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La tormenta del siglo - Stephen King

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Interior. Oficinas del ayuntamiento. Noche.

Úrsula, Tess Marchant y Tavia Godsoe llevan un registro de la gente que entra mediante

unas tablillas sujetapapeles en las que deben inscribir los nombres de los miembros de cada

familia que quieren pernoctar en el sótano del ayuntamiento. Detrás de las mujeres vemos a

cuatro hombres que se las dan de importantes pero no colaboran demasiado. Son Robbie

Beals, el alcalde, y los tres concejales del pueblo: George Kirby, Burt Soames y Henry Bright.

Henry es el marido de Carla Bright y en este momento sostiene en brazos a su hijo, otro de

los alumnos de la guardería; Frank está profundamente dormido.

De nuevo vemos aparecer rostros que conocemos; una isla cuenta con una población

reducida. No hay niños de más de cinco años; a los niños mayores les ha sido imposible

cruzar el estrecho y han tenido que quedarse en el continente.

URSULA (atribulada): ¡Que todo el mundo se inscriba en el registro! Tenemos que

saber quiénes de us​tedes están aquí, de modo que, por favor, ins​críbanse antes de

bajar al sótano.

Dirige una mirada impaciente a los cuatro hombres, que básicamente no hacen otra

cosa que estar ahí plantados y cotillear.

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Interior. Plano angular de Robbie y los concejales.

BURT SOAMES: Así pues, ¿qué dijo?

ROBBIE: ¿Qué querías que dijera? Demonios, todo el mundo al norte de la bahía de

Casco sabe que Peter Godsoe vende al por mayor cinco kilos de hierba por cada kilo

de langosta.

www.lectulandia.com - Página 146

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