La tormenta del siglo - Stephen King

ylliasbell777
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76Exterior. Ayuntamiento. Noche.El edificio, visible por las capas de nieve que se arremolina, todavía semeja en ciertomodo un espejismo. Refugiada en su cúpula, la campana conmemorativa se mece a merceddel viento que la hace tañer débilmente.77Interior. Primer plano de un anticuado reloj patrón.Escuchamos su sonoro tictac. Cuando las agujas marcan las nueve en punto empieza adar la hora. Mientras lo hace, la cámara retrocede y gira para mostrarnos el salón de actosdel ayuntamiento de la isla de Little Tall. Se trata de una visión a un tiempo espectral yhermosa. Todos los miembros de la comunidad que conocemos están allí sentados, ademásde otros isleños; en total son unos doscientos. Tienen un aspecto misterioso a la luz de lasvelas, como si pertenecieran a una época anterior… la época de Salem y Roanoke, digamos.Sentados en primera fila están Mike y Molly; Hatch y Melinda; el reverendo Bob Riggins y suesposa, Cathy; Úrsula Godsoe y Sandra Beals. Robbie Beals se halla en el estrado, sentado auna mesita de madera a la izquierda del podio. Sobre la mesa, ante sí, tiene una pequeña placaque anuncia: ALCALDE.Al fondo de la estancia se han dispuesto ocho catres en un rincón. En ellos duermen losniños. Sentados en sillas plegables a ambos lados del pequeño coto, vemos a Angie Carver,Tavia Godsoe, Joanna Stanhope, Andy Ro-bichaux, Cat Withers y Lucien Fournier. En lamedida de sus posibilidades, tratan de vigilar a los niños. Oímos las últimas campanadas delreloj, cuyo sonido reverbera hasta quedar ahogado por el aullido del viento en el exterior deledificio. La gente mira alrededor con nerviosismo a la espera de cualquier indicio de la prewww.lectulandia.com- Página 368

sencia de Linoge. Tras unos instantes, Robbie se levanta y se dirige al podio tironeandoinquieto de los faldones de la americana.ROBBIE: Damas y caballeros, al igual que ustedes, no estoy muy seguro de quéestamos esperando, pero…JOHNNY HARRIMAN: ¿Por qué no te sientas entonces y esperas como el resto denosotros, Robbie?Se oyen unas risillas nerviosas. Robbie frunce el entrecejo y se dirige a Johnny.ROBBIE: Tan sólo quería decir, Johnny, que estoy segu​ro de que lograremos salirairosos de esta… situación… si permanecemos unidos, como siempre hemospermanecido los de la isla…78Interior. Puerta principal del ayuntamiento. Noche.Se abre con estrépito de par en par. Al otro lado del umbral, sobre la nieve, vemos lasbotas negras de Linoge y el extremo de su negro bastón.79Interior. Plano de Robbie Beals.Deja de hablar y mira hacia la puerta. De pronto tiene el rostro perlado de sudor.80www.lectulandia.com - Página 369

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Exterior. Ayuntamiento. Noche.

El edificio, visible por las capas de nieve que se arremolina, todavía semeja en cierto

modo un espejismo. Refugiada en su cúpula, la campana conmemorativa se mece a merced

del viento que la hace tañer débilmente.

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Interior. Primer plano de un anticuado reloj patrón.

Escuchamos su sonoro tictac. Cuando las agujas marcan las nueve en punto empieza a

dar la hora. Mientras lo hace, la cámara retrocede y gira para mostrarnos el salón de actos

del ayuntamiento de la isla de Little Tall. Se trata de una visión a un tiempo espectral y

hermosa. Todos los miembros de la comunidad que conocemos están allí sentados, además

de otros isleños; en total son unos doscientos. Tienen un aspecto misterioso a la luz de las

velas, como si pertenecieran a una época anterior… la época de Salem y Roanoke, digamos.

Sentados en primera fila están Mike y Molly; Hatch y Melinda; el reverendo Bob Riggins y su

esposa, Cathy; Úrsula Godsoe y Sandra Beals. Robbie Beals se halla en el estrado, sentado a

una mesita de madera a la izquierda del podio. Sobre la mesa, ante sí, tiene una pequeña placa

que anuncia: ALCALDE.

Al fondo de la estancia se han dispuesto ocho catres en un rincón. En ellos duermen los

niños. Sentados en sillas plegables a ambos lados del pequeño coto, vemos a Angie Carver,

Tavia Godsoe, Joanna Stanhope, Andy Ro-bichaux, Cat Withers y Lucien Fournier. En la

medida de sus posibilidades, tratan de vigilar a los niños. Oímos las últimas campanadas del

reloj, cuyo sonido reverbera hasta quedar ahogado por el aullido del viento en el exterior del

edificio. La gente mira alrededor con nerviosismo a la espera de cualquier indicio de la prewww.lectulandia.com

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