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La tormenta del siglo - Stephen King

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Linoge levanta al niño dormido como si se tratara de una ofrenda. El resplandor azulado

en torno a él se intensifica, y ahora empieza a rodear también a Ralphie. La vejez de Linoge

no resulta amable sino cruel, temible. Y su sonrisa triunfal es horrorosa, una sonrisa capaz

de perseguirnos en nuestros sueños.

LINOGE: Pero lo hará. Llegará a quererme, (pausa) Lle​gará a llamarme «padre».

La verdad que encierran sus palabras es tan espantosa que Molly no puede soportarla.

Se derrumba en los brazos que la aferran y deja de resistirse. Linoge continúa mirándola

unos instantes más para luego volverse haciendo ondear el bajo de la túnica de seda. Se

dirige a grandes zancadas hacia la puerta. Todo el mundo se vuelve para mirarle.

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Interior. Plano de Mike.

Se levanta. Todavía tiene aquella mirada vacía e inexpresiva en el rostro. Hatch tiende

una mano hacia él.

HATCH: Mike, yo no…

MIKE (apartándole la mano con rudeza): No me toques. No vuelvas a tocarme

nunca más. Ninguno de vosotros, (mira a Molly) Ninguno de vosotros.

Empieza a recorrer el pasillo lateral. Nadie le detiene.

139

Interior. Ayuntamiento. Pasillo que parte del salón de actos.

www.lectulandia.com - Página 427

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