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La tormenta del siglo - Stephen King

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Estamos mirando prácticamente por encima del hombro de Robbie hacia el aparato de

televisión destrozado pero aún audible y la coronilla de Linoge.

ROBBIE: ¿Quién es usted?

El televisor se queda mudo. Desde el exterior llega el sonido del viento, cuya intensidad

es creciente en la tormenta. Despacio, muy despacio, la cabeza plateada de lobo se va

alzando detrás del respaldo de la butaca dirigida hacia Robbie como una siniestra marioneta.

Del hocico y los ojos parece gotear sangre. Se balancea lentamente hacia adelante y hacia

atrás como un péndulo.

LINOGE (voz): Que los nacidos en el pecado sean bien​venidos.

Robbie se estremece y abre la boca, para volver a cerrarla. ¿Qué va a contestar uno a

semejante comentario? Pero Linoge no ha terminado.

LINOGE (voz): Estabas con una puta en Boston cuando tu madre murió en

Machias. Mamá estaba en esa porquería de asilo que cerraron el pasado otoño, ése en

el que encontraron ratas en la cocina, ¿verdad? Se atragantó hasta morir gri​tando tu

nombre. ¿No es encantador? Aparte de un buen pedazo de queso de barra amari​llento,

¡no hay nada en el mundo como el amor de una madre!

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Interior. Plano de Robbie

La reacción de Robbie es bien visible. ¿ Como reaccionaría cualquiera de nosotros si uno

de nuestros más oscuros secretos fuera revelado por un extraño asesino al que no vemos

claramente?

LINOGE (voz): Pero está bien así, Robbie.

Robbie vuelve a experimentar una violenta reacción: ¡el extraño sabe su nombre!

www.lectulandia.com - Página 61

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