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Ruina y ascenso - Leigh Bardugo

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edia hora después estábamos sentados en el extremo de una mesa de la cocina, con

unas tazas de té vacías frente a nosotros. Genya había desaparecido, pero David

estaba ahí, con la cabeza inclinada sobre una pila de papel de dibujo mientras trataba

de recrear de memoria los planes para el esquife de cristal y la fórmula de la lumiya.

Aunque no sirviera de mucho, no creía que hubiera ayudado al Oscuro

intencionadamente. El crimen de David era la sed de conocimiento, no de poder.

El resto de la Rueca estaba vacía y silenciosa, pues la mayoría de los soldados y

Grisha rebeldes seguían durmiendo. A pesar de que lo habían sacado de la cama en

mitad de la noche, Nikolai parecía estar plenamente despierto, incluso a pesar del

abrigo color verde militar que se había puesto sobre la camisa y los pantalones de

dormir. No había tardado demasiado en contarle todo lo que había averiguado, y no

me sorprendió la primera pregunta que salió de su boca.

—¿Cuánto tiempo hace que sabes esto? —preguntó—. ¿Por qué no me lo has

dicho antes?

—Una hora, quizás menos. Tan solo he esperado a confirmar la información con

David.

—Eso es imposible…

—Improbable —lo corregí con suavidad—. Nikolai… —Noté un vuelco en las

tripas, y eché un vistazo a Mal. No había olvidado cómo había reaccionado cuando al

fin le dije que estaba teniendo visiones del Oscuro. Y esto era mucho peor, porque

había sido yo quien había ido a buscarlo—. Lo oí de los propios labios del Oscuro. Él

me lo dijo.

—¿Disculpa?

—Puedo visitarlo, como una especie de visión. Lo… Lo busqué.

Transcurrió un largo instante.

—¿Puedes espiarlo?

www.lectulandia.com - Página 132

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