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Ruina y ascenso - Leigh Bardugo

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os sacaron de la Sombra en uno de los esquifes del Oscuro. Zoya se apropió del

maltrecho barco de cristal dando órdenes sin esfuerzo, y mantuvo distraídos a los

curiosos Soldat Sol mientras Tolya y Tamar nos llevaban a cubierta, ocultos bajo

pesados abrigos y keftas plegadas. El cuerpo del Oscuro estaba envuelto en la túnica

azul de uno de sus Inferni caídos. Le había hecho una promesa, y tenía intención de

mantenerla.

Los Vendavales (Zoya, Nadia y Adrik, todos ellos vivos y tan de una pieza como

habían estado al principio de la batalla), llenaron las velas negras y nos llevaron sobre

la arena negra con tanta rapidez como permitía su poder.

Me quedé tumbada junto a Mal, que seguía sintiendo un dolor terrible, perdiendo

y recuperando la consciencia continuamente. Tolya siguió trabajando con él,

comprobando su pulso y su respiración.

En algún lugar del esquife oí a Nikolai hablando, con la voz ronca y dañada por

aquella oscuridad que lo había poseído. Quería ir con él, ver su cara, asegurarme de

que se encontraba bien. Debía de tener huesos rotos a causa de la caída. Pero yo

misma había perdido mucha sangre y noté cómo mi mente agotada se desvanecía,

deseosa de olvidar. Mientras los ojos comenzaban a cerrárseme, le cogí la mano a

Tolya.

—He muerto aquí. ¿Lo entiendes? —Frunció el ceño. Pensaba que estaba

delirando, pero necesitaba que me escuchara—. Este ha sido mi martirio, Tolya. He

muerto aquí hoy.

—Sankta Alina —dijo con suavidad, y me besó los nudillos en un gesto elegante,

como un caballero en un baile. Recé a todos los Santos reales para que lo

comprendieran.

www.lectulandia.com - Página 234

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