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La tormenta del siglo - Stephen King

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Interior. Plano angular del estrado y el salón, con Linoge.

LINOGE: Estoy aquí porque la gente de las islas sabe unirse por el bien común

cuando precisan ha​cerlo… y los isleños saben guardar un secreto. Lo cual era cierto

en la isla de Roanoke en 1587 y sigue siéndolo en la isla de Little Tall en 1989.

HATCH (poniéndose en pie): Díganoslo. Deje ya de an​darse por las ramas. Díganos

qué quiere.

Hatch vuelve a tomar asiento. Linoge permanece de pie en el estrado con la cabeza

gacha, como sumido en la reflexión. Los isleños aguardan expectantes conteniendo el

aliento a que continúe. En el exterior, el viento gime. Por fin, el extraño levanta la cabeza y

contempla a su audiencia.

LINOGE: Vuestros niños están aquí con vosotros… pero no están. Conmigo pasa lo

mismo, pues una parte de mí está con ellos.

Señala hacia su derecha, hacia la pared exterior con grandes ventanales de la habitación.

En un día despejado, éstos ofrecerían una vista de la ladera occidental que desciende hasta

el muelle, el estrecho y el continente más allá. Ahora los ventanales sólo revelan oscuridad…

hasta que Linoge levanta la otra mano y señala en esa dirección con la empuñadura

de cabeza de lobo del bastón.

Los ventanales se inundan de una brillante luz azul. Los isleños murmuran presas del

temor y el asombro. Algunos llegan incluso a protegerse los ojos con las manos.

LINOGE: ¡Mirad!

La cámara se aproxima hacia la ventana central. Vemos el cielo azul, las nubes debajo de

éste… y vemos algo que podría tratarse de una formación de pájaros en V (¿patos, tal vez?)

volando por encima de las nubes. Sólo que no son patos ni ocas… sino que son…

www.lectulandia.com - Página 378

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