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Ruina y ascenso - Leigh Bardugo

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estaba volviendo loca.

—Bien.

—Creo que tienes miedo.

—Eso debe de resultar muy reconfortante para ti.

—Creo que tienes miedo a esto que nos ata.

A mí no me asustaba. Ya no. Di un paso lento hacia delante y él se tensó, pero no

se apartó.

—Soy muy antiguo, Alina. Sé cosas acerca del poder que apenas eres capaz de

imaginar.

—Pero no se trata solo del poder, ¿verdad? —dije con voz queda, recordando

cómo había jugado conmigo la primera vez que llegué al palacio… incluso antes,

desde el momento en que nos conocimos. Yo era una chica solitaria, desesperada por

un poco de atención. No debía de haberle supuesto esfuerzo alguno.

Di otro paso, y él se quedó inmóvil. Nuestros cuerpos casi se estaban tocando.

Levanté la mano para ponerla sobre su mejilla, y esa vez el destello de confusión de

su rostro fue inconfundible. Estaba paralizado, y su único movimiento era el de su

pecho, subiendo y bajando de forma regular. Después, como si fuera una concesión,

cerró los ojos. Una línea apareció entre sus cejas.

—Es cierto —dije con suavidad—. Tú eres más fuerte y sabio, y tu experiencia es

infinita. —Me incliné hacia delante para susurrar, y mis labios le rozaron el lóbulo de

la oreja—. Pero yo soy una alumna muy aventajada.

Abrió los ojos de golpe y capté un brevísimo destello de ira en su mirada gris

antes de cortar la conexión.

Me escabullí y me apresuré a volver a la Catedral Blanca, dejándolo sin nada

salvo el recuerdo de la luz.

www.lectulandia.com - Página 53

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