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La tormenta del siglo - Stephen King

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Interior. La cocina de los Carver, con Jack, Angela y Buster.

No disponen de generador. La cocina está iluminada por dos lámparas de gas que

proyectan enormes sombras en los rincones. La familia está comiendo fiambres y bebiendo

soda. Cada vez que una ráfaga de viento azota la casa y la hace crujir, Angela mira en torno a

sí con nerviosismo. A Jack, como pescador de langostas, le preocupa menos el tiempo (por

el amor de Dios, ¿para qué preocuparse cuando uno se halla en tierra firme?). Está jugando

al avión con Buster. El avión en cuestión es un emparedado de salchicha; la boca abierta de

Buster es el hangar. Jack se dedica a acercarle el emparedado a la boca (emitiendo el

correspondiente sonido de un avión) para luego apartarlo. Buster ríe encantado. Su papi es

todo un payaso. Del exterior les llega un estrépito desgarrador. Angela aferra el brazo de

Jack.

ANGELA: ¿Qué ha sido eso?

JACK CARVER: Un árbol. En el patio trasero de los Robi-chaux, por cómo ha

sonado. Espero que no les haya caído en el porche.

Vuelve a jugar al avión, y esta vez lo hace aterrizar en la boca de Buster. El niño le

propina un buen mordisco y mastica satisfecho.

ANGELA: Jack, ¿es absolutamente necesario que vuelvas a la tienda?

JACK: Aja.

BUSTER: ¡Papi va a vigilar al hombre malo! Procura que no se te escape… ¡en un

avión!

JACK: Lo procuraré, grandullón.

Jack bombardea en picado la boca de Buster con otro mordisco y le alborota el cabello;

luego le dirige una seria mirada a Angela.

JACK: Se trata de una situación grave, cariño. Todos te​nemos que poner de nuestra

parte. Además, estaré con Kirk; vamos a vigilarle por parejas.

BUSTER: ¡Don Beals es mi pareja! ¡Sabe hacer el mono!

www.lectulandia.com - Página 137

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