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La tormenta del siglo - Stephen King

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BURT SOAMES: No me parece que haya nada justo en ello, pero…

Burt lleva un brazo en un cabestrillo improvisado, pero levanta el sano. Otros le siguen,

al principio sólo unos pocos, pero el número va creciendo hasta llegar a la práctica totalidad

de los asistentes. Hatch y Molly son de los últimos en levantar las manos. Sólo Mike se queda

sentado como está, con expresión sombría y con la mano que no le estrecha Molly en el

regazo.

MOLLY (a Mike, en voz baja): No se trata de qué vamos a hacer, Mike… todavía

no. Sólo de si creemos o no que…

MIKE: Ya sé de qué se trata. Y también sé que, una vez que tomemos este camino,

cada paso se hace un poco más fácil.

ROBBIE (bajando su propia mano): Muy bien, al parecer le creemos; asunto

resuelto. Ahora, si hay al​guien que quiera discutir la cuestión prin​cipal…

MIKE (poniéndose en pie): Yo tengo algo que decir.

ROBBIE: Cómo no. Pagas tus impuestos como los demás. Adelante.

Mike asciende lentamente los peldaños que llevan al estrado. Molly le observa con cierta

aprensión. Mike no se molesta en instalarse en el podio; sencillamente se vuelve hacia sus

colegas isleños. La cámara se toma unos instantes para centrarse en él y así aumentar la

tensión mientras piensa cómo empezar.

MIKE: No, no es un hombre. Yo no he votado, pero igualmente estoy de acuerdo

con eso. He visto lo que le hizo a Martha Clarendon, lo que le hizo a Peter Godsoe, lo

que ha hecho con nuestros hijos… y no creo que sea un hom​bre. Tuve el mismo

sueño que vosotros, y comprendo la realidad de sus amenazas tan bien como

vosotros. Mejor, quizá… pues soy vuestro agente de policía, el nombre que ele​gisteis

para hacer respetar vuestras leyes. Pero… amigos… nosotros no entregamos nuestros

hijos a cualquier matón. ¿Es que no lo entendéis? ¡Nosotros no entregamos a nuestros

hijos!

Al fondo de la estancia, donde duermen los niños, Andy Robichaux da un paso adelante.

ANDY: ¿Qué opción tenemos, entonces? ¿Qué hacemos? ¿Qué podemos hacer?

Un profundo murmullo de asentimiento acoge sus palabras, y advertimos la agitación de

Mike. Porque la única respuesta de que dispone no tiene sentido; tan sólo tiene la virtud de

ser la correcta.

www.lectulandia.com - Página 390

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