After - Anna Todd

02.05.2023 Views

CAPÍTULO 25Nos desviamos por una carretera de gravilla y Hardin apaga la música, por loque lo único que se oye es el crujido de los guijarros bajo las ruedas. De repenteme doy cuenta de que estamos en medio de la nada, y empiezo a ponermenerviosa. Estamos solos. Por completo. No hay coches, ni edificios…, nada.—No te preocupes, no te he traído aquí para matarte —bromea, y y o tragosaliva.Dudo que sea consciente de que temo más a lo que pueda hacer yo estando asolas con él que a que intente matarme.Medio kilómetro después, detiene el coche. Miro por la ventanilla y no veonada más que hierba y árboles. Unas flores silvestres salpican de amarillo elpaisaje, y la brisa es cálida y agradable. La verdad es que es un sitio precioso ytranquilo. Pero ¿por qué me ha traído aquí?—¿Qué vamos a hacer aquí? —le pregunto mientras salgo del coche.—Bueno, pues empezaremos caminando un poco.Suspiro.« ¿Me ha traído aquí para hacer ejercicio?»Al advertir mi amarga expresión, añade:—Será un paseo corto.Echa a andar por una zona de hierba que parece más plana por haber sidopisada varias veces.Caminamos en silencio la mayor parte del tiempo, excepto por algunosexabruptos groseros de Hardin quejándose de que soy demasiado lenta. Loignoro y admiro el paisaje que me rodea. Estoy empezando a entender por quéle gusta este lugar aparentemente aleatorio. Es muy tranquilo. Se respira paz.Podría quedarme aquí eternamente, siempre y cuando me trajera un libroconmigo. Se desvía del sendero y se acerca a una zona arbolada. Midesconfianza innata se activa, pero lo sigo. Unos minutos después salimos delbosque y llegamos a un arroy o. No tengo ni idea de dónde estamos, pero el aguaparece bastante profunda.Hardin se quita la camiseta sin decir nada. Me fijo en su torso tatuado. Elmodo en que están dibujadas las ramas desnudas del árbol muerto resulta másatractivo que fantasmagórico bajo la luz del sol. Después se agacha y se desatalos cordones de sus botas negras y sucias. Me mira y me sorprende observando

su cuerpo semidesnudo.—¿Por qué te estás desnudando? —pregunto, y entonces miro en dirección alarroyo. « ¡Ay, no!» —. ¿Vas a nadar? ¿Ahí? —Señalo el agua.—Sí, y tú también. Yo lo hago todo el tiempo.Se desabrocha los pantalones y tengo que obligarme a no mirar cómo secontraen y se relajan sus músculos cuando se inclina para quitárselos.—No pienso nadar ahí. —No me importa nadar, pero no voy a hacerlo en unlugar perdido en medio de la nada.—Y ¿por qué no? —Señala hacia el río—. El agua está tan limpia que puedesver el fondo.—Porque… seguro que hay peces y Dios sabe qué más ahí dentro. —Soyconsciente de lo absurdo que suena mi argumento, pero me da igual—. Además,no me has dicho que íbamos a nadar, y no he traído ropa de baño. —Eso nopuede rebatírmelo.—¿Me estás diciendo que eres de esa clase de chicas que no llevan ropainterior? —dice con una sonrisa maliciosa, y lo miro con la boca abierta, a él y asus hoy uelos—. Venga, puedes quedarte en bragas y sujetador.« ¿En serio pensaba que iba a venir aquí y que me quitaría la ropa para nadarcon él?»Algo se remueve en mi interior, y siento una extraña calidez al pensar enestar desnuda en el agua con Hardin. Pero ¿qué me pasa con él? Nunca anteshabía tenido esta clase de pensamientos.—No pienso nadar en ropa interior, pervertido. —Me siento en la suavehierba—. Me quedaré aquí a mirarte —le digo.Frunce el ceño. Ahora lleva puesto sólo un bóxer ajustado, y la tela negra seciñe a su cuerpo. Es la segunda vez que lo veo sin camiseta, y es todavía másfascinante aquí, a plena luz.—Eres una sosa. Y tú te lo pierdes —dice simplemente, y se lanza al agua.Me quedo mirando la hierba, arranco unas cuantas hojas y jugueteo con ellasentre los dedos. Oigo a Hardin gritar desde el arroyo:—¡El agua está caliente, Tess!Desde donde estoy sentada, veo las gotas de agua deslizándose entre sucabello, que ahora parece negro. Sonríe mientras se aparta el pelo empapado yse pasa la mano por la cara.Por un instante me sorprendo deseando ser otra persona, alguien másvaliente. Alguien como Steph. Si y o fuera ella, me quitaría la ropa y me lanzaríaal agua con Hardin. Chapotearía por ahí y volvería a la orilla para tirarme denuevo y salpicarlo. Sería divertida y desenfadada.Pero no soy Steph. Soy Tessa.—¡Esta amistad está resultando ser tremendamente aburrida!… —exclamaHardin, y se acerca nadando a la orilla. Pongo los ojos en blanco, y él se echa a

su cuerpo semidesnudo.

—¿Por qué te estás desnudando? —pregunto, y entonces miro en dirección al

arroyo. « ¡Ay, no!» —. ¿Vas a nadar? ¿Ahí? —Señalo el agua.

—Sí, y tú también. Yo lo hago todo el tiempo.

Se desabrocha los pantalones y tengo que obligarme a no mirar cómo se

contraen y se relajan sus músculos cuando se inclina para quitárselos.

—No pienso nadar ahí. —No me importa nadar, pero no voy a hacerlo en un

lugar perdido en medio de la nada.

—Y ¿por qué no? —Señala hacia el río—. El agua está tan limpia que puedes

ver el fondo.

—Porque… seguro que hay peces y Dios sabe qué más ahí dentro. —Soy

consciente de lo absurdo que suena mi argumento, pero me da igual—. Además,

no me has dicho que íbamos a nadar, y no he traído ropa de baño. —Eso no

puede rebatírmelo.

—¿Me estás diciendo que eres de esa clase de chicas que no llevan ropa

interior? —dice con una sonrisa maliciosa, y lo miro con la boca abierta, a él y a

sus hoy uelos—. Venga, puedes quedarte en bragas y sujetador.

« ¿En serio pensaba que iba a venir aquí y que me quitaría la ropa para nadar

con él?»

Algo se remueve en mi interior, y siento una extraña calidez al pensar en

estar desnuda en el agua con Hardin. Pero ¿qué me pasa con él? Nunca antes

había tenido esta clase de pensamientos.

—No pienso nadar en ropa interior, pervertido. —Me siento en la suave

hierba—. Me quedaré aquí a mirarte —le digo.

Frunce el ceño. Ahora lleva puesto sólo un bóxer ajustado, y la tela negra se

ciñe a su cuerpo. Es la segunda vez que lo veo sin camiseta, y es todavía más

fascinante aquí, a plena luz.

—Eres una sosa. Y tú te lo pierdes —dice simplemente, y se lanza al agua.

Me quedo mirando la hierba, arranco unas cuantas hojas y jugueteo con ellas

entre los dedos. Oigo a Hardin gritar desde el arroyo:

—¡El agua está caliente, Tess!

Desde donde estoy sentada, veo las gotas de agua deslizándose entre su

cabello, que ahora parece negro. Sonríe mientras se aparta el pelo empapado y

se pasa la mano por la cara.

Por un instante me sorprendo deseando ser otra persona, alguien más

valiente. Alguien como Steph. Si y o fuera ella, me quitaría la ropa y me lanzaría

al agua con Hardin. Chapotearía por ahí y volvería a la orilla para tirarme de

nuevo y salpicarlo. Sería divertida y desenfadada.

Pero no soy Steph. Soy Tessa.

—¡Esta amistad está resultando ser tremendamente aburrida!… —exclama

Hardin, y se acerca nadando a la orilla. Pongo los ojos en blanco, y él se echa a

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!