La tormenta del siglo - Stephen King

ylliasbell777
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Capítulo II38Exterior. Porche de la casa de Martha. Día.A través de la puerta miramos hacia afuera y vemos a Davey Hopewell aproximarselentamente y con creciente inquietud. Todavía lleva la pelota de baloncesto debajo del brazo.DAVEY: ¿Señora Clarendon? ¿Señora…?LOCUTORA DEL TIEMPO (voz en off): Sería conveniente que aplicaran cinta adhesivaa las ventanas más grandes para ayudar a preservar la integridad de los vidrioscuando soplen fuertes ráfagas de viento.Davey se detiene de pronto y abre desmesuradamente los ojos.39Interior. El vestíbulo desde el punto de vista de Davey.Vemos que de las sombras surgen unos zapatos anticuados y el bajo de un vestido.LOCUTORA (voz en off): En esta tormenta, las ráfagas de viento pueden oscilarentre…40www.lectulandia.com - Página 48

Exterior. El porche, con Davey.Superados momentáneamente sus temores, pues cree saber qué sucede: que la dama seha desmayado o ha tenido un ataque o algo así, Davey se apoya sobre una rodilla y se inclinapara examinarla… y se queda entonces paralizado. La pelota se le escapa de bajo el brazo yrueda a través del porche mientras en sus ojos se refleja el horror. No es preciso que veamosnada; sabemos qué ha pasado.LOCUTORA (voz en off):… velocidades que normalmente se asocian con loshuracanes. ¡Comprueben los tiros de sus chimeneas y campanas extractoras! Es muyimportante que lo hagan…Davey inspira profundamente, y al principio no consigue espirar. Le vemos luchar porlograrlo. Está tratando de gritar. Toca uno de los zapatos de Martha y profiere un leve sonidosibilante.LINOGE (su voz): Olvídate de la NBA, Davey; nunca jugarás en primera fila en elinstituto. Eres len​to y no encestarías ni en un océano.Davey mira hacia el fondo del vestíbulo en penumbra y se da cuenta de que lo másprobable es que el asesino de Martha aún esté en la casa. Sale de inmediato de su parálisis.Deja escapar un chillido, se pone en pie de un brinco y se precipita escalera abajo. Tropiezaen el último peldaño y cae cuan largo es sobre el sendero.LINOGE (su voz, en tono más alto): Además, eres bajo. No eres más que un enano.¿Por qué no entras aquí, Davey? Te haría un favorcito. Te ahorra​ría un montón desufrimiento.Davey se levanta a toda prisa y echa a correr dirigiendo temerosas miradas por encimadel hombro mientras traspone la puerta de la valla y cruza la acera hasta la calzada. Seprecipita calle abajo en dirección a los muelles.DAVEY (gritando): ¡Socorro! ¡La señora Clarendon está muerta! ¡Alguien la hamatado! ¡Hay sangre! ¡Socorro! ¡Oh, Dios mío, que alguien me ayude!www.lectulandia.com - Página 49

Exterior. El porche, con Davey.

Superados momentáneamente sus temores, pues cree saber qué sucede: que la dama se

ha desmayado o ha tenido un ataque o algo así, Davey se apoya sobre una rodilla y se inclina

para examinarla… y se queda entonces paralizado. La pelota se le escapa de bajo el brazo y

rueda a través del porche mientras en sus ojos se refleja el horror. No es preciso que veamos

nada; sabemos qué ha pasado.

LOCUTORA (voz en off):… velocidades que normalmente se asocian con los

huracanes. ¡Comprueben los tiros de sus chimeneas y campanas extractoras! Es muy

importante que lo hagan…

Davey inspira profundamente, y al principio no consigue espirar. Le vemos luchar por

lograrlo. Está tratando de gritar. Toca uno de los zapatos de Martha y profiere un leve sonido

sibilante.

LINOGE (su voz): Olvídate de la NBA, Davey; nunca jugarás en primera fila en el

instituto. Eres len​to y no encestarías ni en un océano.

Davey mira hacia el fondo del vestíbulo en penumbra y se da cuenta de que lo más

probable es que el asesino de Martha aún esté en la casa. Sale de inmediato de su parálisis.

Deja escapar un chillido, se pone en pie de un brinco y se precipita escalera abajo. Tropieza

en el último peldaño y cae cuan largo es sobre el sendero.

LINOGE (su voz, en tono más alto): Además, eres bajo. No eres más que un enano.

¿Por qué no entras aquí, Davey? Te haría un favorcito. Te ahorra​ría un montón de

sufrimiento.

Davey se levanta a toda prisa y echa a correr dirigiendo temerosas miradas por encima

del hombro mientras traspone la puerta de la valla y cruza la acera hasta la calzada. Se

precipita calle abajo en dirección a los muelles.

DAVEY (gritando): ¡Socorro! ¡La señora Clarendon está muerta! ¡Alguien la ha

matado! ¡Hay sangre! ¡Socorro! ¡Oh, Dios mío, que alguien me ayude!

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