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Ruina y ascenso - Leigh Bardugo

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staba sentado en el borde de una mesa, con la camisa arrugada en una bola junto a su

rodilla y los brazos alzados sobre su cabeza mientras la forma borrosa de una

Corporalnik Sanadora se enfocaba y se desenfocaba, ocupándose de un tajo

ensangrentado en el costado del Oscuro. Al principio me pareció que nos

encontrábamos en la enfermería del Pequeño Palacio, pero el espacio estaba

demasiado oscuro y borroso como para saberlo.

Traté de no fijarme en el aspecto que tenía; su pelo revuelto, los contornos

ensombrecidos de su pecho desnudo. Parecía muy humano, tan solo un chico herido

en batalla, o tal vez peleando. No es un chico, me recordé. Es un monstruo que ha

vivido cientos de años y ha tomado cientos de vidas.

Tensó la mandíbula mientras la Corporalnik terminaba su trabajo. Cuando la piel

estuvo cerrada, el Oscuro la hizo marchar con un gesto de la mano. Ella permaneció

allí durante un breve instante y después se alejó, desvaneciéndose en la nada.

—Hay algo que me he estado preguntando —dijo. Sin saludos, sin preámbulos.

Aguardé—. La noche que Baghra te dijo lo que tenía intención de hacer, la noche que

huiste del Pequeño Palacio… ¿Dudaste?

—Sí.

—Los días después de marcharte, ¿pensaste alguna vez en regresar?

—Lo pensé —admití.

—Pero elegiste no hacerlo.

Sabía que debía marcharme. Al menos debería haber permanecido en silencio,

pero estaba muy cansada, y parecía muy fácil estar ahí con él.

—No fue solo lo que Baghra me dijo aquella noche. Me mentiste. Me engañaste.

Me… atrajiste.

Me sedujiste, me hiciste desearte, me hiciste cuestionar mi propio corazón.

—Necesitaba tu lealtad, Alina. Necesitaba que estuvieras atada a mí por algo más

www.lectulandia.com - Página 124

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