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La tormenta del siglo - Stephen King

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Interior. Cocina del ayuntamiento. Noche.

Tess Marchant, Tavia Godsoe y Jenna Freeman sacan cajas de velas de un armario

contiguo a la despensa y las van apilando en la encimera de la cocina. Las luces del techo

continúan parpadeando. Tavia y Jenna alzan la mirada, nerviosas.

TAVIA GODSOE (a Tess): ¿Tú crees que nos quedaremos sin generador?

TESS: Aja. Es un milagro que haya funcionado tanto tiempo sin que nadie haya

podido cavar la nie​ve de alrededor. El viento debe de haber impe​dido que se tapara el

conducto de humos, pero ahora ha virado. En cierto sentido, supone buenas noticias;

significa que la tormenta casi ha pasado.

Le tiende varias cajas de velas a Jenna y otras más a Tavia. Coge un tercer montón para sí

misma.

JENNA: ¿Al salón de actos?

TESS: Aja. Exacto. Mike quiere que quede listo primero. El salón dispone de un

par de luces de emer​gencia, pero con eso no le basta. Hagamos todo lo que podamos

mientras aún veamos algo, mis queridas señoras.

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Interior. Pasillo que conduce a la parte delantera del ayuntamiento.

Al fondo vemos la oficina acristalada de Úrsula Godsoe y la escalera que desciende al

sótano. A la derecha se halla el salón de actos, visible a través de los ventanales del pasillo.

Alrededor de un centenar de isleños se hallan congregados allí, unos picando del bufé (que

a estas alturas ya escasea); pero la mayoría charlan y toman café sentados en los bancos.

Vemos una serie de sillas alineadas en el pasillo; éstas se utilizan en ocasiones menos

catastróficas en que la gente espera su turno para algún nimio asunto oficial: la obtención de

un permiso para un vehículo, un perro o un barco; el pago de un impuesto sobre la

www.lectulandia.com - Página 355

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