Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
adorado de rodillas; he pasado mis años de niño contemplándola en
silencio como una cosa sagrada. Pero ella no podía quererme a mí del
mismo modo. Estaba Fernando entre los dos, y donde él estaba todo era
para él… Cuando se puso grave y los médicos pidieron una transfusión de
sangre, yo fui el primero en ofrecer la mía. Pero los médicos la
rechazaron. No servía… ¡No he servido nunca!
CHOLE.— Pero Juan…
JUAN.— ¡La de Fernando sí sirvió! ¿Por qué? ¿No éramos hermanos?
¡Por qué había de tener él una sangre mejor que la mía!… Y después… yo
la velé semanas y semanas. Él seguía jugando feliz en los jardines. No
llegó hasta el último momento. ¡Y, sin embargo…, mi madre murió vuelta
hacia él!
CHOLE.— No recuerdes ahora esas cosas. No eres justo.
JUAN.— ¿Yo? ¡Yo soy el que no es justo! ¡La vida sí lo ha sido!,
¿verdad? Y Fernando también. ¡Y tú!
CHOLE.— ¿Yo?
JUAN.— ¡Tú!… Pero, ¿es que no lo has visto? ¿Es que no sabes que,
después de mi madre, no ha existido en mi vida otra mujer que tú?
CHOLE.— ¡Juan!
JUAN.— ¿Es que no sabes que has sido para mí tan ciega como todos?
¿Qué te he querido lo mismo que a ella, que te he contemplado de rodillas
lo mismo que a ella… y que tampoco he sabido decírtelo?
CHOLE.— ¡Oh, calla!…
JUAN.— Si te gustaba los tulipanes y un día encontrabas un ramo
sobre tu mesa, sólo se te ocurría pensar ¡cómo me quiere Fernando! Y era
yo el que los había cortado. Si te vencía el sueño en medio del trabajo y al
día siguiente lo encontrabas hecho, sólo se te ocurría pensar: ¡pobre
Fernando! Y Fernando había dormido toda la noche. Ese Fernando se me
ha atravesado siempre en el camino. Él no tiene la culpa, ya lo sé. ¡Ah, si
la tuviera! Si la tuviera, este drama mío podría resolverse…
CHOLE.— ¿Qué estás diciendo? ¡Juan!
JUAN.— Pero no la tiene; pero lo más amargo es que él es bueno. ¡Es
odiosamente bueno! Y por eso yo tengo que morderme las lágrimas, y ver