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chavez.22josue
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27.06.2023 Views

AMANTE.— Eso, así: desde lo alto.FERNANDO.— ¿No se iban a marchar ustedes juntos?AMANTE.— Ahí está, que sí…, que no tengo más remedio quemarchar con ella, que los minutos van pasando. ¡Y que no sé qué hacer!FERNANDO.— La gran aventura no se presenta más que una vez en lavida. Usted la tiene ahora en sus manos. Piénselo bien.AMANTE.— ¡Si pudiera quedarme solamente con los ojos!FERNANDO.— Pero, ¿no era este momento lo que usted soñaba?AMANTE.— Ah, soñar es otra cosa.FERNANDO.— ¡Cora Yako es el amor, los barcos, los paíseslejanos!…AMANTE.— Pero, qué países, Fernando. Llenos de peligros horribles:los mosquitos verdes…, las fiebres intestinales…, ¡los cónsules!FERNANDO.— ¡Es la India de los dioses! ¡El Japón de los héroes ylos amantes!AMANTE.— No puedo…, no puedo…(Se sienta, desfallecido.)FERNANDO.— En ese caso, hay otra solución. Renuncie a la CoraYako auténtica. Quédese con la que usted ha soñado. Y dedíquese aescribir.AMANTE.— ¿A escribir?FERNANDO.— Sí: es otra forma de heroísmo. Las novelas nunca lashan escrito más que los que son incapaces de vivirlas. ¿Qué sueldo teníausted en el banco?AMANTE.— Nada; doscientas cincuenta pesetas.FERNANDO.— Yo puedo ofrecerle quinientas en el periódico, yvacaciones pagadas. ¿Quiere usted encargarse de la página de viajes yaventuras?AMANTE (Ilusionado).—¿Cree usted que serviré?FERNANDO.— ¿Por qué no?AMANTE.— Es que yo no he salido nunca de mi casa de huéspedes.

FERNANDO.— ¿Y qué importa eso? El arte no es cosa de experiencia;es cosa de imaginación. Javier de Maistre hacía viajes maravillososalrededor de su cuarto; Beethoven era sordo; Milton cuando escribió elcanto a la luz, estaba ciego.AMANTE.— Si valiera la pena…; yo tengo un libro de versos.FERNANDO.— Rómpalo usted en seguida. Y no se atreva a confesareso entre los compañeros; le perderían el respeto.(Suena en el jardín el primer bocinazo.)AMANTE.— ¡Ahí está ya! (Sin acertar con su reloj.) ¿Qué hora es?FERNANDO.— ¡Las once en punto!AMANTE.— Al tercer bocinazo, arranca. ¿Qué hago, Fernando, quéhago?FERNANDO.— ¡Va uno! No lo piense más. (Señalandoalternativamente al jardín y al interior.) O se va usted por ahí a viviraventuras… o se va por ahí a escribirlas.AMANTE.— Es que no tengo un céntimo…, estoy seguro de que memareo en el avión…FERNANDO.— ¡Pero es una mujer la que le está llamando!AMANTE.— No tengo más que dos camisas…FERNANDO.— ¡Es Cora Yako!AMANTE.— Los mosquitos verdes…FERNANDO.— ¡Es el amor!AMANTE.— Los cocodrilos…(Suena otro bocinazo.)FERNANDO.— ¡Dos!AMANTE (A gritos.)—¡Voy! (Corre hacia el jardín. Se detiene en elumbral. Se vuelve, nervioso y urgente.) Fernando…, ¿qué es un caballoblanco?FERNANDO.— ¡A estas horas!AMANTE.— Por su alma, que es un problema de vida o muerte.

FERNANDO.— ¿Y qué importa eso? El arte no es cosa de experiencia;

es cosa de imaginación. Javier de Maistre hacía viajes maravillosos

alrededor de su cuarto; Beethoven era sordo; Milton cuando escribió el

canto a la luz, estaba ciego.

AMANTE.— Si valiera la pena…; yo tengo un libro de versos.

FERNANDO.— Rómpalo usted en seguida. Y no se atreva a confesar

eso entre los compañeros; le perderían el respeto.

(Suena en el jardín el primer bocinazo.)

AMANTE.— ¡Ahí está ya! (Sin acertar con su reloj.) ¿Qué hora es?

FERNANDO.— ¡Las once en punto!

AMANTE.— Al tercer bocinazo, arranca. ¿Qué hago, Fernando, qué

hago?

FERNANDO.— ¡Va uno! No lo piense más. (Señalando

alternativamente al jardín y al interior.) O se va usted por ahí a vivir

aventuras… o se va por ahí a escribirlas.

AMANTE.— Es que no tengo un céntimo…, estoy seguro de que me

mareo en el avión…

FERNANDO.— ¡Pero es una mujer la que le está llamando!

AMANTE.— No tengo más que dos camisas…

FERNANDO.— ¡Es Cora Yako!

AMANTE.— Los mosquitos verdes…

FERNANDO.— ¡Es el amor!

AMANTE.— Los cocodrilos…

(Suena otro bocinazo.)

FERNANDO.— ¡Dos!

AMANTE (A gritos.)—¡Voy! (Corre hacia el jardín. Se detiene en el

umbral. Se vuelve, nervioso y urgente.) Fernando…, ¿qué es un caballo

blanco?

FERNANDO.— ¡A estas horas!

AMANTE.— Por su alma, que es un problema de vida o muerte.

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