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mayor de Nikolai.
—Se lo había buscado, pero me sorprende decir que yo también lo siento.
—Necesito saberlo… ¿lograste rescatar a Baghra?
—Con muchas dificultades y escasos agradecimientos. Ya podrías haberme
advertido sobre ella.
—Es un encanto, ¿verdad?
—Es una peste. —Extendió el brazo y me cogió un mechón de pelo blanco—.
Una elección muy audaz.
Me puse los mechones sueltos tras la oreja, algo cohibida.
—Es la moda bajo tierra.
—¿Ah, sí?
—Sucedió durante la batalla. Esperaba que fuera a recuperar su color, pero parece
ser permanente.
—Mi primo Ludovic se despertó con un mechón blanco en el pelo después de
estar a punto de morir en un incendio. Aseguraba que las damas lo encontraban muy
elegante. Por supuesto, también aseguraba que el incendio lo originaron unos
fantasmas, así que quién sabe.
—Pobre primo Ludovic.
Nikolai se reclinó sobre la barandilla y examinó el globo suspendido sobre
nosotros. Al principio había supuesto que era de lona, pero ahora pensaba que podría
ser seda cubierta de goma.
—Alina… —comenzó. Estaba tan poco acostumbrada a verlo cohibido que me
llevó un momento darme cuenta de que estaba buscando las palabras—. Alina, la
noche que atacaron el palacio, sí que regresé.
¿Era eso lo que le preocupaba? ¿Que pensara que me había abandonado?
—Jamás lo dudé. ¿Qué viste?
—Los terrenos estaban a oscuras cuando llegué, y algunos lugares se habían
incendiado. Vi los platos de David destrozados sobre el tejado y el jardín del Pequeño
Palacio. La capilla se había derrumbado, y había nichevo’ya por todas partes. Pensaba
que íbamos a meternos en líos, pero no miraron dos veces al Reyezuelo.
Era lógico que no lo hicieran, no con su amo atrapado y moribundo bajo una
montaña de escombros.
—Esperaba que hubiera alguna forma de recuperar el cuerpo de Vasily —dijo—.
Pero no sirvió de nada; todo el lugar estaba infestado. ¿Qué sucedió?
—Los nichevo’ya atacaron el Pequeño Palacio. Para cuando yo llegué, ya habían
derribado uno de los platos. —Clavé la uña en la barandilla, formando una pequeña
media luna—. No tuvimos ninguna oportunidad.
No quería pensar en el vestíbulo principal lleno de sangre, en los cuerpos
desperdigados por el tejado, el suelo y las escaleras; pilas quebradas de azul, rojo y
púrpura.
—¿Y el Oscuro?
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