La tormenta del siglo - Stephen King
voluntad y de fuerzas y contestamos con un rotundo y colectivo «No». Supongamosque al hacerlo así el tipo simplemente desaparece. Que regresa al lugar de donde havenido, sea cual sea…Mike le observa receloso, esperando el costalazo.ROBBIE: Ya has visto a nuestros niños. No sé qué les ha hecho exactamente, perosin duda ese vuelo en lo alto del cielo supone una representación lo bastante exacta deello. Pueden caer. Creo que puede suceder. Todo lo que tiene que hacer es mover esebastón suyo, y los niños caerán. ¿ Cómo vamos a vivir con eso si llega a ocurrir?¿Nos diremos a nosotros mismos que los matamos a los ocho porque éramosdemasiado buenos, demasiado santurrones, para sacrificar a uno solo?MIKE: Podría tratarse de un farol…MELINDA (con tono áspero y hostil): No lo es, Michael, y tú lo sabes. Lo has visto.Tavia Godsoe se adelanta titubeante hacia el pasillo central, al parecer el lugar preferidopor los isleños para hablar. Al principio se muestra insegura, pero va adquiriendo confianza amedida que habla.TAVIA: Hablas como si fuera a matar al niño, Michael… como si se tratara dealguna especie de… de sacrificio humano. A mí me ha sonado más como unaadopción.Mira alrededor esbozando una sonrisa tímida. Parece decir: «Si tenemos que hacer esto,saquémosle el mejor partido; veámosle el lado bueno.»JONAS: ¡Y tendrá una larga vida, además! (pausa) Si creemos lo que dice, claro; y,después de verle, yo… de hecho, supongo que le creo.Nuevos murmullos de asentimiento. Y de aprobación.MIKE: ¡Linoge mató a golpes a Martha Clarendon con el bastón! ¡La golpeó hastasacarle los ojos de las órbitas! ¡Estamos debatiendo la posibilidad de entregarle unniño a un monstruo!A estas palabras sigue un silencio absoluto. Los isleños bajan las miradas al suelo y susmejillas enrojecen por la vergüenza. El reverendo Bob Riggins vuelve a sentarse. Su esposa lepone una mano en el brazo y mira a Mike con expresión resentida.www.lectulandia.com - Página 392
HENRY BRIGHT: Tal vez sea cierto, pero ¿qué hay de los demás niños? ¿Decimosque no y los vemos morir ante nuestros propios ojos?KIRK: Sí, Mike… a veces uno solo tiene que sacrificarse por todos los demás,como Jesucristo.Mike no encuentra una buena respuesta para tal afirmación.MIKE: Lo de los niños también podría ser un farol. Satán es el padre de todas lasmentiras, y este tipo tiene que ser un pariente cercano.JILL ROBICHAUX (con tono agudo y desagradable): ¿Quieres correr ese riesgo?Estupendo… pero córrelo con tu hijo, ¡no con el mío!LINDA ST. PIERRE: Estoy absolutamente de acuerdo.HENRY BRIGHT: ¿Quieres saber qué creo que sería lo peor, Mike? Supongamos quetienes razón pero sólo hasta cierto punto. Supon que nosotros vivimos… y que ellosmueren, (señala a los niños) ¿Cómo vamos a mirarnos unos a otros a la cara? ¿Cómovamos a convivir unos con otros ?JACK: ¿Y cómo vamos a poder convivir jamás contigo, Mike?La pregunta suscita murmullos de asentimiento. Jack, el justiciero de homosexuales, sedirige de nuevo hacia su hijo dormido y se sienta junto a él. A Mike tampoco se le ocurreahora una respuesta adecuada; le vemos luchar por encontrarla y fracasar.Robbie consulta el reloj: son las 9.20.ROBBIE: Ha dicho media hora; nos quedan diez minutos.MIKE: ¡No podemos hacer esto! ¿Es que no lo veis? ¿No lo entendéis? Nopodemos permitirle…SONNY (no sin amabilidad): Creo que ya hemos escuchado tu opinión, Mike.Ahora siéntate, ¿de acuerdo ?Mike le mira con expresión de impotencia. No es estúpido y sabe muy bien hacia dóndesopla el viento.MIKE: Tenéis que pensaros bien esto, chicos. Tenéis que pensároslo muy bien.Desciende los peldaños y regresa junto a Molly. Coge la mano de su esposa. Ella le dejaretenerla unos instantes y luego la aparta.www.lectulandia.com - Página 393
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voluntad y de fuerzas y contestamos con un rotundo y colectivo «No». Supongamos
que al hacerlo así el tipo simplemente desaparece. Que regresa al lugar de donde ha
venido, sea cual sea…
Mike le observa receloso, esperando el costalazo.
ROBBIE: Ya has visto a nuestros niños. No sé qué les ha hecho exactamente, pero
sin duda ese vuelo en lo alto del cielo supone una representación lo bastante exacta de
ello. Pueden caer. Creo que puede suceder. Todo lo que tiene que hacer es mover ese
bastón suyo, y los niños caerán. ¿ Cómo vamos a vivir con eso si llega a ocurrir?
¿Nos diremos a nosotros mismos que los matamos a los ocho porque éramos
demasiado buenos, demasiado santurrones, para sacrificar a uno solo?
MIKE: Podría tratarse de un farol…
MELINDA (con tono áspero y hostil): No lo es, Michael, y tú lo sabes. Lo has visto.
Tavia Godsoe se adelanta titubeante hacia el pasillo central, al parecer el lugar preferido
por los isleños para hablar. Al principio se muestra insegura, pero va adquiriendo confianza a
medida que habla.
TAVIA: Hablas como si fuera a matar al niño, Michael… como si se tratara de
alguna especie de… de sacrificio humano. A mí me ha sonado más como una
adopción.
Mira alrededor esbozando una sonrisa tímida. Parece decir: «Si tenemos que hacer esto,
saquémosle el mejor partido; veámosle el lado bueno.»
JONAS: ¡Y tendrá una larga vida, además! (pausa) Si creemos lo que dice, claro; y,
después de verle, yo… de hecho, supongo que le creo.
Nuevos murmullos de asentimiento. Y de aprobación.
MIKE: ¡Linoge mató a golpes a Martha Clarendon con el bastón! ¡La golpeó hasta
sacarle los ojos de las órbitas! ¡Estamos debatiendo la posibilidad de entregarle un
niño a un monstruo!
A estas palabras sigue un silencio absoluto. Los isleños bajan las miradas al suelo y sus
mejillas enrojecen por la vergüenza. El reverendo Bob Riggins vuelve a sentarse. Su esposa le
pone una mano en el brazo y mira a Mike con expresión resentida.
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