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La tormenta del siglo - Stephen King

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ORV BOUCHER: ¿Cómo puedes decir algo así cuando tu propio hijo…?

MIKE: Porque no creo en los cheques en blanco. Se vuelve para marcharse.

REVERENDO: Hay un tiempo para la terquedad, Michael, pero también hay un

tiempo en que es preciso soltar las riendas y decantarse hacia un bien mayor, por duro

que resulte. «El orgullo pre​cede a la destrucción, y antes de la caída se exalta el

corazón del hombre.» Libro de los Proverbios.

MIKE: «Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.»

Evangelio según san Mateo.

Al reverendo le irrita que Mike compita con él a la hora de citar las Escrituras. Cuando se

dispone a seguirle, quizá con intención de seguir la discusión, Mike niega con la cabeza.

MIKE: Quédese aquí, por favor… lo tenemos todo bajo control.

REVERENDO BOB RIGGINS: Sé que eso crees… pero no todos estamos convencidos

de que así es.

ORV BOUCHER: ¡Deberías recordar que esto sigue siendo una democracia, Michael

Anderson! ¡Con tor​menta o sin ella!

Se oyen murmullos de aprobación.

MIKE: Estoy seguro de que, si me flaquea la memoria, tú me la refrescarás, Orv.

Vamos, Hatch.

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Interior. Umbral de la cocina, con Mike y Hatch. Noche.

Se detienen en seco nada más trasponer el umbral, horrorizados y sorprendidos.

LINOGE (su voz): ¡Pasad! ¡Pasad!

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www.lectulandia.com - Página 362

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