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La tormenta del siglo - Stephen King

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[El director o directora filmará lo siguiente como desee, pero debería obtener

resultados dignos casi de una obra maestra, pues mayormente se ha escrito con esa intención.]

Robbie llega al podio y observa a la audiencia, que aguarda silenciosa. Más abajo, en la

primera fila, Mike permanece sentado pero se estremece casi visiblemente, como un cable

de alta tensión. A un lado tiene sentado a Hatch, y al otro a Molly. Le coge la mano a su esposa,

y ella le mira con expresión ansiosa. Sentados tras él en el siguiente banco vemos a

Lucien, Sonny, Alex y Johnny, autodesignados guardianes municipales. Si Mike trata de

interferir en el proceso de tomar una decisión, ellos se lo impedirán.

Al fondo de la estancia, donde duermen los niños, el círculo de adultos ha aumentado.

Úrsula se ha unido a Tavia en la vigilancia de Sally Godsoe; tanto Andy

como Jill se hallan junto a Harry; Jack se ha situado al lado de Angie para estar cerca de

Buster, aunque cuando trata de rodear con un brazo a su mujer, ésta se escabulle

encorvando los hombros. «Jackie, tienes unas cuantas cosas que explicar», quizá habría

dicho Ricky Ricardo. Melinda está sentada junto a Pippa y, cerca de ellas, Sandra vigila a Don.

Carla y Henry Bright se han sentado a los pies del catre de Frank, cogidos de la mano. Linda

St. Pierre está al lado de Heidi. La atención de todos los padres no se centra sin embargo en

sus hijos dormidos, sino en Robbie, el autoproclamado moderador, y en los demás isleños,

quienes decidirán el destino de sus hijos.

Con un esfuerzo tremendo por hacer las cosas como Dios manda, Robbie busca bajo el

podio y extrae un mazo viejo y pesado, una reliquia que se viene utilizando desde el siglo

xvn. Lo contempla unos instantes, como si nunca lo hubiera visto antes, y lo deja caer con

un sonoro golpetazo. Varias personas se sobresaltan.

ROBBIE: Doy por inaugurada esta asamblea. Opino que lo mejor sería abordar este

tema como lo haría​mos con cualquier otra clase de asunto muni​cipal. Después de

todo, de eso se trata… de un asunto municipal, ¿no es así?

El comentario es recibido por unos rostros tensos y silenciosos. Mike parece dispuesto a

responder, pero no lo hace. Molly continúa mirando a su marido con expresión ansiosa y

acariciándole la mano que ciñe la suya casi dolorosamente.

ROBBIE: ¿Alguna objeción?

www.lectulandia.com - Página 402

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