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La tormenta del siglo - Stephen King

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no mencionar su forma de andar… Aun así, tres contra uno… y con tacos de billar…

bueno… no es que fuera muy de​portivo…

Linoge niega con la cabeza y chasquea la lengua con actitud recriminatoria. Jack da un

paso hacia el escritorio y aprieta los puños.

JACK: ¡Se lo advierto, señor!

LINOGE (sonriendo): El chico perdió un ojo… ¿qué te parece eso, eh? Puedes

comprobarlo por ti mismo. Vive en Lewiston. Lleva un parche es​tampado que le hizo

su hermana. No puede llorar por ese ojo; el lagrimal está seco. Por las noches se

queda tumbado en la cama oyendo pasar los coches por Lisbon Street y a los gru​pos

que tocan en los clubes nocturnos, esos que pueden tocar cualquier cosa siempre que

se trate de Louie Louie o Hang on Sloopy, y le ruega a san Andrés que le devuelva la

vista en el ojo izquierdo. Ya no puede conducir; perdió la percepción de la

profundidad. Eso le pasa a uno cuando pierde un ojo. Ni siquiera puede leer mucho

rato, porque le produce dolor de cabeza. Y aun así tenía aquel andar afemina​do… y

ceceaba de aquel modo… y a vosotros lo cierto es que os gustaba la forma en que el

cabello le caía en torno al rostro, aunque nun​ca lo admitiríais ante los demás, ¿no es

así? En cierto modo os ponía calientes. Digamos que os preguntabais qué se sentiría

al acariciarle ese cabello…

Jack coge la pistola de encima del escritorio y apunta a la celda.

JACK: ¡Cállese o yo le haré callar! ¡Se lo juro! MIKE: ¡Jack, deja esa pistola!

Linoge no se mueve en ningún momento, pero su rostro ha adquirido una especie de

oscuro resplandor. En esta escena no se precisan lentes de contacto o efectos especiales;

todo está en el rostro de Linoge, que se muestra provocativo, aborrecible y poderoso a la

vez.

LINOGE: He aquí otro bonito cuento para una noche de tormenta. Te veo en la

cama rodeando con un brazo los hombros de tu pequeño. «Buster, papi quiere

contarte cómo le sacó un ojo a un asqueroso maricón con la punta de un taco de

billar, porque…»

Jack aprieta el gatillo. Mike cae de la silla en que estaba sentado. Profiere un grito de

dolor. Linoge no se ha movido para nada de su sitio en el catre, pero Mike yace ahora en el

suelo, boca abajo.

www.lectulandia.com - Página 192

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