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Ruina y ascenso - Leigh Bardugo

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—Yo soy más pequeño —dijo—. Así será más fácil.

Echó a correr hacia el centro del campo. Yo levanté las manos, giré las muñecas,

y el niño desapareció. Harshaw soltó un silbido de apreciación.

—¿Podéis verme? —gritó Misha. En cuanto comenzó a mover los brazos, la luz a

su alrededor ondeó y sus antebrazos flacuchos aparecieron como si estuvieran

suspendidos en el espacio.

Concéntrate. Se desvanecieron.

—Misha, corre hacia nosotros —le pidió Mal.

Apareció y volvió a desaparecer mientras ajustaba la luz.

—Puedo verlo desde un lado —gritó Tolya desde el otro lado del pastizal.

Solté aliento. Tenía que pensar en ello con más cuidado. Ocultar el barco había

sido fácil porque solo tenía que alterar el reflejo de la luz desde abajo, pero ahora

tenía que pensar en cada ángulo.

—¡Mejor! —dijo.

Zoya soltó un chillido.

—¡Ese niñato me acaba de pegar una patada!

—Un chico listo —comentó Mal.

Alcé una ceja.

—Más listo que algunos.

Tuvo la decencia de ruborizarse.

Me pasé el resto de la tarde invisibilizando a uno, luego a dos, y después a cinco

Grisha a la vez en el campo. Era un trabajo diferente, pero las lecciones de Baghra se

seguían aplicando. Si me concentraba demasiado en proyectar mi poder, las variables

me abrumaban. Pero si pensaba en la luz estando en todas partes, si no trataba de

empujarla y simplemente la dejaba doblarse, era mucho más fácil.

Pensé en las veces que había visto al Oscuro utilizar su poder para cegar a los

soldados en una batalla, ocupándose de varios enemigos al mismo tiempo. Para él era

fácil, natural. Sé cosas acerca del poder que apenas eres capaz de imaginar.

Practiqué aquella noche, y después comencé otra vez a la mañana siguiente

después de que Tamar y Harshaw se marcharan, pero no dejaba de fallarme la

concentración. Con más tiradores, nuestro ataque al esquife del Oscuro podría

funcionar de verdad. ¿Qué nos estaría aguardando en la pista de carreras? ¿El propio

sacerdote? ¿Nadie en absoluto? Había imaginado un gran ejército protegido por los

tres amplificadores, marchando bajo el estandarte del pájaro de fuego, pero esa ya no

era la guerra en la que íbamos a luchar.

—¡Lo veo! —canturreó Zoya. Y, efectivamente, la forma de Tolya estaba

parpadeando mientras corría a mi derecha.

Bajé las manos.

—Vamos a descansar un poco —sugerí.

Nadia y Adrik desenrollaron una de las velas para que ella pudiera ayudarlo a

formar una corriente ascendente, y Zoya se tumbó perezosamente en cubierta para

www.lectulandia.com - Página 203

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