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La tormenta del siglo - Stephen King

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tormenta?

GEORGE KIRBY: Quizá sea la peor que veamos jamás. Vamos, ayúdame con las

redes que quedan. (pausa) Me pregunto si ese chiflado de Beals tiene la más mínima

idea de lo que está hacien​do allá arriba.

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Exterior. Atlantic Street, frente a la casa de Martha.

El chiflado de Beals aún está haciendo de centinela, de pie ante su Lincoln y con el 38

apuntando hacia la puerta abierta de la casa de Martha Clarendon. Ahora nieva en copos más

gruesos, que le salpican los hombros del abrigo como partículas de caspa. Lleva así un buen

rato.

Un poco más abajo, el reducido grupo de curiosos (la señora Kingsbury y Davey

Hopewell vuelven a hallarse entre ellos) se desplaza hacia un lado para dejarle paso al

vehículo de asistencia de la isla. Éste aparca junto al Lincoln. Mike desciende de detrás del

volante y Hatch del asiento del acompañante.

HATCH: ¿Quieres la escopeta?

MIKE: Supongo que será mejor que la llevemos; pero asegúrate de que esté puesto

el seguro, Alton Hatcher.

Hatch vuelve al vehículo para hurgar en su interior y reaparecer con la escopeta que

corrientemente se halla sujeta bajo el salpicadero. Comprueba el seguro con gesto

ostentoso y luego ambos se aproximan a Robbie. La actitud de Robbie durante todo el

proceso es de en-frentamiento y desdén. La historia de tales sentimientos nunca será

plenamente explorada, pero se basa sin duda en el deseo de Robbie de mantener todas las

riendas del poder en sus propias manos.

ROBBIE: Ya era hora.

MIKE: Guarda esa pistola, Robbie.

ROBBIE: No pienso hacerlo, agente Anderson. Tú haz tu trabajo, que yo haré el

mío.

MIKE: Tu trabajo es el de agente inmobiliario. ¿Harás por lo menos el favor de

www.lectulandia.com - Página 72

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