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La tormenta del siglo - Stephen King

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MIKE: Tengo que salir a…

HATCH: ¿Vas a dejarme solo con él?

MIKE: Voy a tratar de alertar a la comisaría de policía de Machias. Y mantente

alejado de él.

HATCH: Yo diría que puedes contar con ello.

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Interior. El fondo del supermercado, junto a la carnicería.

Unos veinticinco o treinta vecinos han obstruido los pasillos y miran esperanzados y

temerosos hacia la puerta del cuartelillo. A un lado, echando más chispas que un fuego

recién avivado, se halla Robbie. Ahora se han unido a él los otros dos miembros de su

familia: su esposa Sandra y el encantador Don, que han vuelto de la guardería. Al frente del

grupo está Molly, con Ralphie en los brazos. Al abrirse la puerta y ver a Mike, se precipita

hacia él. Mike la rodea con un brazo consolador.

RALPHIE: No le has hecho daño, ¿verdad, papá?

MIKE: No, cariño, sólo le he metido en un lugar seguro.

RALPHIE: ¿En la cárcel? ¿Le has metido en la cárcel? ¿Qué ha hecho?

MIKE: Ahora no, Ralph.

Le da un beso en el puente de la nariz y se vuelve hacia la gente que se ha congregado.

MIKE: ¡Peter! ¡Peter Godsoe!

Todos miran en derredor, murmurando. Tras unos instantes, Peter Godsoe se adelanta

con actitud incómoda pero bravucona (también parece un poco asustado).

PETER GODSOE: Mike, respecto a lo que ha dicho ese tipo, es la mayor estupidez

que…

MIKE: Eh, eh. Quiero que entres ahí con Hatch. Vamos a vigilar a ese tipo, y

vamos a hacerlo de dos en dos.

PETER GODSOE (enormemente aliviado): De acuerdo. Cómo no.

www.lectulandia.com - Página 116

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