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Ruina y ascenso - Leigh Bardugo

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—Yo echo de menos el mar —añadió Tamar—, y mi hamaca a bordo del

Volkvolny.

—Yo echo de menos sentarme junto al lago en el Pequeño Palacio —intervino

Nadia—. Beber té, sentir que todo era pacífico.

Zoya se miró las botas.

—Yo echo de menos saber qué va a pasar después.

—Yo también —confesé.

Zoya dejó el anillo sobre la mesa.

—¿Vas a decir que sí?

—No me propuso matrimonio realmente.

—Pero lo hará.

—A lo mejor. No lo sé.

Resopló indignada.

—Antes te mentí. Ahora sí que nunca te he odiado tanto.

—Sería algo especial si tuviéramos a una Grisha en el trono —señaló Tamar.

—Tiene razón —añadió Genya—. Ser los que dirigen, en lugar de los sirvientes.

Querían una reina Grisha. Mal quería una reina plebeya. ¿Y qué era lo que quería

yo? La paz para Ravka. La oportunidad de poder dormir tranquila en mi cama, sin

miedo. Que terminara la culpa y el temor con los que despertaba cada mañana.

También había antiguos deseos; que me quisieran por quién era, no por lo que podía

hacer; tumbarme en un prado con los brazos de un chico a mi alrededor, y observar el

viento moviendo las nubes. Pero esos eran los sueños de una niña, no los de la

Invocadora del Sol, no los de una Santa. Zoya resopló y se puso un kokochnik de

perlas sobre el pelo.

—Sigo diciendo que debería ser yo.

Genya le lanzó una zapatilla de terciopelo.

—El día que te haga una reverencia será el día que David cante ópera desnudo en

mitad de la Sombra.

—Como si quisiera tenerte en mi corte.

—Sería una suerte para ti. Ven. Te has puesto esa diadema totalmente torcida.

Volví a coger el anillo y le di vueltas en mi mano. No lograba convencerme para

ponérmelo.

Nadia me dio un golpe en el hombro con el suyo.

—Hay cosas peores que un príncipe.

—Cierto.

—Y también cosas mejores —dijo Tamar, y le tiró un traje de encaje azul cobalto

a Nadia—. Pruébate esto.

Ella lo sostuvo en alto.

—¿Te has vuelto loca? El corpiño prácticamente está cortado en el ombligo.

Tamar sonrió.

—Por eso mismo.

www.lectulandia.com - Página 121

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