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La tormenta del siglo - Stephen King

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y Linoge.

Mike está totalmente exasperado; todo está saliendo mal y el asunto empieza a parecer

digno del día de los Inocentes. Linoge todavía esboza su sonrisilla. Para él, todo está saliendo

como es debido.

MIKE: ¿Has quitado el pestillo?

HATCH (algo ofendido): ¡Claro que sí, Mike!

MIKE: ¡Entonces arremete contra ella! Es probable que haya hielo en la jamba.

115

Interior. Nuevo plano del cuartelillo, con Hatch.

Robbie se halla en el umbral, detrás de Hatch, y observa el proceso con franco desdén.

Hatch pone los ojos en blanco, pues sabe muy bien que la puerta no se ha helado; ya ha

arremetido contra ella. Aun así, le propina otro buen par de empellones. Robbie cruza la

estancia, deteniéndose por el camino a arrojar el burlón letrero sobre el escritorio policial de

Mike. Hatch se vuelve con un respingo. Robbie (físicamente más robusto) aparta a Hatch sin

demasiada delicadeza.

ROBBIE: Déjame a mí.

Arremete varias veces más contra la puerta y su expresión de confianza va remitiendo

gradualmente. Hatch le contempla con ligera pero comprensible satisfacción. Robbie

abandona y se frota el hombro.

ROBBIE: ¡Anderson! Tendrás que dar la vuelta y traerle a través de la tienda.

HATCH (voz en off): ¡Sí!

MIKE: Ven aquí, (puntualiza) Solo.

HATCH: ¡Voy para allá!

Mike vuelve a centrar la atención en Linoge.

www.lectulandia.com - Página 98

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