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La tormenta del siglo - Stephen King

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Pero ése no es el motivo de que Mike le haya empujado; lo ha hecho porque se ha

comportado como un verdadero gilipollas, y Jack lo sabe. Permanece en pie entre la celda y

el escritorio, con los labios temblorosos y los ojos llenos de lágrimas. Mike aparta la mano

del brazo para examinar la herida. La camisa tiene un desgarrón del que mana la sangre.

Escuchamos el sonido de los motores del todoterreno y el vehículo oruga que se

aproximan.

MIKE: Apenas ha desgarrado la piel. He tenido suerte, (el rostro de Jack refleja

alivio) Pero un palmo más hacia la izquierda y yo estaría muerto y él rién​dose.

Mike se vuelve hacia la celda. Uno de los barrotes muestra una rozadura fresca en el

reluciente metal. Mike tiende una mano y la toca con la yema del dedo con expresión de

asombro.

MIKE: ¿Dónde…?

LINOGE: Aquí.

Tiende una mano con el puño cerrado. Como en un rueño, Mike introduce un brazo a

través de los barrotes con la palma abierta hacia arriba.

JACK: ¡Mike, no!

Mike no le presta atención. El puño cerrado de Lino-ge permanece unos instantes sobre

la palma de Mike, y de pronto se abre. Vemos caer un objeto pequeño y oscuro. Mike retira

la mano. Jack se adelanta un par de pasos. Mike coge el minúsculo objeto entre el índice y el

pulgar y lo sujeta en alto para que ambos puedan verlo. Es el casquillo de la bala que Jack ha

disparado.

El ruido de motores se hace más audible.

MIKE (a Linoge): ¿La ha cogido? Sí lo ha hecho, ¿no es así?

Linoge sólo le mira sonriente y sin decir palabra.

www.lectulandia.com - Página 195

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