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La tormenta del siglo - Stephen King

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Henry se inclina hacia la pistola. Linoge la mira y el arma se desliza hasta el otro extremo

de la habitación. Linoge vuelve a concentrarse en Robbie; le mira intensamente y de pronto

Robbie sale proyectado hacia atrás. Golpea contra la pared, rebota y cae de rodillas.

HENRY (en un susurro horrorizado): ¿Qué eres?

187

Interior. Al otro lado de la puerta, en el supermercado.

La luz se derrama a través de la cerradura, en torno a las bisagras y por el resquicio

inferior de la puerta. Los tres hombres retroceden, presas del temor.

JACK: ¿Qué es eso? ¿Qué está pasando?

HATCH: No lo sé.

188

Interior. El cuartelillo.

Henry y Robbie se hallan de pie a un lado de la estan-Oa, encogiéndose ante el brillante

torrente de luz. Bajo ella vemos por primera vez a Linoge tal como es: un antiguo mago cuyo

bastón alzado es su principal instrumento de magia, una versión maligna del cayado de

Aarón que derrama la deslumbrante luz en oleadas. Los papeles del tablón de anuncios se

desclavan y flotan en el aire. En el escritorio, el fichero de Mike también se eleva y queda en

suspenso. Los cajones se abren lentamente, uno tras otro, y los objetos en su interior

emergen para volar en círculos en torno al escritorio: bolígrafos y clips para papel, esposas y

un pedazo olvidado de emparedado de jamón. La papelera danza en el aire junto al

ordenador de Hatch. En el extremo más alejado de la estancia, la pistola que Robbie

pretendía usar contra Linoge (qué absurda nos parece ahora semejante idea) se alza del

suelo, vuelve el cañón hacia la pared y dispara seis veces.

www.lectulandia.com - Página 266

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