Ruina y ascenso - Leigh Bardugo

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aquello de lo que era capaz.Se equivocaba.No entendía su idioma oculto, no comprendía la determinación del chico. No vioel momento en que la chica dejó de llevar su debilidad como una carga y comenzó allevarla como un disfraz.www.lectulandia.com - Página 12
ermanecí de pie con los brazos extendidos en un balcón tallado en piedra, temblandoen el interior de mi túnica barata, y traté de montar un buen espectáculo. Mi keftaestaba hecha de retales, cosida a partir de los restos de la prenda que había llevado lanoche que huimos del palacio y unas llamativas cortinas que, según me habían dicho,provenían de un teatro difunto de algún lugar cerca de Sala. Estaba adornada con losabalorios de las lámparas de araña del recibidor, y el bordado de las muñecas yaestaba comenzando a deshilacharse. David y Genya habían hecho lo que habíanpodido, pero los recursos eran limitados bajo tierra.De lejos, daba el pego; era oro que centelleaba bajo la luz que parecía emanar demis palmas, bañando con un brillante resplandor las caras extáticas de misseguidores, que se encontraban muy abajo. De cerca, no había más que hilosdescosidos y brillo falso. Como yo. La Santa harapienta.La voz del Apparat retumbaba por la Catedral Blanca, y la multitud se balanceabacon los ojos cerrados y las manos en alto. Un campo de amapolas con los brazoscomo pálidos tallos agitados por algún viento que yo no era capaz de sentir. Realicéuna serie de gestos coreografiados, moviéndome deliberadamente para que David y elInferni que lo estuviera ayudando aquella mañana pudieran seguir mis movimientosdesde su posición en la cámara oculta justo encima del balcón. Detestaba lasplegarias matinales pero, según el sacerdote, aquellas exhibiciones falsas erannecesarias.—Es un regalo que entregáis a vuestra gente, Sankta Alina —decía—. Es laesperanza.En realidad, se trataba de una ilusión, una pálida imitación de la luz que yo habíacontrolado tiempo atrás. El dorado resplandor era en realidad fuego Inferni, reflejadoen un espejo con forma de plato que David había fabricado a partir del cristal quehabía conseguido reunir. Se parecía a los platos que habíamos utilizado en nuestrowww.lectulandia.com - Página 13
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siguió sus órdenes. El cuerpo de
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puerta mientras los demás nos situ
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Había unas quince personas en el c
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la pérdida ni la culpa, ni la preo
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para hacer el idiota ahora.—Tamar
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hubiera visto nunca. Tenía el pelo
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—No lo hagas —dijo—. Que uno
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de ellos. Nos estaban conduciendo a
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Me aferré al frío metal, sintién
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mayor de Nikolai.—Se lo había bu
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Eran palabras duras, pero era ciert
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—Entonces, ¡no he perdido mi toq
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cenar conmigo.—Gracias —dijo Ma
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Sus ojos en sombras se abrieron de
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e puse en pie rápidamente.—¿Qu
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condujo a una escalera corta. Mient
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príncipe—. ¿Padre? ¿Lo hiciste
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—No —gruñó, limpiándose las
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Resultó que teníamos más de unas
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staba sentado en el borde de una me
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después, despiertos de inmediato t
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Comenzaba a notar un dolor sordo ce
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—Hay una botella de kvas en un es
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última pizca de su poder para resu
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fuera fuerte. Le enseñé la lecci
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pájaro de fuego. Podría haber viv
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quiera quedarse —continuó—, vo
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la mañana siguiente, encontré a N
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del cristal roto mientras los niche
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Las líneas avanzaron por su estóm
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mejilla y le dio una palmada sin mu
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Garcilla, utilizando fuego y viento
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l pequeño navío subía y bajaba,
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pájaro de fuego.Hubo un breve sile
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aún más blancos de lo que eran an
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dormir, inquietos. No hicimos guard
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Ya habían limpiado y ensartado la
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entrada a la Cera Huo.Mal sacó el
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por la noche.Harshaw inclinó la ca
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de un saliente irregular de piedra
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Con un movimiento rápido, clavé l
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