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Ruina y ascenso - Leigh Bardugo

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—¿Por qué nosotros? El Oscuro…

—El Oscuro ya no está, y tampoco la Invocadora del Sol. Ahora los Grisha

pueden liderarse a sí mismos, y quiero que todas las órdenes estén representadas:

Etherealki, Materialki, y tú: los Corporalki.

—No soy una Corporalnik de verdad, Alina.

—Cuando tuviste la oportunidad, escogiste el rojo. Y espero que esas divisiones

no importen tanto si los Grisha se dirigen a sí mismos. Todos sois fuertes. Todos

sabéis lo que es que os seduzca el poder, el estatus o el conocimiento. Además, sois

todos héroes.

—Seguirán a Zoya, quizás incluso a David…

—¿Hum? —preguntó él, distraído.

—Nada. Vas a tener que ir a más reuniones.

—Odio las reuniones —refunfuñó.

—Alina —dijo ella—, no creo que vayan a seguirme.

—Harás que te sigan. —Le toqué el hombro—. Eres valiente e indestructible.

Una sonrisa se extendió lentamente por su rostro. A continuación guiñó un ojo.

—Y maravillosa.

Sonreí.

—Entonces, ¿aceptas?

—Acepto. —La abracé con fuerza. Se rio, y después me tiró de un mechón de

pelo que se me había soltado del pañuelo—. Ya se está desvaneciendo. ¿Te lo

arreglo?

—Mañana.

—Mañana —asintió.

Volví a abrazarla, y después salí al exterior, a los últimos rayos de sol.

Hice el camino de vuelta a través del campamento, siguiendo a la multitud más allá

de los puertos secos, hasta las arenas de lo que había sido el Nocéano. El sol ya casi

se había puesto y el crepúsculo estaba cayendo, pero era imposible no ver la pira, un

enorme montículo de abedules, cuyas ramas estaban entrelazadas como brazos

blancos.

Me estremecí al ver a la chica que descansaba sobre ella. Su pelo estaba

extendido alrededor de su cabeza, como un halo blanco. Llevaba una kefta azul y

dorada, y el collar de Morozova estaba alrededor de su garganta, de un gris plateado

contra su piel. Los hilos o los artefactos de los Hacedores que sostenían juntas las

piezas habían quedado ocultos.

Mis ojos recorrieron su cara; mi cara. Genya había hecho un trabajo

extraordinario. La forma era la correcta, la inclinación de la nariz, el ángulo de la

mandíbula. El tatuaje de su mejilla había desaparecido. Ya casi no quedaba nada de

Ruby, la Soldat Sol que hubiera sido una Invocadora de no haber muerto en la

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