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Ruina y ascenso - Leigh Bardugo

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os disparos silbaron sobre nuestras cabezas, y Mal me empujó para que cayera al

suelo. Aterricé con la cara sobre el mantillo de la superficie del bosque, y sentí su

cuerpo protegiendo el mío.

—¡Al suelo! —chilló.

Giré la cabeza hacia un lado y vi a los Grisha formando un círculo a nuestro

alrededor.

Harshaw estaba en el suelo, pero Stigg tenía el pedernal en la mano, y las llamas

atravesaban el aire.

Tamar y Tolya habían cargado hacia la pelea. Zoya, Nadia y Adrik tenían las

manos en alto y las hojas subían en ráfagas desde el suelo del bosque, pero era difícil

distinguir amigo de enemigo en el revoltijo de hombres armados.

Entonces oí un repentino golpe sordo junto a nosotros mientras alguien aterrizaba

desde los árboles.

—¿Qué hacéis descalzos y medio desnudos en el barro? —preguntó una voz

familiar—. Espero que estéis buscando trufas.

Nikolai cortó las ataduras de nuestras muñecas y me ayudó a ponerme en pie.

—La próxima vez trataré de que me capturen a mí. Tan solo para poner la cosa

interesante. —Le lanzó un fusil a Mal—. ¿Vamos?

—¡No puedo distinguir quién es quién! —protesté.

—Somos el bando que está en clara inferioridad numérica.

Desafortunadamente, no me parecía que estuviera de broma. Mientras las filas se

movían y recuperé la noción de las cosas, fue más fácil distinguir a los hombres de

Nikolai por los brazaletes de un azul pálido que llevaban. Habían logrado abrirse

camino entre la milicia de Luchenko, pero incluso sin su líder eran un enemigo

poderoso.

Oí un grito. Los hombres de Nikolai avanzaron, manteniendo a los Grisha delante

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