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El sutil arte de que te importe un carajo_Mark Manson

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superado, pero cuando se trata de llegar a la verdad, si te sientes mal es porque tu

cerebro te dice que hay un problema que no has hecho consciente o no has

resuelto. En otras palabras, las emociones negativas son un llamado a la acción.

Cuando las percibes, es porque deberías hacer algo. Las emociones positivas, por

el otro lado, son recompensas por haber realizado la acción apropiada. Cuando

las experimentas, la vida parece sencilla y no hay nada más que hacer, que

disfrutarlas. Entonces, como todo lo demás, las emociones positivas se diluyen,

porque inevitablemente surgen más problemas. Las emociones son parte de la

ecuación de nuestras vidas, pero no son la ecuación completa. Sólo porque algo

se siente bien no significa que sea bueno. Sólo porque algo se siente mal no

significa que sea malo. Las emociones son simples señalizaciones, sugerencias

que nuestra neurobiología nos proporciona; no son mandamientos. Por ese

motivo no siempre deberíamos confiar en nuestras emociones. De hecho, creo

que deberíamos crear el hábito de cuestionarlas.

A muchas personas les enseñan a reprimir sus emociones por varias razones

personales, sociales o culturales, en particular las emociones negativas.

Tristemente, negar las propias emociones negativas es negar muchos de los

mecanismos de retroalimentación que le ayudan a una persona a resolver

problemas. Como resultado, muchos de estos individuos reprimidos sufren al

lidiar con sus problemas a lo largo de sus vidas. Y si no pueden resolver

problemas, entonces no son capaces de ser felices. Recuerda, el dolor tiene un

propósito.

Luego están aquellos que se sobreidentifican con sus emociones. Todo está

justificado sólo porque lo sintieron. “Uy, rompí tu parabrisas, pero estaba

verdaderamente enojado, no lo pude evitar”, o “Dejé la escuela y me mudé a

Alaska porque sentí que era lo correcto”. La toma de decisiones basada en la

intuición emocional, sin la ayuda de la razón para mantenerla a raya,

generalmente es un asco. ¿Sabes quiénes basan sus vidas enteras en las

emociones? Los niños de tres años. Y los perros. ¿Sabes también qué hacen los

niños de tres años y los perros? Se hacen popó en la alfombra.

La obsesión y el sobreinvertir en la emoción nos fallan por la simple razón

de que nuestras emociones nunca duran. Lo que sea que nos hace felices hoy, no

nos hará felices mañana, porque nuestra biología siempre necesita algo más. Una

fijación en la felicidad deriva de manera inevitable en una búsqueda de “algo

más”: una casa nueva, una nueva relación, otro hijo, un aumento de sueldo. Y a

pesar de nuestro sudor y esfuerzo, terminamos sintiéndonos extrañamente igual a

como empezamos: insuficientes.

Con frecuencia los psicólogos se refieren a este concepto como la

“caminadora hedónica”: la idea de que siempre estamos trabajando arduamente

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