After - Anna Todd
Sacude su cabeza mojada y se lanza a por mí por debajo del agua. Sus largosbrazos se enroscan alrededor de mi cintura y tiran de mí. Me llevo la mano a lacara para taparme la nariz. Todavía no he conseguido bucear sin hacerlo. Cuandoemergemos, Hardin se parte de risa, y yo no puedo evitar reírme con él. He deadmitir que me estoy divirtiendo, y mucho, de verdad, no la típica diversión deestar sentada viendo una película.—No sé qué me hace más gracia, si el hecho de que te lo estés pasando bieno que tengas que taparte la nariz —dice entre risas.En un alarde de valentía, nado hasta él, pasando por alto el hecho de que lacamiseta esté flotando de nuevo, e intento hundirle la cabeza debajo del agua.Como era de esperar, es demasiado fuerte para mí, de modo que no cede, yempieza a reírse con más ganas, mostrando su perfecta dentadura. ¿Por qué nopuede ser así siempre?—Creo que me debes la respuesta a una pregunta —le recuerdo.Desvía la mirada hacia la orilla.—Claro, pero sólo una.Dudo sobre qué preguntar. Tengo tantas dudas… Pero, antes de decidirme,oigo mi voz decidiendo por mí:—¿A quién quieres más en este mundo?« ¿Por qué le pregunto eso? Quiero saber cosas más específicas, como porqué es tan capullo, o por qué vive en Estados Unidos.»Me mira con recelo, como si lo confundiera mi pregunta.—A mí mismo —responde, y vuelve a sumergirse durante unos segundos.Asoma de nuevo y sacude la cabeza.—Eso no puede ser verdad —lo desafío. Sé que es arrogante, pero debe dequerer a alguien—. ¿Qué me dices de tus padres? —le pregunto, y me arrepientoal instante.Se le tuerce el gesto y sus ojos pierden la calidez que estaba empezando aadorar.—No vuelvas a mencionar a mis padres, ¿entiendes? —me ladra, y quieroabofetearme por fastidiar el bonito momento que estábamos teniendo.—Lo siento. Sólo tenía curiosidad. Has dicho que responderías a una pregunta—le recuerdo en voz baja. Su rostro se relaja un poco y se acerca hacia mí. Elagua ondea a nuestro alrededor—. Lo siento de verdad, Hardin, no volveré amencionarlos —le prometo.La verdad es que no quiero pelearme con él aquí; si lo cabreo demasiado,seguramente se largará y me dejará aquí tirada.Me coge por sorpresa cuando me agarra de la cintura y me levanta en elaire. Comienzo a patalear y a sacudir los brazos gritándole que me suelte, pero élsólo responde riéndose y lanzándome al agua. Aterrizo a unos metros de distanciay, cuando emerjo, sus ojos resplandecen de júbilo.
—¡Vas a pagar por esto! —chillo.Él finge bostezar en respuesta, de modo que nado en su dirección y él meagarra de nuevo, pero esta vez envuelvo su cintura con los muslos sin darmeapenas cuenta, y un grito ahogado escapa de sus labios.—Perdona —balbuceo, y aparto las piernas.No obstante, él las agarra de nuevo y vuelve a colocarlas donde estaban. Laextraña energía que surge entre nosotros aparece de nuevo, esta vez con másintensidad que nunca. « ¿Por qué siempre pasa con él?» Desconecto mispensamientos y rodeo su cuello con los brazos para no perder el equilibrio.—¿Por qué me haces esto, Tess? —dice tiernamente, y me acaricia el labioinferior con el pulgar.—No lo sé… —respondo con sinceridad siguiendo su dedo, que continúarecorriendo mi boca.—Estos labios… y las cosas que podrías hacer con ellos —dice en tono suavey seductor, y siento ese ardor en el vientre que me vuelve de plastilina en susbrazos—. ¿Quieres que pare?Me mira a los ojos. Sus pupilas están tan dilatadas que sólo se ve un fino arode sus ahora oscuros ojos verdes.Sin darme tiempo a reaccionar, sacudo la cabeza y pego el cuerpo al suy obajo el agua.—No podemos ser sólo amigos, lo sabes, ¿verdad? —añade.Sus labios tocan mi barbilla y me hacen temblar. Continúa trazando una líneade besos por mi mandíbula, y asiento. Sé que tiene razón. No tengo ni idea de quésomos, pero sé que nunca podré ser tan sólo su amiga. Sus labios rozan el puntojusto debajo de mi oreja, y gimo, lo que propicia que repita el movimiento,aunque esta vez succiona mi piel.—Hardin —gimo, y lo estrecho entre mis piernas.Desciendo las manos por su espalda y clavo las uñas en su piel. Creo quepodría estallar sólo con que siguiera besándome el cuello.—Quiero hacer que gimas mi nombre, Tessa, una y otra vez. Por favor,permítemelo. —Su voz suena cargada de desesperación.En el fondo de mi ser, sé que no puedo negarme.—Dilo, Tessa. —Atrapa el lóbulo de mi oreja entre los dientes. Yo asiento denuevo, esta vez con más intensidad—. Necesito que lo digas, nena, bien alto, conpalabras, para saber que de verdad quieres que lo haga. —Su mano desciende yse cuela por debajo de la camiseta de su propiedad que cubre mi cuerpo.—Quiero… —Me apresuro a decir, y él sonríe pegado a mi cuello mientrassu boca continúa con su dulce asalto.Sin decir nada, me agarra de los muslos y me levanta un poco más sobre sutorso mientras empieza a salir del agua. Cuando llega a la orilla, me deja en elsuelo. Yo gimoteo, alimentando aún más su ego, pero en estos momentos me trae
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—¡Vas a pagar por esto! —chillo.
Él finge bostezar en respuesta, de modo que nado en su dirección y él me
agarra de nuevo, pero esta vez envuelvo su cintura con los muslos sin darme
apenas cuenta, y un grito ahogado escapa de sus labios.
—Perdona —balbuceo, y aparto las piernas.
No obstante, él las agarra de nuevo y vuelve a colocarlas donde estaban. La
extraña energía que surge entre nosotros aparece de nuevo, esta vez con más
intensidad que nunca. « ¿Por qué siempre pasa con él?» Desconecto mis
pensamientos y rodeo su cuello con los brazos para no perder el equilibrio.
—¿Por qué me haces esto, Tess? —dice tiernamente, y me acaricia el labio
inferior con el pulgar.
—No lo sé… —respondo con sinceridad siguiendo su dedo, que continúa
recorriendo mi boca.
—Estos labios… y las cosas que podrías hacer con ellos —dice en tono suave
y seductor, y siento ese ardor en el vientre que me vuelve de plastilina en sus
brazos—. ¿Quieres que pare?
Me mira a los ojos. Sus pupilas están tan dilatadas que sólo se ve un fino aro
de sus ahora oscuros ojos verdes.
Sin darme tiempo a reaccionar, sacudo la cabeza y pego el cuerpo al suy o
bajo el agua.
—No podemos ser sólo amigos, lo sabes, ¿verdad? —añade.
Sus labios tocan mi barbilla y me hacen temblar. Continúa trazando una línea
de besos por mi mandíbula, y asiento. Sé que tiene razón. No tengo ni idea de qué
somos, pero sé que nunca podré ser tan sólo su amiga. Sus labios rozan el punto
justo debajo de mi oreja, y gimo, lo que propicia que repita el movimiento,
aunque esta vez succiona mi piel.
—Hardin —gimo, y lo estrecho entre mis piernas.
Desciendo las manos por su espalda y clavo las uñas en su piel. Creo que
podría estallar sólo con que siguiera besándome el cuello.
—Quiero hacer que gimas mi nombre, Tessa, una y otra vez. Por favor,
permítemelo. —Su voz suena cargada de desesperación.
En el fondo de mi ser, sé que no puedo negarme.
—Dilo, Tessa. —Atrapa el lóbulo de mi oreja entre los dientes. Yo asiento de
nuevo, esta vez con más intensidad—. Necesito que lo digas, nena, bien alto, con
palabras, para saber que de verdad quieres que lo haga. —Su mano desciende y
se cuela por debajo de la camiseta de su propiedad que cubre mi cuerpo.
—Quiero… —Me apresuro a decir, y él sonríe pegado a mi cuello mientras
su boca continúa con su dulce asalto.
Sin decir nada, me agarra de los muslos y me levanta un poco más sobre su
torso mientras empieza a salir del agua. Cuando llega a la orilla, me deja en el
suelo. Yo gimoteo, alimentando aún más su ego, pero en estos momentos me trae