Ruina y ascenso - Leigh Bardugo

lisseth021116
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—Sankta Alina —murmuraron.—En marcha —dije—. Sois un grupo lo bastante grande como para haber atraídola atención, y esos tatuajes no ayudan—¿Adonde vamos? —preguntó Ruby, y se subió la bufanda para ocultar eltatuaje.—A la Sombra.Vi que los nuevos soldados se movían inquietos.—¿Para luchar? —quiso saber la chica.—Para viajar —replicó Mal.Sin ejército. Sin aliados. Tan solo faltaban tres días para enfrentarnos al Oscuro.Haríamos lo que pudiéramos, y si fracasábamos ya no habría más opciones. Tendríaque asesinar a la única persona que había querido jamás, y que me había querido amí. Me lanzaría a la batalla llevando sus huesos.www.lectulandia.com - Página 206

o sería seguro acercarse a Kribirsk a ese lado de la Sombra, así que habíamosdecidido emprender nuestro ataque desde Ravka Occidental, y eso significabaenfrentarse a la logística del cruce. Como Nadia y Zoya no podían mantener laGarcilla a flote con demasiados pasajeros adicionales, habíamos acordado que Tolyaescoltaría a los Soldat Sol hasta la orilla oriental de la Sombra y nos esperaría ahí.Tardarían un día entero a caballo en llegar, y eso nos daría a los demás tiemposuficiente como para entrar en Ravka Occidental y localizar un lugar dondeestablecer el campamento base. Entonces regresaríamos para conducir a los demáspor la Sombra bajo la protección de mi poder.Embarcamos en la Garcilla y, unas pocas horas después, nos dirigíamos a todavelocidad hacia la extraña niebla negra de la Sombra. Aquella vez, cuando entramosen la oscuridad estaba preparada para la sensación de familiaridad que me atenazó,aquel sentimiento de similitud. Era más fuerte todavía ahora que había probado elmerzost, el mismo poder que había creado aquel lugar. También lo comprendía mejor,la necesidad que había empujado al Oscuro a tratar de recrear los experimentos deMorozova, un legado que creía suyo.Los volcra acudieron a nosotros, y vislumbré las sombras borrosas de sus alas yoí sus gritos mientras trataban de cruzar el círculo de luz que había invocado. Si elOscuro se salía con la suya, pronto encontrarían alimento. Me sentí agradecidacuando aparecimos en el cielo por encima de Ravka Occidental.Habían evacuado el territorio al oeste de la Sombra. Volamos sobre aldeas y casasabandonadas, todo ello sin ver ni un alma. Al final decidimos instalarnos en un huertode manzanas al suroeste de lo que quedaba de Novokribirsk, a alrededor de unkilómetro del límite oscuro de la Sombra. Se llamaba Tomikyana, y el nombre estabaescrito en un lateral de la fábrica de conservas y en un almacén lleno de prensas desidra. Los huertos se encontraban repletos de fruta que jamás cosecharían.www.lectulandia.com - Página 207

o sería seguro acercarse a Kribirsk a ese lado de la Sombra, así que habíamos

decidido emprender nuestro ataque desde Ravka Occidental, y eso significaba

enfrentarse a la logística del cruce. Como Nadia y Zoya no podían mantener la

Garcilla a flote con demasiados pasajeros adicionales, habíamos acordado que Tolya

escoltaría a los Soldat Sol hasta la orilla oriental de la Sombra y nos esperaría ahí.

Tardarían un día entero a caballo en llegar, y eso nos daría a los demás tiempo

suficiente como para entrar en Ravka Occidental y localizar un lugar donde

establecer el campamento base. Entonces regresaríamos para conducir a los demás

por la Sombra bajo la protección de mi poder.

Embarcamos en la Garcilla y, unas pocas horas después, nos dirigíamos a toda

velocidad hacia la extraña niebla negra de la Sombra. Aquella vez, cuando entramos

en la oscuridad estaba preparada para la sensación de familiaridad que me atenazó,

aquel sentimiento de similitud. Era más fuerte todavía ahora que había probado el

merzost, el mismo poder que había creado aquel lugar. También lo comprendía mejor,

la necesidad que había empujado al Oscuro a tratar de recrear los experimentos de

Morozova, un legado que creía suyo.

Los volcra acudieron a nosotros, y vislumbré las sombras borrosas de sus alas y

oí sus gritos mientras trataban de cruzar el círculo de luz que había invocado. Si el

Oscuro se salía con la suya, pronto encontrarían alimento. Me sentí agradecida

cuando aparecimos en el cielo por encima de Ravka Occidental.

Habían evacuado el territorio al oeste de la Sombra. Volamos sobre aldeas y casas

abandonadas, todo ello sin ver ni un alma. Al final decidimos instalarnos en un huerto

de manzanas al suroeste de lo que quedaba de Novokribirsk, a alrededor de un

kilómetro del límite oscuro de la Sombra. Se llamaba Tomikyana, y el nombre estaba

escrito en un lateral de la fábrica de conservas y en un almacén lleno de prensas de

sidra. Los huertos se encontraban repletos de fruta que jamás cosecharían.

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