Ruina y ascenso - Leigh Bardugo
Fuera, los Soldat Sol esperaban en rígida formación, con los rifles a la espalda yunos recipientes de lumiya inactiva colgados de los hombros. Los tatuajes de susrostros tenían un aspecto feroz a la luz del amanecer. Los Grisha llevaban ropa tosca,y parecían soldados corrientes.Harshaw había dejado a Oncat aovillada con Misha, pero ahora estaba sentada enla ventana del recibidor, acicalándose perezosamente mientras observaba cómo nospreparábamos. Tolya y Tamar tenían los soles dorados en el pecho. El de Mal todavíalo tenía Misha. Sonrió cuando me vio, y se dio unos golpecitos en el lugar dondehabría estado el broche, justo encima de su corazón.Los ciervos habían desaparecido. El huerto estaba vacío mientras loatravesábamos, y nuestras botas dejaban marcas profundas en la tierra blanda. Mediahora después nos encontrábamos a orillas de la Sombra.Me uní al resto de los Etherealki: Zoya, Nadia, Adrik y Harshaw. Por algunarazón, parecía lo correcto que fuéramos nosotros los primeros en entrar, y que lohiciéramos juntos. Los Vendavales levantaron los brazos, invocaron una corriente ehicieron bajar la presión, tal como Zoya había hecho en la cueva. Noté un crujido enlas orejas mientras extendían la capa acústica. Si no se mantenía, Harshaw y yoestábamos preparados para invocar luz y fuego y mantener a raya a los volcra. Nospusimos en fila y, con pasos cuidadosos, entramos en la oscuridad de la Sombra.El Nocéano siempre parecía el fin de todo. No era solo la oscuridad, sino laterrible sensación de aislamiento, como si el mundo hubiera desaparecido, dejándotesolo a ti, con tu respiración agitada y el latido irregular de tu corazón.Mientras avanzábamos por la arena muerta y gris y la oscuridad se espesaba anuestro alrededor, necesité toda mi fuerza de voluntad para no levantar las manos yrodearnos a todos con una luz segura y protectora. Escuché con cuidado, esperandooír el batir de las alas, uno de esos chillidos horribles e inhumanos, pero no oía nada,ni siquiera nuestras pisadas en la arena. Lo que los Vendavales estaban haciendoestaba funcionando: el silencio era profundo e impenetrable.—¿Hola? —susurré.—Te oímos.Me giré con rapidez. Zoya estaba algo alejada en la fila, pero sonaba como siestuviera hablándome al oído.Avanzamos a un ritmo constante. Oímos un chasquido, y casi diez minutosdespués un chasquido doble. Hubo un momento que oí el batir distante de unas alassobre nosotros, y noté que el miedo atravesaba nuestras filas como algo viviente.Puede que los volcra no nos oyeran, pero podían oler presas a kilómetros dedistancia. ¿Estarían volando en círculo sobre nosotros en ese momento, sintiendo quepasaba algo extraño, que había alguien cerca? Dudaba que el truco de Zoya nosmantuviera a salvo mucho tiempo. Entonces me golpeó la locura de lo que estábamoshaciendo. Nos habíamos atrevido a hacer lo que nadie había hecho jamás: habíamosentrado en la Sombra sin luz.www.lectulandia.com - Página 222
Seguimos avanzando. Dos chasquidos después, nos detuvimos y ocupamosnuestra posición para esperar. En cuanto viéramos el esquife del Oscuro, tendríamosque movernos con rapidez.Mis pensamientos se dirigieron hacia él. Comprobé cuidadosamente el vínculoque nos unía, y su sed me hizo estremecer con una fuerza palpable. Estabaimpaciente, preparado para liberar el poder de la Sombra, preparado para la lucha. Yotambién lo sentía. Dejé que ese ramalazo de expectación, esa necesidad, reverberarahacia él: Voy a por ti.Mal y Tolya, y tal vez todos los demás, creían que había que unir losamplificadores, pero ellos nunca habían sentido la emoción de utilizar el merzost. Eraalgo que ningún otro Grisha comprendía, y después de todo era lo que más nos atabaal Oscuro y a mí: ni nuestros poderes, ni su extrañeza, ni el hecho de que los dos eranaberraciones, si no abominaciones. Era nuestro conocimiento de lo prohibido, nuestraansia de más.Los minutos pasaron, y comencé a ponerme nerviosa. Los Vendavales no podríanmantener la capa acústica eternamente. ¿Y si el Oscuro esperaba hasta la noche paraatacar? ¿Dónde estás?La respuesta llegó con un pálido resplandor violeta que avanzaba hacia nosotrosdesde el este.Dos chasquidos. Nos colocamos en la formación que habíamos practicado.Tres chasquidos. Esa era mi señal. Alcé las manos y volví la Sombraincandescente. Al mismo tiempo doblé la luz, dejando que fluyera alrededor de cadauno de nuestros soldados como una corriente.¿Qué veía el Oscuro? Arena muerta, un cielo gris, los cascos en ruinas de losesquifes haciéndose polvo. Y eso era todo. Éramos invisibles. Éramos aire.El esquife redujo la velocidad. Mientras se acercaba, vi sus velas negras marcadascon el sol eclipsado, el extraño aspecto de cristal ahumado de su casco. La llamavioleta de la lumiya relucía en sus laterales, tenue y parpadeante bajo el intensoresplandor de mi poder.Había Vendavales junto a los mástiles, con sus keftas azules. Había unos cuantosInferni junto a las barandillas, flanqueados por Mortificadores de rojo y oprichniki degris muy armados. Eran el ejército de repuesto. Los estudiantes debían de hallarsebajo cubierta. El Oscuro permanecía de pie en la proa, rodeado por su horda desombras. Como siempre, la primera impresión al verlo fue un golpe casi físico. Eracomo acudir a él en una visión: parecía más real, más vivo que todo lo que lorodeaba.Sucedió tan rápido que apenas tuve tiempo de procesarlo. El primer disparogolpeó a uno de los oprichniki del Oscuro, que cayó por encima de la barandilla.Después los disparos se sucedieron con un tamborileo rápido, como gotas de lluviasobre un tejado al inicio de una tormenta. Los Grisha y los oprichniki se desplomabany caían los unos sobre los otros, mientras explotaba la confusión en el esquife dewww.lectulandia.com - Página 223
- Page 172 and 173: —¿Qué vas a darle de comer a es
- Page 174 and 175: se unían al fin, ¿sería lo basta
- Page 176 and 177: —Y la gente dice que yo estoy loc
- Page 178 and 179: puedo ofrecerte. El mismo truco de
- Page 180 and 181: entrada a la Cera Huo.Mal sacó el
- Page 182 and 183: por la noche.Harshaw inclinó la ca
- Page 184 and 185: de un saliente irregular de piedra
- Page 186 and 187: y Harshaw se pasarán toda la noche
- Page 188 and 189: Ravka. Era correcto que nos arrodil
- Page 190 and 191: La forma de mantener el oxígeno en
- Page 192 and 193: los nidos de las alondras y los ger
- Page 194 and 195: —Prácticamente justo después de
- Page 196 and 197: Un instante de pie me encontraba fr
- Page 198 and 199: manos suaves que me sujetaban. Zoya
- Page 200 and 201: Nadia sonrió.—Estaríamos oculto
- Page 202 and 203: subestimado, y a lo mejor también
- Page 204 and 205: hacer críticas no demasiado constr
- Page 206 and 207: —Sankta Alina —murmuraron.—En
- Page 208 and 209: La casa del propietario era magníf
- Page 210 and 211: Las grietas negras de su torso come
- Page 212 and 213: Me había olvidado de la enorme joy
- Page 214 and 215: podrían activarlos tan tarde como
- Page 216 and 217: suerte eso es lo único que necesit
- Page 218 and 219: —¿Tenemos permitido caminar, o n
- Page 220 and 221: www.lectulandia.com - Página 220
- Page 224 and 225: cristal. Vi más cuerpos que caían
- Page 226 and 227: Gruñí mientras la bota del Oscuro
- Page 228 and 229: Traté de apartarme, pero él me ro
- Page 230 and 231: Era demasiado. El odio, el dolor y
- Page 232 and 233: Con un movimiento rápido, clavé l
- Page 234 and 235: os sacaron de la Sombra en uno de l
- Page 236 and 237: portuarios, y había estallado el c
- Page 238 and 239: vida humana, el poder que había re
- Page 240 and 241: Era fácil mezclarnos con la muched
- Page 242 and 243: Me condujeron por un pasillo decora
- Page 244 and 245: —Y tú. Creo recordar cierta hist
- Page 246 and 247: —¿Por qué nosotros? El Oscuro
- Page 248 and 249: abía una capilla en la costa de Ra
- Page 250 and 251: bañados en miel, montones de dulce
- Page 252 and 253: estúpidos y ayudarme a recorrer la
- Page 254: LEIGH BARDUGO nació en 1932 en Jer
Fuera, los Soldat Sol esperaban en rígida formación, con los rifles a la espalda y
unos recipientes de lumiya inactiva colgados de los hombros. Los tatuajes de sus
rostros tenían un aspecto feroz a la luz del amanecer. Los Grisha llevaban ropa tosca,
y parecían soldados corrientes.
Harshaw había dejado a Oncat aovillada con Misha, pero ahora estaba sentada en
la ventana del recibidor, acicalándose perezosamente mientras observaba cómo nos
preparábamos. Tolya y Tamar tenían los soles dorados en el pecho. El de Mal todavía
lo tenía Misha. Sonrió cuando me vio, y se dio unos golpecitos en el lugar donde
habría estado el broche, justo encima de su corazón.
Los ciervos habían desaparecido. El huerto estaba vacío mientras lo
atravesábamos, y nuestras botas dejaban marcas profundas en la tierra blanda. Media
hora después nos encontrábamos a orillas de la Sombra.
Me uní al resto de los Etherealki: Zoya, Nadia, Adrik y Harshaw. Por alguna
razón, parecía lo correcto que fuéramos nosotros los primeros en entrar, y que lo
hiciéramos juntos. Los Vendavales levantaron los brazos, invocaron una corriente e
hicieron bajar la presión, tal como Zoya había hecho en la cueva. Noté un crujido en
las orejas mientras extendían la capa acústica. Si no se mantenía, Harshaw y yo
estábamos preparados para invocar luz y fuego y mantener a raya a los volcra. Nos
pusimos en fila y, con pasos cuidadosos, entramos en la oscuridad de la Sombra.
El Nocéano siempre parecía el fin de todo. No era solo la oscuridad, sino la
terrible sensación de aislamiento, como si el mundo hubiera desaparecido, dejándote
solo a ti, con tu respiración agitada y el latido irregular de tu corazón.
Mientras avanzábamos por la arena muerta y gris y la oscuridad se espesaba a
nuestro alrededor, necesité toda mi fuerza de voluntad para no levantar las manos y
rodearnos a todos con una luz segura y protectora. Escuché con cuidado, esperando
oír el batir de las alas, uno de esos chillidos horribles e inhumanos, pero no oía nada,
ni siquiera nuestras pisadas en la arena. Lo que los Vendavales estaban haciendo
estaba funcionando: el silencio era profundo e impenetrable.
—¿Hola? —susurré.
—Te oímos.
Me giré con rapidez. Zoya estaba algo alejada en la fila, pero sonaba como si
estuviera hablándome al oído.
Avanzamos a un ritmo constante. Oímos un chasquido, y casi diez minutos
después un chasquido doble. Hubo un momento que oí el batir distante de unas alas
sobre nosotros, y noté que el miedo atravesaba nuestras filas como algo viviente.
Puede que los volcra no nos oyeran, pero podían oler presas a kilómetros de
distancia. ¿Estarían volando en círculo sobre nosotros en ese momento, sintiendo que
pasaba algo extraño, que había alguien cerca? Dudaba que el truco de Zoya nos
mantuviera a salvo mucho tiempo. Entonces me golpeó la locura de lo que estábamos
haciendo. Nos habíamos atrevido a hacer lo que nadie había hecho jamás: habíamos
entrado en la Sombra sin luz.
www.lectulandia.com - Página 222