273810

chavez.22josue
from chavez.22josue More from this publisher
27.06.2023 Views

Muerte. (Transición.) Perdón…(Va a salir por la Galería del Silencio.)DOCTOR.— Un momento. Si no se ha decidido aún… esa Galería nodebe atravesarse más que en la hora decisiva. Al jardín de la Meditación,por aquí.AMANTE.— Gracias.DOCTOR.— ¿Necesita alguna cosa? ¿Libro, licores, música…?AMANTE.— Nada, gracias… (Sale. Saluda a la DAMA TRISTE conuna inclinación de cabeza.)DAMA.— ¿Otro desesperado? ¡Qué pena, tan joven…! ¿Algúndesengaño de amor?DOCTOR.— Así parece.DAMA.— ¡Pero si es un niño! De todos modos, dichoso él. ¡Si yotuviera al menos una historia de amor para recordarla! (Sale.)HANS.— Y así todos. Mucho llanto, mucha tristeza poética; peromatar no se mata ninguno.DOCTOR.— Esperemos, Hans.HANS (Sin gran ilusión).—Esperemos. ¿Alguna orden para hoy?DOCTOR.— Sí, hágame el favor de revisar la instalación eléctrica. Laúltima vez que el profesor de Filosofía se tiró al agua no funcionaron lostimbres de alarma.(Sale HANS. El DOCTOR se dispone a tomar unas notas. Se oye depronto un grito de mujer. Por la Galería del Silencio sale corriendoALICIA; una muchacha, apenas mujer, de dulce aspecto. Viste con unasencillez humilde y limpia. Viene espantada, como huyendo de un peligroinmediato.)ALICIA.— ¡No! ¡No quiero morir…, no quiero morir!… (Al ver alDOCTOR, que acude a ella.) ¡Paso! ¡Déjeme salir de aquí!DOCTOR.— Calma, muchacha. ¿Adonde va usted?

ALICIA.— No sé: ¡al aire libre!…, ¡a la vida otra vez!… ¡Déjeme!(Volviéndose sobresaltada.) ¿Quién anda ahí?DOCTOR.— Nadie.ALICIA.— He visto una sombra. La he oído reír…DOCTOR.— Vamos, vamos, alucinaciones.ALICIA (Empieza a sentirse aliviada. Se pasa una mano por la frente).—¿Quién es usted?DOCTOR.— El doctor Roda, director de la Casa. Tranquilícese.ALICIA.— ¿Por qué hacen ustedes esto? Esos árboles extraños, concuerdas colgadas, esa música invisible, esa Galería negra que da vueltas yvueltas… ¡Es horrible!DOCTOR.— No lo crea. Está usted dominada por un miedo pueril.Pero le aseguro que nada de eso es verdad. ¿Quiere usted volver conmigo?ALICIA.— ¡No! ¡Volver, no! Quiero salir de aquí.DOCTOR.— Nadie la detiene. No sé quién es usted, ni por dónde haentrado, ni por qué ha venido aquí; pero no importa. Ahí está el parque;bordeando el lago saldrá a la carretera; al otro lado de las montañas se ve,lejos, la ciudad. Es usted libre.ALICIA (Con una amargura infinita).—La ciudad… La ciudad otravez…(Se deja caer llorando en un asiento. El DOCTOR la contempla,conmovido. Pausa.)DOCTOR.— ¿Por qué ha venido aquí? ¿Sabe usted dónde está?ALICIA.— Sí, fue un momento de desesperación. Había oído hablar deuna Casa de Suicidas, y no podía más. El hambre…, la soledad…DOCTOR.— ¿Ha vivido siempre sola?ALICIA.— Siempre. Nunca he conocido amigos, ni hermanos, ni amor.DOCTOR.— ¿Trabajaba usted?ALICIA.— Más de lo que podía resistir. ¡Y en tantas cosas! Primerofui enfermera; pero no servía: les tomaba demasiado cariño a mis

Muerte. (Transición.) Perdón…

(Va a salir por la Galería del Silencio.)

DOCTOR.— Un momento. Si no se ha decidido aún… esa Galería no

debe atravesarse más que en la hora decisiva. Al jardín de la Meditación,

por aquí.

AMANTE.— Gracias.

DOCTOR.— ¿Necesita alguna cosa? ¿Libro, licores, música…?

AMANTE.— Nada, gracias… (Sale. Saluda a la DAMA TRISTE con

una inclinación de cabeza.)

DAMA.— ¿Otro desesperado? ¡Qué pena, tan joven…! ¿Algún

desengaño de amor?

DOCTOR.— Así parece.

DAMA.— ¡Pero si es un niño! De todos modos, dichoso él. ¡Si yo

tuviera al menos una historia de amor para recordarla! (Sale.)

HANS.— Y así todos. Mucho llanto, mucha tristeza poética; pero

matar no se mata ninguno.

DOCTOR.— Esperemos, Hans.

HANS (Sin gran ilusión).—Esperemos. ¿Alguna orden para hoy?

DOCTOR.— Sí, hágame el favor de revisar la instalación eléctrica. La

última vez que el profesor de Filosofía se tiró al agua no funcionaron los

timbres de alarma.

(Sale HANS. El DOCTOR se dispone a tomar unas notas. Se oye de

pronto un grito de mujer. Por la Galería del Silencio sale corriendo

ALICIA; una muchacha, apenas mujer, de dulce aspecto. Viste con una

sencillez humilde y limpia. Viene espantada, como huyendo de un peligro

inmediato.)

ALICIA.— ¡No! ¡No quiero morir…, no quiero morir!… (Al ver al

DOCTOR, que acude a ella.) ¡Paso! ¡Déjeme salir de aquí!

DOCTOR.— Calma, muchacha. ¿Adonde va usted?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!