ¿por qué insiste mi maestra en que use jabones an ti bac te ria
les?
Su mamá suele decirle, con carita triste, que esos nuevos jabones han traído
muchos males. Han roto la tradición de las mujeres de su familia que antes hacían
jabones y velas para vender en el mercado, y han llevado a que los hombres
pierdan sus empleos en los rastros de la zona porque ya no venden las grasas
como antes. Ahora la carne de vaca la traen de lugares muy distantes en donde
están destruyendo las selvas, el hogar de los los jaguares, los animales favoritos de
Leonora. Además estos jabones están hechos con plantas que son pura moda, ni
limpian tan bien, resecan más la piel y destruyen los bosques donde viven los
orangutanes. “¿Para que traer de tan lejos lo que antes se conseguía aquí
cerquita?”, suele repetir su mamá, sin encontrar respuesta.
Ante el silencio, continué cantando. Ay de mí llorona, llorona, llorona de azul celeste.
Y aunque la vida me cueste, llorona no dejaré de quererte.Y aunque la vida me
cueste, llorona no dejaré de quererte. Cerré la llave y de pronto, volví a escuchar la
voz.
Justo ahora que te lavaste las manos, el desorden reina entre nosotras. Muchas
acaban de morir, estamos de luto. El jabón que usaste rompió sus membranas
celulares, se desinflaron como un globo ponchado. La tierra que tenías en la piel se
fue con ellas. Ahora pueden llegar colonias nuevas de bacterias viajeras y nosotras
no somos suficientes ni estamos estamos fuertes para defenderte de ellas. Tus
manos seguro se sentirán resecas después de eso, el jabón también se llevó parte
de la grasa de tu piel que nos sirve de lubricante y protección a todas, incluida tú.
Aunque para nuestra suerte, tu cuerpo y nosotras inventamos el sistema buffer, una
autorregulación de todas nuestras relaciones. Es una forma de adaptarnos al
cambio sin que nos destruya en el proceso, absorbemos las perturbaciones. Le
llaman resiliencia. Como ahora que decidiste no rendirte aunque tengas que estar
encerrada en casa todo el día sin ver a tus amigas y amigos, has llorado y te pones
triste de vez en cuando pero sigues intentando, ¡hasta la pasas bien con las
lombrices!
Leonora entonces se preguntó a dónde viajaron todas esas bacterias muertas,
quizás acompañadas de coronavirus, y miró el hoyo negro de la tubería.
Las bacterias muertas se perdieron en el fondo de la tubería, pero no fueron solas,
las acompañaron compuestos químicos. Ambos desembocarán en las aguas
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residuales que se usan para regar los campos de cultivo de zanahoria que tanto le
gusta a Leonora. Estas aguas, absorbidas por las lombrices juguetonas, llevarán
las sustancias por la cadena alimenticia, y si llegasen a aquella partecita que queda
del lago antiguo donde aún con suerte se encuentran peces, dañarán sus cerebros y
pondrán en riesgo su capacidad de reproducción. Estas mismas sustancias son
responsables de las alteraciones hormonales y de enfermedades respiratorias que
afectan a ratas y personas por igual.
Las que logramos sobrevivir al lavado de manos esta vez también hemos podido
con el jabón anti-nosotras, nos hemos vuelto más resistentes. Entre más uses ese
jabón más fuertes nos volvemos y menos efecto tiene la limpieza. Le dicen
resistencia bacteriana, es lo mismo que con los antibióticos. ¡Tenemos unas primas
que se volvieron resistentes hasta a la penicilina!
–¡Ay! ¿Escuchaste lo que dicen las bacterias, Tito?– Tito permaneció inmóvil a lado
de la vela. Me sequé las manos y acaricié a Polo, quien me estaba esperando en la
puerta moviendo su colita. Sentí su pelo grasoso y me imaginé todas las bacterias
que compartimos. Polo y yo somos como el mismo ser por todos los
microorganismos tan parecidos que tenemos en la piel. ¿Quién diría que yo podría
ser igual a un perro? Aunque seguro a veces tenemos algunas bacterias diferentes
porque no estamos juntos en todos lados, como en la escuela. Entonces cuando
acaricio a Polo le paso unas y él me pasa otras.
–¡Polo! ¡Tito! ¡Yo, Leonora Ramírez, estoy hecha de bacterias!
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Ideas
● Extensión: una cuartilla por persona
● texto literario: carta, entrevista a una autora, ?
● Diario: lo que vemos nunca es total, extender la incertidumbre, abrir las posibilidades
del momento.
● Una situación narrada desde distintos puntos de vista
● Cambiar de géneros y narrar una misma situación
● Haraway: Compañía cosmopolítica y cuidado
● Stengers
● Narrar desde cada uno de nuestros espacios cuáles son las relaciones que podemos
reconstruir.
● Jardín: pájaros, composta, relación con las plantas, relación con los objetos
tecnológicos
● Cómo nos estamos relacionando con nuestro cuerpo: diferentes escalas: escala
microscópica.
● Autocuidado: identificar formas
● Pensar una situación desde escalas distintas, cambio de personajes
○ Escala macro: contexto político: Regina, industria de los jabónes
○ Escala microscópica: bacterias, Nina
○ Escala humana: vida cotidiana, relaciones y sensaciones, Xavie
■ Personalizar
■ Pensar qué escala quiere cada una
● Políticas entre distintos agentes
● Momento del lavado de manos: investigar quién se relaciona con quién.
● Cuando interactúas con alguien en la calle: todo lo que te separa: miedo, distancia
física
● Miércoles 11:00, ideas de las relaciones que queremos reconstruir, reconstruir la red.
● ¿Cómo darle la vuelta a la espora sin hacerla estúpida? ¿Cómo no volver humanas
a las bacterias?
● ¿Cómo piensan lxs niñxs el coronavirus?
● ¿Cómo estamos representando el virus nosotras?
Versión nueva Xavie:
–¡Leonora! ¡Ya está lista la comida!
–¡Sí mami, pérame!– Ante el grito de mi mamá, dejé la pala en la tierra y me recosté sobre
el pasto húmedo. Abrí las manos, estiré las piernas y moví los dedos de mis pies. Miré hacia
arriba y vi los rayos de sol colarse entre las hojas del árbol de aguacate. Había llovido el día
anterior, sentí la tierra fresca con mis pies descalzos. Unas lombrices salieron del lodo y
comenzaron a jugar con la planta de mis pies. Las cosquillas hicieron que me soltara a reir.
–¡Lombricitas, ya saben que soy bien cosquilluda! ¡Ay, cómo me caen bien! Me gusta mucho
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estar aquí en el jardín con ustedes. Cuando mi mamá me dijo hace dos meses que
tendríamos que estar encerradas en casa por el coronavirus pensé que me sentiría sola,
que extrañaría a mis amigas y no tendría con quien jugar. ¡Pero no ha sido así! Quién
imaginaría que en este pedazo de tierra encontraría tantos acompañantes. Como tú,
querido árbol, que me das refugio todos los días en tu sombra. Y ustedes pajaritos, que
cada mañana le cantan a mi corazón. ¡Y qué decir de ti, Polo, polito, eres el mejor guardián
que este jardín podría pedir! Tu calma nos hace olvidar el coronavirus. Ven para acá, Polo,
te hago cosquillas en tu pancita como te gusta. Con ustedes siempre me siento
acompañada, me han enseñado que nunca estoy realmente sola. Qué bueno que sea así.
Me gustaría que mi papá viniera a jugar con nosotras más seguido, que se despegara de la
computadora y se diera cuenta de que aquí hay muchos mundos esperándolo. ¿Sería
bonito escuchar su risa, verdad lombricitas? Algún día volverá a jugar, ya verán... No quiero
dejarlos, amigos, pero tengo que ir a lavarme las manos para comer. Vamos, elefantito Tito,
tú te vienes conmigo a comer que te hace falta engordar. –Apachurré a Tito contra mi pecho
y entré a la casa. Cuando abrí la puerta me llegó el olor delicioso de la sopa de zanahoria
de mi mamá.
–Huele, Tito, ¡Mamá Luna preparó la sopa que nos gusta! Estos días ha hecho sopas bien
ricas, dice que es importante que comamos bien para estar fuertes y luchar contra el virus.
También dice que hay que lavarnos las manos mientras cantamos una canción, para darle
tiempo al jabón de matar al virus. Así que siéntate aquí Tito, quédate quieto aquí junto a la
vela mientras me lavo las manos. ¿Qué canción cantamos hoy? ¿La de la llorona que
cantaba mi aguelita? Sí verdad, cantaremos esa para recordar a mi aguelita, cómo tanto la
extraño. Aguelita, si me estás escuchando, ahí a lo lejos en tu silla mecedora, te mando
esta canción para que no te sientas solita. – Abrí la llave del agua, tomé el jabón de barra
que tanto me gusta y me vi en el espejo. Miré mi cabello corto, mis pestañas largas y mis
ojos oscuros, iguales a los de mi aguela. Recordando su voz comencé a cantar – Hermoso
huipil llevabas llorona cuando al pasar yo te vi, hermoso huipil llevabas llorona cuando al
pasar yo te vi…
REGINA: 14.05
Ideas clave para desarrollar en la narrativa de Leonora:
1. el acto de lavarse las manos como un acto que reactualiza historias y trayectorias
plurales - momento evocado por el simple hecho de lavarse las manos
2. la relación de la industria jabonera con la agroindustria ganadera a través del uso del
sebo animal en los jabones - momento evocado por el uso de una barra de jabón
hecho con sebo de animal, la sensación de grasa y como se desliza el jabón de sus
manos
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3. la industria petroquímica en la producción de jabones - el efecto del triclosán y
triclocarbán en aguas residuales, lodos y mares y salud de sistemas - momento
evocado por la mirada hacia la tubería, Leonora se imagina hacia donde va el agua
4. la relación entre la industria jabonera y la industria de aceites vegetales - casos del
aceite de palma y de ricino - momento evocado por el uso de un jabón líquido, el
efecto espumoso y la sensación de suavidad en la piel
NOTA: proponer voces plurales es un reto arduo: quizás pueda entrar la posibilidad de un
narrador (o dos, pues Nina podría activar un segundo narrador).
Nina 19/05/20
1.Hola Leonora. Déjame presentarnos, ya nos conocemos. De hecho, has conocido
a mi familia desde que eres una bebé pero seguro aún no escuchas de nosotras.
Somos una colonia de staphylococus epidermis, una de las tantas colonias de
bacterias que vivimos en tu piel. Siempre lo hemos hecho. La comenzamos a
colonizar desde que naciste y nos hemos expandido por ella poco a poco. No loa
sido solo mi familia, hay varias de nosotras que vivimos sobre ti, incluso dentro, en
tu pancita. Dicen por ahí que cada persona o animal tiene una microbiota de
bacterias única y que se podría reconocer a alguien a partir de ella, algo así como
una huella digital de microorganismos muy diversos. Es como si nosotras te
definieramos a ti, sin que nos puedas ver. Curioso, ¿no?
Nosotras no podemos verte entera, ¿sabes? Es la situación contraria. Toda mi vida
he conocido solamente este pequeño espacio que existe entre el pulgar e índice de
tu mano derecha. Nuestros vecinos, unos ácaros de folículo, son un poco
envidiosos, ellos se comen las células de tu piel y nos dejan sin comida. Nosotras
comemos el sebo o grasa que producen tus células capilares, muy parecido al de
las vacas con el que hacía jabones tu mamá. Las vecinas del otro lado, las
actinobacterias, son un poco pretenciosas pero hacen bien su trabajo. Ellas
descomponen los carbohidratos y son las responsables del mal olor de tu sudor.
Hay veces que tenemos visitantes un poco peligrosas pero si estamos fuertes y en
equilibrio, es decir si no somos demasiadas o muy poquitas, logramos protegerte
bien para evitar infecciones.
2.Justo ahora que te acabas de lavar las manos, el desorden reina entre nosotras.
Muchas murieron en el proceso, estamos de luto. El jabón que usaste rompió sus
membranas celulares, se desinflaron como un globo ponchado. La tierra que tenías
en la piel se fue con ellas. El pH de nuestras casa cambió, se volvió más alcalino
gracias al jabón, colonias nuevas de bacterias viajeras pueden llegar ahora y
nosotras no somos suficientes ni estamos estamos fuertes. Tus manos seguro se
sentirán resecas después de eso, el jabón también se llevó parte de la grasa de tu
piel que nos sirve de lubricante y protección a todas, incluida tú.
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Aunque para nuestra suerte tu cuerpo y nosotras inventamos el sistema buffer o
amortiguador, una autorregulación de todas nuestras relaciones. Es una forma de
adaptarnos al cambio sin que nos destruya en el proceso, absorbemos las
perturbaciones. Le llaman resiliencia. Como cuando decidiste no rendirte ante los
nuevos y difíciles saltos de tu clase de gimnasia, lloraste y te pusiste triste pero
seguiste entrenando para mejorarlos.
3. Justo ahí, cuando tocaste la pared se subió al menos una colonia de micrococos.
Ahora nuestros nuevos vecinos, se ven amables. ¡Gracias por traerlos! Nosotras las
bacterias podemos sobrevivir al menos unas horas en cualquier superficie, así que
cada cosa que tocas genera un intercambio que implica encontrar un hogar para
unas y un viaje para otras. Así que por más jabones que uses nos seguirás teniendo
en ti.
*idea de residencia bacteriana, ante antibióticos como penicilina y meticilina por
parte de estafilococos
*imágenes <3
REGINA 19 MAYO - IDEAS A PULIR Y EDITAR
Mientras Leonora sentía el jabón deslizarse entre sus manos, recordó que su mamá
le había contado que niñas como ella se habían lavado las manos con jabones
semejantes al suyo en textura y olor por miles de años. ¿Cómo imaginar a niñas de
otros tiempos hacer lo mismo que ella hacía durante esos 20 segundos? ¿Habrían
cantado canciones como la suya? Cerró los ojos y se imaginó a sí misma en un
tiempo otro, lavando sus manos con la espuma generada por los pequeños frutos
del árbol copalxocotl que su mamá le había mostrado en un libro sobre los antiguos
mexicanos y cuyas semillas son usadas por su tía para hacer sus rosarios y rezarle
a San Judas Tadeo, el santo de las causas difíciles. También recordó que el jabón
antiguo se hacía de sal de tequesquite o tequixquitl, una sal mineral natural que se
extraía de los pozos que rodeaban el lago salado de Texcoco, en la temporada de
secas, el lago que antes ocupaba el lugar donde ahora se encuentra parada y
donde su abuela le había contado que de niña iba a cazar sapos y ranas.
-HUIPIL?
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(…) ESPUMA
Al frotar sus manos con la barra de jabón, sintió como el cuerpo graso y el álcali
detonaron la reacción llamada saponificación. Una palabra, del latín saporem, que
evoca la memoria del monte Sapo, lugar de sacrificio de animales, cuyas grasas y
cenizas eran arrastradas con la arcilla, hasta las orillas del río Tíber y donde mamás
y niñas como ella se juntaban a lavar cuerpo y ropas. Mirando la barra de jabón,
imaginó los huesos de las cabras o de jabalíes sacrificados a dioses antiguos. Esta
imagen de grasas y animales muertos, desagradó mucho a Leonora,
a) aunque había visto a su abuela hacer sebo con los tejidos y riñones de la
vaca, con el que también fabricaba las velas de su casa… (seguir desarrollo
industria jabonera con ganadera) - VINCULAR TEXCOCO PAISAJE ABUELA
b) sin saber que a diferencia del sebo animal accesible a corta distancia,
los aceites vegetales que le dan el aroma y efecto espumoso que tanto le
gusta provenía de tierras tan lejanas como los bosques que dan morada a las
familias de orangutanes de Indonesia, o los bosques de la Amazonía…
(seguir…)
(…) TUBERÍA
El camino será largo. La espuma de sus manos está hecha de muchos ingredientes
que la industria petroquímica* ha introducido para que se potencie el efecto
espumoso y la sensación de suavidad de sus manos. Muchos de estos ingredientes
se disolverán con el agua, pero de estos algunos permanecerán en las aguas
residuales y será absorbida por los lodos, en otros casos llegarán hasta el mar,
como el triclocarbán, un compuesto antibacteriano sintético que mata los microbios
débiles y permite que los mas resistentes proliferen. Cuando llega al lodo, es
absorbido por las lombrices que lo mueven por la cadena alimenticia, o se acumula
en los suelos de cultivos de cebada, zanahorias y frijoles pintos que comemos.
Cuando llega al mar, afecta a anfibios, peces y hasta los delfines del Atlántico
provocándoles daños neurológicos* y reproductivos.
**
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Lo bueno, nos dice la FDA*, es que los humanos son poco expuestos a este
ingrediente, y los experimentos en ratas han mostrado que no se acumula en la
orina, aunque las ratas si han demostrado amplificación de hormonas sexuales, y
efectos en inhibir la función pulmonar y respiratoria. Por ello, en los individuos con
condiciones respiratorias previas, el triclocarbán exacerba la severidad de las
enfermedades respiratorias, y se recomienda la protección adecuada como medida
de precaución.
NUEVAS VERSIONES 19/05
Mientras Leonora sentía el jabón deslizarse entre sus manos, cerró sus ojos y se
imaginó lavarse con el jabón cenizo que preparaba su abuela. Se vio en un tiempo
otro, en hermoso huipil de flores como el de la llorona, cazando ranas, patos y
recolectando sal de tequesquite o tequíxquitl, como lo llamaba su abuela, de los
pozos a la orilla del lago en tiempos de secas. Ese lago, decían sus abuelos, era tan
grande, que abarcaba incluso donde hoy su casa está asentada.
(...)
Este jabón se sentía diferente, es aún más suave. Es más parecido al que hacía su
mamá con el sebo que preparaba de los tejidos y riñones de las vacas que
rescataba del rastro donde antes trabajaba su papá. Tantas veces la había visto
preparar el sebo en el fogón durante horas, y también fabricar las velas que
alumbraban su casa durante los apagones provocados por las ráfagas de viento.
(...)
A Leonora le gusta más la sensación de suavidad en sus manos con los jabones
que ahora compran en la tiendita de la esquina, que según su maestra deben de ser
an ti bac te riales, aunque su mamá no está de acuerdo.
Su mamá le dice una y otra vez, con carita triste, que esos nuevos jabones han roto
la tradición familiar de hacer jabones y velas que antes vendían en el mercado, y
que los hombres han perdido sus empleos en los rastros de la zona porque además
de que las grasas de los animales ya no se aprovechaban, la carne de vaca ahora la
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traen de lugares más distantes que destruyen las selvas donde viven los jaguares.
Dice que estos jabones están hechos con plantas que son pura moda, que ni
limpian tan bien y resecan más la piel, y que también destruyen los bosques donde
viven los orangutanes. “¿Para que transportar tantos kilómetros de distancia si antes
todo se conseguía aquí cerquita?”, suele repetir su mamá, sin encontrar respuesta.
Al enjuagarse las manos, se imaginó cómo la espuma mata las bacterias y los
coronavirus de su piel, hasta desaparecer por el hoyo negro de la tubería. Lo que
Leonora desconocía, es que estos jabones de olor tan rico, ya no son hechos como
antes. Ahora se les añaden sustancias que matan bacterias, aunque solo a las más
débiles y permiten que las más resistentes proliferen. Por las tuberías, estas
sustancias desembocarán en las aguas residuales que se juntan por aquí cerca y se
usan para regar los campos de cultivo de zanahoria que tanto le gusta a Leonora
comerse con limón y chile, pues según su mamá hay que comer mucha zanahoria
en tiempos de coronavirus. Si esta agua llegara hasta aquella partecita que queda
del lago antiguo donde aún con suerte se encuentran peces y que según su papá un
tal señor Naim quiso destruir, las matabacterias dañarán sus cerebros y pondrán en
riesgo su capacidad de reproducción. A las ratas que beben esta agua, les alteran
las hormonas provocando tipos de cáncer y su función pulmonar, generando
enfermedades respiratorias. ¿Será por eso que ahora hay tanto coronavirus? Pero
bueno, lo importante es lavarse las manos.
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