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La tormenta del siglo - Stephen King

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con torpeza e inexperiencia, cierra las esposas en torno a las muñecas de Linoge, Hatch

quita el seguro con dedos temblorosos. Al hacerlo deja de apuntar a Linoge. Es necesario

que veamos que Linoge podría reducir a esos dos hombres, valientes pero torpes, si

quisiera… pero que decide no hacerlo.

Ya tiene puestas las esposas. Mike retrocede con alivio. Él y Hatch intercambian una

mirada inquieta.

LINOGE: Pero se han acordado de ponerse los guantes. Eso está bien.

Empieza a mordisquear la galleta, indiferente a la sangre que le mancha la mano.

MIKE: En pie.

Linoge termina la galleta y se pone obedientemente en pie.

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Exterior. Porche de Martha Clarendon.

Más allá del porche caen gruesos copos de nieve que el viento amontona de forma

irregular. Las casas del otro lado de la calle se ven borrosas, como a través de un velo.

Mike y Linoge salen uno junto al otro. Linoge lleva las manos esposadas ante sí, una

visión a la que nos tienen acostumbrados los noticiarios de la noche. Hatch camina tras ellos

con la escopeta cruzada. En la calle, una docena de curiosos se apiña junto al parachoques

trasero del Lincoln de Robbie. Cuando los tres hombres salen de la casa, Robbie se agacha

levemente y Mike ve cómo les apunta con el pequeño revólver.

MIKE: ¡Aparta esa arma!

Ligeramente avergonzado, Robbie lo hace.

www.lectulandia.com - Página 79

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