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La tormenta del siglo - Stephen King

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SANDRA: No lo sé.

Y su tono denota que tampoco le importa. Continúa limpiándole la boca a Don. Ya no

tiene migaja alguna; ahora no hace más que acariciarle, demostrarle su cariño hasta donde

es capaz.

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Interior. Un banco del salón de actos, con Robbie Beals.

Está solo; funcionario electo o no, a muy poca gente le importa Robbie a nivel personal.

Al fondo vemos charlar a la gente. Algunos ayudan a Tavia, Tess y Jenna a colocar velas en los

candelabros ornamentales de las paredes. Robbie lleva una americana sport. Introduce la

mano derecha en el bolsillo y extrae la pistola que ya le vimos en la primera parte. La

sostiene en el regazo y la observa, pensativo.

Las luces parpadean de nuevo. Las luces de emergencia en las paredes se encienden en

los correspondientes intervalos. La gente alza la vista con inquietud. Las tres mujeres

aceleran un poco en su tarea de colocar velas. Más voluntarios se ofrecen a ayudarlas. Robbie

no tiene ganas de ayudar y no reacciona al inminente apagón. Está sumido en su pequeño

mundo, en el que lo único importante son los sentimientos de venganza. Observa la

pequeña pistola unos instantes más, para volver a embutirla en el bolsillo de la chaqueta,

donde la tendrá bien a mano. Luego permanece sentado con la mirada perdida en el

espacio. No es más que un alcalde cabreado que espera a que Linoge haga su aparición.

63

Interior. Cocina del ayuntamiento.

Joanna Stanhope entra y alza una mirada inquieta cuando las luces parpadean.

www.lectulandia.com - Página 358

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